30 de marzo de 2021

Ilirios: Indoeuropeos en conflicto




Imágenes (de arriba hacia abajo): plato balcánico con la presencia de guerreros ilirios con panoplia del tipo hoplita; moneda iliria datada entre 190 y 175 a.e.c., con jinete y escudo redondo y; casco en bronce del tipo ilirio, datado en el siglo VI a.e.c.

¿Hubo una original tribu iliria?. Si se estima afirmativamente el interrogante, los griegos habrían contactado con un relativamente pequeño grupo ilirio ubicado en el norte del Épiro, si bien muy pronto se aplicó tal denominación a una población de mayor calado estacionada en el occidente de Macedonia y al sur del río Danubio. Estos ilirios hablaban una lengua indoeuropea, hecho que sugiere que procedieron de algún lugar del noreste, acompañando a otros migrantes prehistóricos que hablaban el mismo lenguaje.  

Sin embargo, la continuidad de su cerámica desde las épocas más arcaicas hasta la Edad del Hierro, parece sugerir que se estaría delante de una población autóctona. En cualquier caso, existe la posibilidad de que oleadas de invasores o migrantes indoeuropeos trajesen consigo cambios en la lengua mientras la mayoría de la población original permanecía en su lugar originario (al modo de lo acontecido con los invasores normandos sobre el inglés). A la compleja situación etnográfica en Iliria ha de sumarse, además, que la arqueología señala que hubo un influjo de pueblos en la segunda Edad del Hierro que introdujeron elementos célticos propios de la cultura de Hallstatt[1]. Así pues, estaríamos en presencia de diferentes tribus con distintos dialectos que compartirían aspectos de una común cultura, a pesar de que las fuentes clásicas los muestran como una unidad.

La mitología griega acude, una vez más, en nuestro auxilio, pues indica que el nombre de Iliria procede de un hijo de Cadmo, el fundador de Tebas. El niño habría nacido mientras su padre estaba combatiendo las tribus del noroeste. Más tarde se convertiría en soberano. No obstante, en otras versiones se afirma que lo más probable es que los ilirios fuesen hijos del cíclope Polifemo, lo cual les conectaría con el ámbito agreste, salvaje e incivilizado[2]. De este modo se explicaría cómo los griegos y macedonios usaban la palabra ilirio en combinación con aquella referente a problema, pirata, incursión o ataque, además de preguntarse acerca del modo útil que debería emplearse para disminuir los hábitos predatorios de estas gentes.

Una de las tribus ilirias recibió el apelativo de Liburni, un pueblo marítimo que habitaba lo que hoy es la costa de Croacia, con fama de ser avezados piratas y hábiles comerciantes. Los griegos utilizaron, no sin ironía, la palabra libyrnis para referirse a una ágil y muy veloz galera, capaz de esconderse con garantías en la escarpada “costa iliria”. Esos navíos sembraban el terror en el mar Adriático a todo aquel que se aventurase en algún periplo entre Grecia e Italia. Los botes liburnios todavía llegaron a ser usados por el ejército romano, tal y como aparece reflejado en los relieves de la Columna Trajana. Fueron empleados, en consecuencia, en las guerras contra los Dacios.

Lo que estos Liburni tuvieron en común, no obstante, con otras tribus ilirias, es motivo de denso y acalorado debate. De hecho, un pueblo ilirio llamado los dálmatas habitaba en las cercanías de esos Liburni, si bien tenían una cultura de base pastoril. Mientras los Liburni eran, entonces, sofisticados comerciantes, los Dálmatas se nos aparecen como gentes que viven en cuevas o chozas centradas en su actividad como pastores.

En sus repetidos asaltos contra griegos y macedonios, los ilirios colaboraban, en muchas oportunidades, con otro pueblo relacionado con ellos, llamado Dardani en las fuentes clásicas. Además, más al norte, también otro pueblo estuvo afiliado con los ilirios. Se trata de los Panonios quienes, como los otros pueblos ilirios, eran iletrados y por ellos apenas han dejado vestigios en el registro arqueológico. Tales improntas revelan apenas que eran una cultura simple (como, se supone, la mayoría de los ilirios), que combinaba en sus quehaceres cotidianos la agricultura con los asaltos en busca de botines. Vivían en tribus y en bandas de base familiar, siendo enterrados juntos en grupo. Los guerreros se inhumaban con sus armas. Sin duda, estuvieron más expuestos a los influjos culturales célticos que los ilirios de la costa.

