2 de junio de 2023

Heroínas perversas en la mitología griega. Clitemnestra y Medea (I)




Imágenes, de arriba hacia abajo: pélice ático de figuras rojas, datado entre 525-470 a.e.c., y atribuido al pintor de Berlín. Hoy en el Kunsthistorisches Museum de Viena; crátera-cáliz ática de figuras rojas, atribuida al pintor Dokimasia, y datada en 470 a.e.c. Hoy está en el Museo de Bellas Artes de Boston; kylix de figuras rojas del siglo V a.e.c., en donde se observa a Clitemnestra asesinando a la vidente Casandra y; ánfora lucana de figuras rojas, datada en 310 a.e.c. Representa la muerte de Clitemnestra a manos de su hijo Orestes.

Si hay dos heroínas perversas y asesinas en la mitología griega son Clitemnestra y Medea, en tanto que su crimen no obedece a un efímero rapto de locura, sino que es el resultado de una decisión totalmente calculada y fría. Son mujeres que no actúan poseídas por la divinidad sino que planifican sus actos personalmente.

Clitemnestra asesina a Agamenón, su esposo, cuando regresa de la guerra de Troya. Aparece mencionada en Homero, pero también es un personaje, a veces protagonista, de algunas tragedias. En Homero las mujeres deben ser respetuosas, sumisas, siempre al servicio del marido; una mala mujer sería la que no sigue este patrón. Hay una contraposición entre la esposa de Agamenón y Penélope. Ambas son dejadas solas por sus maridos para acudir a la guerra; las dos sufren en su reino el asedio de pretendientes que desean ocupar el lugar del esposo ausente. Pero mientras Penélope emplea su astucia en mantenerlos a raya, Clitemnestra acepta una unión adúltera con Egisto sin resistirse. Penélope recibe a Odiseo a su vuelta con una íntegra fidelidad, en tanto que Clitemnestra espera a Agamenón con la intención de matarlo con la ayuda de su amante.

Para Homero, la maldad (Clitemnestra) se manifiesta en una mujer, contaminando así a todo el género femenino. Cuando Odiseo se encuentra en el Hades con el alma de Agamenón, el rey aqueo se dirige a él con envidia, porque su mujer ha demostrado respeto y fidelidad, a diferencia de la suya tildada de adúltera y asesina.

Se contrapone aquí la actitud de Penélope, pasiva, sensata y con buenos pensamientos, quien recuerda en todo momento a su marido, con la de Clitemnestra, que es activa, meditando acciones perversas, incapaz de esperar y recibir, sino que mata. No rechaza a los pretendientes, aceptando un amor adúltero. La negativa actitud de Clitemnestra inspirará cantos de odio y hará recaer una mala fama sobre todas las mujeres.

En la Odisea, Néstor le cuenta a Telémaco el triste final del Atrida, aunque le atribuye el crimen a Egisto, si bien refiere la presencia de su hijo Orestes, que vengará a su padre, al asesinar a Egisto (también a su propia madre, aunque en este pasaje no se menciona). En la misma Odisea, en la asamblea de los dioses, al inicio del poema, Zeus se refiere a que los hombres se atraen sus propias calamidades, poniendo como paradigma a Egisto, que se casa con una mujer ya casada. Tampoco menciona a Clitemnestra. Únicamente cuando habla Agamenón hay referencia a la participación de Clitemnestra en el crimen. Egisto es quien trama el crimen, siendo ayudado por Clitemnestra.

En tal acción también se da muerte a Casandra. Agamenón se queja además del incumplimiento, por parte de la esposa, de los necesarios actos piadosos (cerrarle al difunto los ojos y la boca).

En la llíada, Clitemnestra aparece mencionada una única ocasión. En el momento en que Crises le reclama a Agamenón que le devuelva a su hija Criseida, a la que tiene como esclava en el campamento aqueo, el Atrida desprecia a su ausente esposa.

