En
las fuentes de la antigüedad (Virgilio, en Eneida, Tito Livio, Varrón, en De re rustica, Estrabón) se han
conservado una serie de noticias legendarias o fabulae relativas a Roma. La más arcaica de ellas habla de un reino
de Saturno cuya sede se encontraba en el punto más alto del Capitolio,
denominado Arx. Este Saturno (como
Volturno o la ninfa Iuturna, hermana de sangre del rey Turno de los rútulos),
era una divinidad agraria de origen etrusco, cuyo culto estuvo muy extendido
entre los esclavos y los campesinos. Es por eso que en las Saturnalia se
concedía licencia especial a los esclavos para hacer las veces de personas
libres y comer al lado de sus dueños. Saturno acabaría confundiéndose con el
Kronos griego quien, una vez expulsado del Olimpo por Júpiter, llegaría al
Lacio, en donde reinaba, a la sazón, Jano (cuya sede estaba en el Janículo).
Como enseñó a los habitantes del Lacio las actividades agropecuarias, Jano le
ofreció compartir su reino.
La
segunda de estas fabulae menciona el
reino del rey griego Evandro, fugitivo, con su hijo Palas y un conjunto de
seguidores, de la localidad de Palanteo, en Arcadia. Se establecen en una
colina que recibe, gracias a ellos el nombre de Pallantium, luego Palatium.
Evandro poseía el arte de la escritura, mientras que su madre, la ninfa
Carmenta, era poseedora de singulares dotes proféticas. En desconocimiento de
la Sibila, todavía ausente, Carmenta resultó ser muy benéfica para la
población. Una tercera fabulae habla
de Hércules, quien vadea el río Tíber conduciendo los bueyes de Gerión,
deteniéndose a descansar en un paraje un tanto accidentado en el que sobresalía
una gruta. Un ser semi monstruoso, de nombre Caco (mencionado por Virgilio en
la Eneida) le hurta una parte del ganado y lo esconde en su guarida, pero
dejando un rastro visible. Finalmente, Hércules mata de un brutal garrotazo de
su clava a Caco.
La
cuarta de estas noticias señala la institución del Ara Máxima a los pies del
Palatino. Los pastores, amigos del ladrón de ganado Caco, llevan a Hércules
ante el rey Evandro acusándolo de asesino. Evandro conoce por su madre el
destino del héroe griego, y sabe que allí mismo tendrá un altar al que llamarán
Ara Máxima. A sabiendas, Hércules erige y dedica el ara. Más tarde, este culto
será el único ritual extranjero que acepte Rómulo en la ciudad que acababa de
fundar. Las familias de los Pinarios y los Poticios se convertirán en los
oficiantes a perpetuidad del ceremonial. La quinta fábulae, conectada con las anteriores, nos muestra a un Evandro muy
viejo y a un Eneas que ya ha desembarcado en el Lacio, quien acude al anciano
rey para solicitar su ayuda contra Turno y sus aliados etruscos. Evandro le
enseña a Eneas el lugar donde se va a erigir la futura Roma, alojándolo en la
cabaña en la que había morado durante un tiempo Hércules. Palas y los arcadios
se suman a las fuerzas de Eneas, pero de Roma ya no se hablará hasta unos
siglos más tarde.
La
leyenda habla de un Eneas que se salva del incendio de Troya, y conduce a su
padre Anquises, a los dioses penates de la ciudad, a su hijo Iulo (o Ascanio),
además de un conjunto de sobrevivientes troyanos, hasta el Lacio. Protegidos
por Venus (su madre) y Júpiter, tienen como destino fundar una nueva Troya,
Roma, que heredará, entonces, los penates de Troya. El viaje está plagado de
peripecias de diferente índole: pasan por Macedonia, luego Sicilia (según
Virgilio, también por Cartago) y, finalmente, el Lacio, donde son acogidos por
el rey Latino (cuya sede está en Laurentum,
al lado de Ostia) quien le concede a Eneas como esposa a su hija Lavinia. En el
lugar en el que encuentra una cerda blanca (sus
alba) funda la ciudad de nombre Lavinium, en honor a su nueva esposa (la
primera, Creusa, muere durante el viaje). Una serie de pueblos del Lacio, a
cuyo frente estaba Turno, el rey rútulo, declaran la guerra a los latinos y
troyanos. En el primer enfrentamiento vencen los latinos pero pierden a su rey
(Latino). Turno pide ayuda a los etruscos y Eneas a Evandro. Tras varias luchas,
triunfan los latinos, en tanto que Eneas desaparece al modo de una divinidad o
un héroe divinizado. Desde ese momento, el pueblo le llamará Júpiter Indigete y
le rendirá el consabido culto.
Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB, Caracas
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