THANKA DE BUTÁN CON EL MONTE SUMERU EN EL CENTRO. TAPIZ DE SEDA PINTADA, SIGLO XIX.
La cosmografía budista
concibe numerosos Universos, todos ellos con una misma estructura, que se
organiza verticalmente en tres niveles, ámbitos cósmicos, denominados dhâtu, cada uno de los cuales comprende
diversos planos de existencia. Los incalculables universos no tienen límites
espaciales ni temporales. Los diferentes ámbitos cósmicos corresponden a los
distintos estados mentales (citta),
planos que no implican localizaciones concretas sino temperamentos o estados de
ánimo. De tal modo, cada uno de ellos se configura cuando un ser renace en él;
por tanto, no se considera su existencia al margen de la percepción de los que
lo habitan. La separación física de los seres solo está presente en función de
diferencias entre sus estados mentales. Así, aunque humanos y animales
comparten un mismo mundo físico, sus voluntades e intenciones corresponden a
distintos planos.
Jerárquicamente,
existen, en un sentido ascendente, tres ámbitos. El más bajo es el del deseo (kâmadhâtu), el sensual[1],
en el que hay seis paraísos sensibles, con sus seis clases de dioses: los
Deleitados con la creación ajena, Los Deleitados con su propia creación o Nirmanaratî, los Dichosos (Tusita), el Ámbito de Yama, Los Treinta
y Tres, y los Cuatro Grandes Reyes de las Cuatro Regiones. Es el propio de la
condición humana, y en el que se encuentran las cuatro condiciones nefastas,
esto es, resentimiento, insatisfacción, condición instintiva y tormentosa[2].
Los estados mentales son, inicialmente, en el fondo, doce, siendo dominados por
el odio, el ciego deseo y la confusión y, más arriba, ocho, controlados por el
desapego, la virtud y la generosidad. Incluye cinco ámbitos de renacimiento: el
abismal, el fantasmagórico, el animal, el humano y el divino. El intermedio es
el ámbito de la materia sutil o rûpadhâthu,
que incluye el ámbito de Brahma, el Âbhâsvara
(Esplendor), el de la Belleza, los seres inconscientes y las cinco moradas
puras (Suddhâvâsa): permanente,
serena, apacible, clarividente y suprema. Respecto a los estados mentales,
abarca del primer dhyâna al más bajo
del cuarto. El superior es el ámbito inmaterial, ârûpyadhâtu, que no ocupa lugar en el espacio, aunque si es
temporal. Los seres que aquí moran carecen de forma y de localización, aunque
no son eternos, pues comparten la impermanencia. Acoge el ámbito del espacio
infinito, el de la infinita conciencia, el de la nada, y el de ni ideación ni
no ideación, correspondiéndose al nivel superior del cuarto dhyâna.
Cada uno de los tres
ámbitos o niveles, subdivididos en distintos planos, suman un total de treinta
y uno, siendo el treinta y dos Nirvana, número que corresponde con las marcas
de un Buda y con las partes del cuerpo.
Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB, Caracas
UCV-UCAB, Caracas
[1] El de los apetitos de
los placeres, el deseo (de alimentos o sexual).
[2]El ámbito
humano se subdivide en cuatro continentes o islas-continentes, orientados a los
puntos cardinales principales, y situados en torno al centro (el monte Sumeru), entre los cuales se encuentra Jambudvîpa (territorio del árbol Jambu), el territorio meridional,
habitualmente asociado a India.
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