17 de noviembre de 2017

Complejos tecnológicos del Paleolítico Superior en contraste: Chatelperroniense y Auriñaciense








Imágenes (de arriba hacia abajo): la escena de los caballos, cueva de Chauvet. Auriñaciense; unas herramientas líticas auriñacienses de Suabia; el rinoceronte en la cueva de Chauvet, del período Auriñaciense;  un mapa de distribución de los principales yacimientos del Chatelperroniense y; puntas o cuchillos chatelperronienses. Quinçay.

El inicio del Paleolítico Superior en la Europa occidental muestra, desde una perspectiva arqueológica, la presencia de dos diferentes grupos humanos que fabricaban dos distintos tipos de utensilios. Los Homo sapiens, que se movilizaron desde el oriente de Europa hasta el oeste del continente se desplazaron trayendo consigo con el tecno complejo denominado Auriñaciense y, con ello, muy probablemente, las ideas que dieron lugar al “arte”. Durante unos cinco milenios al comienzo del período del Paleolítico Superior, una industria asociada con el neandertal, el Chatelperroniense, se desarrolló en ciertas regiones del sudoeste de Francia, en la Dordoña y en los Pirineos. Se implica que existió un contacto entre auriñacienses y chatelperronienses. De hecho, en algunos yacimientos, como Piage y Roc de Combe (Dordoña), estratos auriñacienses están interestratificados con los chatelperronienses. Así pues, ambas culturas coexistieron y hasta ocuparon los mismos espacios. Hacia 35000 a.e.c., los chatelperronienses desaparecen.
La sustitución (Auriñaciense por Chatelperroniense) debió ser gradual, por pasos. Algunas colonias de sapiens se habrían adelantado, expandiéndose y uniéndose a la población previa conforme atravesaba localidades ecológicas. Con ello, la población neandertal se iría contrayendo como respuesta a esta dinámica. Si bien la coexistencia no debió ser universal, hubo zonas (Pirineos, centro y sur de Francia), donde unos y otros, neandertales y sapiens, vivieron juntos durante algunos miles de años.
Desde la óptica de los útiles líticos, se debe señalar la existencia de una continuidad acusada entre los tipos y las formas de las herramientas musterienses del Paleolítico Medio y otras chatelperronienses, del inicio del Superior, ambas asociadas al neandertal. Por otro lado, ningún emplazamiento auriñacense se vincula con neandertal. Hay una evidente ruptura entre el Musteriense y el Auriñaciense en cuanto a útiles y también en relación con los homínidos. En la península itálica y en la Europa oriental hubo dos complejos técnicos que se comparan con el Chatelperroniense. Se trata del Uluzziense y del Szeletiense, y los dos parece que se desarrollaron a partir de un musteriense previo. Ambos se prolongan hasta la llegada del Auriñaciense. Probablemente sean respuestas locales a la yuxtaposición de comunidades musterienses y auriñacienses.
La existencia de paralelismos de gran significación entre Chatalperroniense y Auriñaciense en ciertas regiones del occidente de Europa conlleva que el origen exclusivo del primero a partir del musteriense se ponga en seria duda. El componente tecnológico de hoja del chatelperroniense parece que provino del auriñaciense, no de sus antepasados musterienses. Útiles en cuerno y hueso, además de herramientas como buriles y raederas muestran una tecnología que parece haberse iniciado en el Auriñaciense. En esto se incluirían los adornos personales, como los dientes perforados o el empleo del ocre rojo. Estos rasgos, digamos tomados en préstamo se constatan en un período tardío del Chatelperroniense, tiempo después de la aparición y consolidación del Auriñaciense en la región occidental de Europa. La pregunta es si son desarrollos personales, locales, de neandertales chatelperronienses, una imitación selectiva de las comunidades auriñacienses, un intercambio entre ambas o una aculturación de la primera respecto a la segunda. La combinación de rasgos heredados (del musteriense) y de préstamos (auriñacienses) probablemente responde a un proceso de aculturación, que es resultado lógico del contacto (con independencia de la naturaleza del mismo) entre dos especies humanas (neandertal y sapiens).
