7 de marzo de 2025

Monstruo y mitología griega en el arte antiguo: Polifemo



En esta breve aproximación a los seres monstruosos de la mitología griega reflejados en las artes, veremos tres interesantes representaciones visuales con el cíclope Polifemo como protagonista principal. La primera, es un mosaico del siglo IV, del vestíbulo septentrional de la Villa Romana del Casale, cerca de Piazza Armerina, en la isla de Sicilia.

Aquí, Polifemo, en una versión que le figura con tres ojos, está rodeado de su rebaño, y aparece con un carnero eviscerado sobre una de sus rodillas. Se representa un específico instante significativo, pero no convencional, que produce en el espectador un efecto excitante. Recibe una copa de vino de manos del siempre astuto Odiseo. Esta imagen ofrece la evocación más detallada de la cueva de los cíclopes que existe en el arte antiguo.

El cíclope lleva puesta encima una piel de ciervo como capa, lo que sugiere (como devorar la carne cruda) que es una criatura incivilizada, salvaje, bárbara, que no es hábil en las artes del tejido y que habita una cueva, como un animal. Mientras, la persona que le ofrece la copa de vino (Odiseo) porta una túnica corta, lo que india su procedencia de un ambiente más civilizado, al igual que los dos hombres de la esquina superior izquierda, que están preparando el vino.

Una de los carneros del rebaño de carneros y ovejas de Polifemo, que parecen pastar hierba a la entrada de la cueva, mira hacia el cíclope, estableciéndose una conexión. Aunque nada dramático está ocurriendo, los conocedores de la historia mítica de Odiseo y Polifemo saben que algo realmente dramático va a acontecer. Existe, por tanto, cierta emoción, pues el observador sabe que las consecuencias de esta aparentemente amistosa invitación a beber vino, serán terribles para Polifemo.

La segunda, es una pintura mural en la Villa de Agripa Póstumo, en el municipio de Boscotrecase, en Campania, concretamente en el panel del cubículo 19 de la llamada Habitación Mitológica. En un paisaje a la vez rocoso y marítimo se observa en el centro y a la izquierda, un Polifemo desnudo, con una flauta de pastor, que está sentado en un peñasco rodeado de su inseparable rebaño, mientras que la ninfa Galatea (sobre este personaje Luciano de Samósata, en Diálogos de los dioses marinos, Filóstrato en Imagines, Filóxeno de Citera, en Galatea, Teócrito en Idilios, el comediógrafo Nicócares, en Galatea, el poeta lírico Timoteo de Mileto, u Ovidio en Metamorfosis), se posa con tranquilidad sobre un delfín.

Esta nereida siciliana, objeto del deseo de Polifemo, rechazó al monstruo por el pastor Acis (luego deidad del río con esta mismo nombre). El cíclope, sin pensarlo mucho, le mató con una enorme piedra. No obstante, según Apiano en Historia Romana (en el libro V), Galatea y Polifemo tuvieron descendencia, que serían los epónimos de gálatas, celtas e ilirios (Galas, Celto e Ilirio, respectivamente).

No obstante, no hay ningún indicio de proximidad afectiva entre la singular pareja. A la derecha, a lo lejos, se observa otra viñeta de la historia de Polifemo, en tanto que se dispone a arrojar una roca a un barco que zarpa, presumiblemente el de Odiseo, en venganza por su cegamiento.

La tercera, se trata de una crátera cáliz de figuras rojas de Lucania, en el sur de Italia, fechada entre 415 y 410 a.e.c., del Pintor de los Cíclopes, que actualmente se encuentra en el British Museum londinense.

Muy probablemente la secuencia escenográfica estuvo inspirada en la única obra satírica de Eurípides que ha llegado hasta nosotros, titulada Cíclopes. En el centro de la escena, Polifemo duerme; un brazo se halla ubicado encima de su cabeza, mientras que el otro se apoya, con el codo, sobre el suelo, una forma habitual de representar figuras masculinas durmiendo en los sarcófagos. A su lado, una copa que debía contener vino. El cíclope posee un gran ojo abierto en el centro del entrecejo, mientras otros dos ojos normales están cerrados.

En la parte superior, Odiseo dirige a otros tres hombres que preparan el árbol que será usado para cegar al hijo de Posidón. Mientras, a la derecha, algunos sátiros con cola de caballo, parecen perturbar la acción. En la obra de Eurípides, los sátiros se ofrecen a ayudar a cegar el ojo del cíclope, aunque en el momento más crítico les falla el coraje necesario. Aunque todo acaba resolviéndose del modo habitual, el tono de la representación es más cómico que heroico.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-AEEAO-UFM, marzo, 2025.

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