En la época romana los ilirios actuaron ya como una unidad. De hecho, hacia mediado el siglo III a.e.c., un tal Agron, líder ilirio en la región de la actual Montenegro, habría hecho confluir varias tribus ilirias en un reino común. Ahora aliados con los macedonios (y no como rivales), participarían en un ataque macedonio al suroeste de Grecia. La viuda de Agron, de nombre Teuta, expandiría las razzias marítimas ilirias hasta lugares como la antigua Corcira (Corfú), demostrando con ello ciertas posibles aspiraciones de dominio, en tanto que siempre se había creído que la isla había pertenecido a “Iliria” hasta la llegada de los colonos griegos.

Desde aquí podían amenazar el comercio marítimo, algo que la potencia romana no consentiría. Así, en 229 a.e.c. los romanos organizaron una primera expedición militar al oriente de la península itálica contra los ilirios, la primera de varias, que acabaron por ser conocidas con el nombre de Guerras Ilirias. Aun tras la conquista romana de Macedonia, Grecia y Asia Menor, los romanos seguían enfrentados a los ilirios. Las dificultades del terreno y el factor, no de escasa relevancia, de la descentralización de las tribus ilirias hacían complicada la conquista por parte romana, en especial porque los ilirios combatían con un sistema de guerrillas.

En el año 6 se produjo una poderosa rebelión contra Roma, en virtud de que Dálmatas, Panonios, Liburni, y otras tribus menos renombradas, como los Breuci (la tribu dirigida por Bato el Breuciano), los Pirustas de Dalmacia y los Iapodes (llamados también Carni, una tribu céltica), hicieron causa común frente al romano. Casi cuatro años le llevó a Tiberio sofocar la rebelión. La región se convirtió en la provincia romana de Iliria, posteriormente dividida en las de Pannonia y Dalmatia. Los ilirios acabarían, por tanto, muy romanizados, hasta el punto que cuando Roma estuvo en serio peligro de caer en las redes de los continuados asaltos bárbaros, varios de los llamados emperadores ilirios (de Panonia sobre todo), lograron estabilizar el imperio. Se trata de emperadores del talante de Decio, Claudio Gótico, Aureliano y el gran Diocleciano. Significativamente, tras la caída de Roma fue otro ilirio (Justiniano I, en el siglo VI), quien tomó las riendas del imperio Bizantino. Destruidos finalmente por jinetes eslavos, desaparecen de la historia hacia el siglo VII.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-FEIAP-UFM, marzo, 2021.



[1]La  filiación étnica de los ilirios es muy dudosa. No hay claridad al respecto de que fuesen una continuidad de la llamada Cultura de Lusacia. Resulta más complicado definir una unidad étnica iliria en la época de la Cultura de Urnas. Probablemente los ilirios corresponden a una etapa de pueblos danubianos de la Edad de Bronce, período paralelo al de las poblaciones de los túmulos y tal vez de los lusacianos, cuyas relaciones mutuas habían ocurrido antes de la expansión de la mencionada Cultura de las Urnas.

[2] Muchas han sido las fuentes clásicas que han dejado su impronta acerca de los ilirios, como es el caso de Cicerón, Diodoro, Apiano, Heródoto, Justino, Plutarco, Estrabón o Polibio. La gran mayoría intentaron explicar su origen basándose en la mitología griega y en su participación en los hechos históricos de mayor relevancia. Apiano menciona el origen mítico de los pueblos ilirios en el seno de la mitología, diciendo que el fruto de la unión de Polifemo y Galatea fueron Galas, Celtus e Illyrius, dioses epónimos (y origen, por tanto) de Galos, Celtas e Ilirios, respectivamente. Las primeras menciones de los ilirios históricos aparecen en fuentes griegas. Tal vez fue Escilax de Carianda, célebre por su periplo por el Índico y el Golfo Pérsico, quien recopiló las primeras descripciones en el Periplo del Pseudo-Escilax.

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