Debieron existir muchas formas de interacción en distintos lugares y tiempos, entre neandertales y auriñacienses sapiens. En un primer momento parece factible que los auriñacienses hubieran explotado paisajes diferentes a los que eran propios de los neandertales. La competencia entre unos y otros en lo tocante a la caza (cuyas diferentes estrategias denotan estructuras sociales distintas) debió ser, en consecuencia, poco frecuente en un comienzo. Sin embargo, más capaces de forjar ámbitos de poder y redes sociales con sostenimiento simbólico, los auriñacienses crecieron en población, de tal manera que la competencia por los recursos, necesariamente tuvo que aumentar. Su ventaja demográfica pudo haber sido decisiva y haber conllevado la extinción de los neandertales chatelperronienses.
También es bastante probable que los nuevos auriñacienses hubieran traído consigo un lenguaje moderno. Pudo haber habido una comunicación verbal entre ambas comunidades de homínidos, aunque hubiese sido en un nivel cotidiano y bastante simple.
Algunos de los aspectos que los neandertales chatelperronienses no tomaron de los sapiens auriñacienses fueron las técnicas avanzadas de caza, la realización de imágenes y los entierros con presencia de enseres elaborados y, por tanto, muy ritualizados. Los adornos corporales y las inhumaciones se asocian con la construcción, y expresión, de un tipo de sociedad jerarquizada, impensable entre los neandertales. El hecho de que la cultura neandertal hubiera absorbido esporádicamente algunos ornamentos corporales auriñacienses pudo haberse debido a una búsqueda de un parecido superficial en relación a los más complejos auriñacienses. Muy probablemente también, el tipo de conciencia neandertal era diferente a la de las gentes del Paleolítico Superior, lo cual incapacitaría a estos chatelperronienses para la conformación de elaborados enterramientos o para la creación de imágenes. Sus imágenes mentales serían diferentes, y más limitadas en su acción. Las sofisticadas imágenes mentales auriñacienses podrían extenderse y hallar expresión en representaciones bidimensionales de objetos tridimensionales. Los neandertales simplemente no podrían comprender este tipo de imágenes.
La capacidad auriñaciense para formar, tener en consideración y manipular imágenes mentales en contextos sociales y de concebir, así, un reino espiritual (y de preparar a los fallecidos para tal reino) viajó con ellos hasta la Europa occidental, pues de hecho son los responsables de enterramientos y de la elaboración de estatuillas presentes en yacimientos del este y el centro de Europa. Se podría inferir que se habrían dado cuenta de que los neandertales chatelperronienses no poseían tales capacidades. Un tipo de conciencia distinto y un poder de creación de imágenes mentales con fuertes intereses sociales sería, potencialmente hablando, un relevante rasgo distintivo de su sociedad frente a la neandertal. No sería extraño imaginar que pudo haber engendrado un sentimiento de superioridad auriñaciense sobre los chatelperronienses y haber servido de catalizador de las relaciones entre ambos grupos.
La producción de arte figurativo de parte de los sapiens auriñacienses, a partir de sus imágenes mentales, afirmarían su predominio social frente, y sobre, los neandertales chatelperronienses. Entre 45000 y 35000 años antes del presente los neandertales del Chatelperroniense tuvieron que enfrentar un mundo nuevo de relaciones sociales (aquellas auriñacienses). Se trataba de enfrentar nuevas y más complejas comunidades sociales de sapiens, que incluían formas de simbolismo que señalaban posibles formas de vida más eficaces que las neandertales. Tales nuevos y sofisticados componentes estaban fuera del alcance neandertal. Algunos componentes de la vida auriñaciense podían ser imitados, como la fabricación de útiles o el adorno corporal, aunque de este último no serían capaces de entender su pleno significado. El neandertal del Chatelperroniense no estaría mentalmente equipado para abordar ciertos comportamientos auriñacienses (enterramientos elaborados, creencias espirituales o creación de imágenes). Sería, en definitiva, una deficiencia que se podría atribuir a un tipo específico de conciencia (la del auriñaciense) y no tanto a una inteligencia inferior (la neandertal).

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB. FEIAP-UGR, noviembre 2017.

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