16 de septiembre de 2021

Monstruos míticos en la Roma de la antigüedad


Imagen: memento mori, mosaico hallado de Pompeya, que simboliza la Rueda de la Fortuna. Datado en el siglo I a.e.c., hoy se encuentra en el Museo de Nápoles. 

La presencia de seres sobrenaturales, entre ellos difuntos pero también entidades monstruosas, parecen ser el resultado de una metafórica codificación de antiguos y enraizados miedos, angustias, malestares primordiales, esperanzas e ilusiones, como una forma de sublimar el más acá. Las variadas manifestaciones posibles de lo numinoso estaban tan presentes en la vida de los romanos como cualquier otro aspecto cotidiano y real. Se trataba de un fundamento más de la propia existencia, de la dimensión sobrenatural de dicha existencia. El miedo al monstruo, al difunto o al fantasma expresaba una intuición acerca de la propia existencia humana.

En la vida real del romano de a pie solamente se encontraba la naturaleza humana, en la que habitaban monstruos de distinta consideración, una naturaleza impregnada de un malestar o desconsuelo esencial y primigenio sobre el que no existía esperanza alguna. La realidad de la vida era angustiosa y oscura, y en ella habitaban monstruos evocadores del caos y la disolución. Sobrellevar el monstruo antiguo primordial implicaba dotarlo de un rostro que permitiese transformarlo en algo más definido que posibilitase su ubicación en espacios y contornos más controlables en los que el miedo pudiese ser medianamente conjurado a través de la magia o diferentes rituales.

La tradición popular romana estuvo poblada por un buen número de monstruos. Las narraciones populares y relatos que contenían tales entidades eran considerados patrañas para entretener que reflejaban la incredulidad y, sobre todo, la ignorancia de las clase más humildes. Se hizo notable la presencia de las estriges, unas aves de rapiña comedoras de carne humana o también brujas y hechiceras convertidas en ave a través de actos mágicos; de licántropos o versipelles, hombres lobo cuyas leyendas pudieron estar muy presentes en la más arcaica tradición itálica, así como de dragones, habitantes de lugares despoblados de humanos o moradores de oscuras cuevas y que resultaban ser una evidente amenaza a caminantes, viajeros y mujeres.

La primera mención literaria de la alimaña denominada estrige la encontramos en Plauto (Pséudolo, 800-836), en tanto que su relación con los lactantes la hallamos en Plinio el Viejo (Historia Natural XI, 95, 231 y ss.). Si estas terribles aves amamantaban a infantes tal vez fuese para envenenarlos o como una expresión de las nodrizas inhábiles. La más relevante de las leyendas itálicas sobre las estriges que atacan a lactantes se constata en los Fastos (VI, 130-168) de Ovidio, en donde el bisabuelo de Remo y Rómulo, de nombre Procas, rey de la mítica Alba Longa, que antecede a Roma, es la víctima. Será una ninfa, de nombre Carna (una antigua deidad itálica, tal vez lunar) la que le salve de estos seres maléficos. Es tentador comparar estas fabulosas estriges con las arpías que atosigan a Fineo en la saga de los Argonautas de Apolonio de Rodas, unas aves monstruosas con rostro femenino. En la erudición cristiana posterior, concretamente en San Isidoro (Etimologías XI 3-4), serán concebidas como seres humanos metamorfoseados gracias a brebajes o hierbas mágicas con el único objetivo de rapiñar. Otras menciones de las estriges se hallan en Tibulo (Elegías, I, 5, 47, en esta ocasión cantora) y en Lucano (Farsalia, VI, 520).

Tal vez el licántropo más reconocido es el que aparece en la cena de Trimalción del Satiricón (60-62), del afamado Petronio. La transformación en lobo de un soldado provoca la huida del animal hacia el bosque así como un ataque a un rebaño de ovejas, hasta que un esclavo lo alancea en el cuello. Vuelto a su humanidad, es atendido de la herida infligida previamente como animal. Tibulo, el mencionado poeta lírico del siglo I a.e.c. cuenta, en un contexto impregnado de brujería amatoria (Elegías I, 5, 38-60), la manera en que una alcahueta, en el fondo una bruja, posee mágicos poderes para convertirse en lobo. Otro hombre lobo famoso es, sin duda, el Meris de Virgilio. En las Églogas (VIII, 94-99),  Virgilio narra cómo el pastor Anfesibeo acude a una bruja con la intención de que le conceda los favores de su amada Dafnis. En este contexto se menciona la metamorfosis lobuna de Meris, obra, tal vez, del consumo de ciertas hierbas alucinógenas. Virgilio parece partir en esta oportunidad del Idilio de las hechiceras de Teócrito, autor del siglo III a.e.c., en donde una mujer despechada por su amante intenta atraer de nuevo sus favores  mediante poderosos encantamientos.

En el mundo romano, los dragones formaron parte activa de su marco tradicional y legendario. Uno de los casos más célebres es el del dragón de la ciudad de Lanuvio, próxima a Roma (Propercio, Elegías IV, 6, 4-15) asociado con el motivo folclórico de la doncella que entran en la morada de la entidad, generalmente una oscura caverna. Otro notable ejemplo es el dragón del Asno de Oro de Apuleyo (VIII, 18-22), que resultó ser un malévolo brujo que tenía por costumbre devorar caminantes. Un motivo común, propio de la fábula, es el de la figura del dragón que custodia oro, objetos y lugares preciados. Se trata de un motivo muy activo en el acervo folclórico de las poblaciones del Mediterráneo. En tal sentido, debe mencionarse la fábula moral de la zorra y el dragón de Fedro (Fábulas IV, 21). En la mitología griega, cabe recordar, ya estaba muy presente el motivo del dragón que cuida y protege un objeto de gran valía, como el caso de Ladón, un dragón de cien cabezas, protector de las famosas manzanas de oro del Jardín de las Hespérides, o el no menos célebre dragón de la Cólquide, que velaba por el ansiado vellocino dorado. Por su lado, el folclore tradicional romano menciona tesoros escondidos bajo tierra que son custodiados por genios denominados incubones, de quienes Tertuliano afirma (Sobre el alma, 44) que eran los responsables de las siniestras pesadillas.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-FEIAP-UFM, septiembre, 2021.

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