En Hesíodo, Clitemnestra aparece en el Catalogo de las mujeres, aunque sin indicar lo que la madre de Orestes había hecho para merecer la muerte.

En la tragedia, el autor trágico busca explorar los aspectos más escondidos del alma humana, siendo el crimen uno de los más misteriosos y atractivos. Así, ahora no se vitupera a la mujer malévola sin más, sino que se presentan mujeres que han padecido humillación o han sido abandonadas, sufriendo abusos por parte del marido, por lo que deciden vengarse. Se intentan explicar los motivos que impulsan a una mujer a ser una asesina. Son vistas en la tragedia como instrumentos del orden divino que castigan a un hombre que ha cometido alguna culpa. Esto no significa justificar moralmente sus acciones, si bien su exceso es tan heroico como el que caracteriza a otras heroínas con actitudes positivas, caso de Antígona. En tal sentido, la heroína trágica afirma su grandeza incluso alrededor de su maldad.

En la Orestea de Esquilo, Clitemnestra interviene de forma activa. Clitemnestra ejerce el rol del varón, pues es reina en ausencia del marido y, en consecuencia, no tendrá reparos a la hora de matar al Atrida con un hacha. En la primera parte de la obra, Agamenón, se advierte que la reina va a recibir a su esposo con respeto, dado que es el cometido de una esposa leal y fiel. A su llegada, aunque en el marco de la ironía trágica, el rey guerrero se siente halagado, aunque en realidad Clitemnestra le hace saber, con sus palabras, que será la justicia la que le conduzca a una mansión, pero la del Hades, el reino de los muertos, siendo ella misma quien lo haga, con ayuda de los dioses, porque es lo justo. Y es lo justo por el hecho de que el Atrida cometió el delito de sacrificar a su hija Ifigenia.

A punto de zarpar para Troya se encontraba la armada griega en Áulide. Agamenón cazó una cierva, vanagloriándose de que ni Artemis habría sido más certera. La diosa, por supuesto ofendida, provocó que el viento dejase de soplar y por ello la flota no podía hacerse a la mar. El adivino de la expedición reveló la necesidad de sacrificar una hija del Atrida para que volviese a soplar el viento. Agamenón ordenó buscar a su hija, diciéndole a ella y a su madre que Aquiles deseaba desposarla, pero en realidad la iban a sacrificar a los dioses. En la versión que sigue Esquilo se consuma el sacrificio, aunque en otras la diosa salva a Ifigenia sustituyéndola por una cierva.

Para Clitemnestra, el crimen de Agamenón es aberrante, intolerable, por ello aguardará pacientemente su regreso para vengarse, actuando en lo que entiende es justicia. Después de perpetrar el crimen Clitemnestra no muestra ningún arrepentimiento, pues entiende que la justicia se ha consumado y el asesino de su hija ha perecido. Hay que señalar aquí un detalle no menor. Para la mentalidad religiosa arcaica, el crimen de Agamenón es más grave que el de Clitemnestra, pues el Atrida derrama la sangre de su hija, su propia sangre, mientras Clitemnestra asesina a su marido, cuyo parentesco es político, no de sangre.

El derramamiento de sangre en la tragedia es una ofrenda, en forma de libación, a Hades, al que de modo sarcástico Clitemnestra llama Zeus subterráneo.

En la segunda parte de la trilogía, Coéforos, Clitemnestra recibe a un visitante que le notifica que su hijo Orestes ha perecido. En realidad, es del propio Orestes disfrazado, que se propone asesinarla. Ella siente profundo dolor cuando cree el engaño. Orestes mata a Egisto y luego a su madre, quien le suplica en vano. Esta cadena de crímenes y castigos finaliza en la tercera parte de la trilogía, las Euménldes, cuando Orestes, perseguido por las Erinias por su matricidio, llegue a Atenas, donde expiará su abominable crimen.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-AEEAO-UFM, junio, 2023.

 

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