ARRIBA, VASO DIATRETA EN VIDRIO, DATADO EN EL SIGLO IV, HOY EN EL BRITISH MUSEUM; ABAJO, PLATO DE PLATA DE AQUILES, DEL TESORO DE KAISERAUGST, DATADO HACIA 350. AUGST RÖMERMUSEUM, BASILEA, (SUIZA).
Los
centros de producción de la industria romana del vidrio, que alcanzó un
esplendoroso refinamiento, se encontraban en Alejandría, la Península itálica,
la costa de Siria y en la región de Colonia. Son, sin duda, los vasos llamados diatretas los que alcanzaron las más
elevadas cotas del arte del vidrio romano. En estos vasos de grababan, en forma
de redes de estructuras de ornamentos, escenas figurativas e inscripciones,
dando la sensación de que la decoración flotaba delante del cuerpo del vaso,
estaba superpuesta. Uno de los más notables ejemplos es el denominado Vaso de
Licurgo, en el que se representa al rey tracio (soberano de los edonios en los
trágicos) de ese nombre. Licurgo persiguió al séquito de Dioniso y provocó la
huida del dios hacia el mar. Acosó a las ménades y los sátiros, y capturó a las
bacantes. Una de las ménades, de nombre Ambrosía (en la versión de Nonno en las
Dionisíacas), solicitó la ayuda de su madre, Gea, quien abrió una hendidura por
la que cayó la ménade para posteriormente resurgir en la forma de una vid (en
honor al dios Dioniso) y apresar a Licurgo, matándolo. Las imágenes del vaso
representan tres episodios del mito[1]:
Ambrosía pidiendo ayuda a su madre; Pan y Dioniso con una pantera que parecen
estar tramando el acciona contra el rey, y la imagen de Licurgo, barbado y
desnudo que está siendo apresado por las ramas de una vid.
El
tesoro de plata de Kaiseraugst, que contenía cerca de doscientas monedas y casi
cien piezas de vajilla (bandejas, cucharas, platos, vasos, copas), había sido
escondido y enterrado a mediados del siglo IV en una caja de madera entre los
muros del Castrum Rauracense
bajoimperial[2], a la sazón devastado
y conquistado por los alamanes. Las inscripciones sobre alguna de las piezas
mencionan dos propietarios, ambos oficiales del ejército, uno de los cuales era
un tribuno de nombre Marceliano. Entre los diversos objetos, destaca
sobremanera el llamado Plato de Aquiles, hecho en plata, cuyo orfebre fue un
tal Pausilypos de Tesalónica, y que pudo haber sido un regalo del propio
emperador. Se representan en el borde del plato, octogonal, diversas escenas,
enmarcadas entre columnas, de la vida de Aquiles antes de su preparación para
acudir a la Guerra de Troya. En el medallón central se plasma el momento
preciso en que Odiseo desenmascara al héroe guerrero en Esciros, quien se había
disfrazado de mujer para pasar desapercibido. Pero Odiseo-Ulises, hace sonar
las trompetas de guerra y provoca que el héroe se desprenda de las vestimentas
femeninas y empuñe las armas. En la época del Bajo Imperio, Aquiles, como
Alejandro Magno, simboliza el ideal de virtud, belleza y valor. Eso podría
explicar cómo objetos cotidianos y refinadas obras de arte con temáticas de
esta índole hayan sido destinados a los dignatarios y oficiales militares.
Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia y Doctorado en Ciencias Sociales, UCV-Caracas
[1] La Ilíada,
Esquilo, Higino, en sus Fábulas (para el que Licurgo pone en duda la divinidad
de Dioniso, y de ahí su castigo), Diodoro (que ofrece una versión evemerista) y
Nonno, tratan el mito de Licurgo en sus diversas versiones.
[2] Campamento
en las cercanías de Augusta Raurica, en Basilea, Suiza, en donde estuvo la
Legio I Marcia. Desde aquí, los ejércitos de Constancio II y Juliano
emprenderían batalla contra los alamanes.
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