ERUDITOS CONFUCIANOS. TEMPLO BAONING, SHANXI. ÉPOCA MING; PLATO DE CINCO COLORES, CON DISEÑO DE FÉNIX Y DRAGÓN. ÉPOCA MING
La insurgencia campesina y las rebeliones de tono religioso, de carácter milenarista, serán los exponentes populares que desembocarán en la constitución de esta relevante dinastía, cuyo desarrollo cronológico se enmarca entre 1368 y 1644. Este largo período dinástico supone, sin embargo, la centralización del poder del estado, la transformación del patrón social, y el establecimiento de una monarquía absoluta (que concentra bajo la autoridad directa del emperador los ministerios), y autocrática. El resultado natural de este autoritarismo centralizado fue el ascenso de los eunucos, cercanos a la familia imperial y a los asuntos de estado, y la autonomía del ejército, cuyos miembros pertenecían a ciertas familias de las colonias militares. No obstante, también fue una etapa próspera y pródiga, pues la ideología única y el gobierno autocrático motivaron una tendencia en el pensamiento y una nueva atmósfera que trajo consigo un florecimiento cultural significativo. Las primeras etapas Ming (Hongwu y Yongle de 1368 a 1424), fueron de recuperación económica, de aparición de nuevas instituciones y de expansionismo militar y diplomático. La segunda mitad del siglo XV, por el contrario, fue de repliegue y hasta de defensa. Sólo a comienzos del siglo XVI, las transformaciones económicas y socio-intelectuales, que chocan con la rigidez de las instituciones políticas, generarán una crisis comercial, artesanal y política, además de repetidas sublevaciones en masa que en el primer tercio del siglo XVII pondrán fin a la dilatada trayectoria dinástica.
La nueva orientación económica será la agricultura, en lugar del comercio, y la población será distribuida por funciones y regiones geográficas, aunque tal constitución social empezará a arruinarse cuando los cuadros del ejército empiecen a surtirse de mercenarios. La base de la organización fiscal, en virtud de un sistema de autogestión familiar, intenta asegurar colectivamente el mantenimiento del orden. En el campo desaparecen los pequeños propietarios, aumenta el número de arrendatarios, de campesinos errantes, y se conforma un grupo de desclasados, que engrosarán el número de mercenarios. Las familias más pobres caen bajo la dependencia absoluta de notables y de campesinos ricos.
Dos factores históricos, además del necesario control (mediante la adquisición de tributo) y combate de las tribus mongolas al norte de la Gran Muralla, y la influencia y poder de los eunucos en la corte, son relevantes durante el desarrollo de este período dinástico: los viajes de Zheng He hacia occidente, en el siglo XV, dentro del marco de las grandes expediciones marítimas, y la resistencia Ming frente a las incursiones de los piratas japoneses. La flota de Zheng He contaba con toda clase de adelantos técnicos, mapas y compases, así como con un nutrido grupo de marineros y sirvientes. Navegó, en seis o siete viajes durante el primer tercio del siglo XV, y mantuvo tratos comerciales con varios países en Asia (Arabia, Vietnam, India) y África (Somalia), reforzando así los lazos diplomáticos y los intercambios culturales entre la dinastía Ming y otros países y culturas. El aspecto propagandístico de la flota era evidente, pues a donde llegaba proclamaba el poder y la influencia dinástica e invitaba a los soberanos foráneos a enviar emisarios y tributo a la corte imperial. Gran número de emisarios, mercaderes y hasta gobernantes llegaron a China en esta época a través de las rutas que este navegante estableció. Nombre y ubicaciones de los lugares de la ruta fueron consignados en la obra Los mapas náuticos del propio Zheng He.
Desde finales de la dinastía Yuan, se constata la presencia japonesa en forma de generales y samuráis vencidos en las constantes guerras en el Japón feudal, exiliados en diversas islas y unidos a grupos de piratas que saqueaban sistemáticamente las costas de China. Estos marineros errantes japoneses fueron aumentando en número cuando las clases desfavorecidas chinas y algunos comerciantes que deseaban evadir las restricciones gubernamentales Ming se asociaron a los piratas. En 1547 la corte Ming designa a Zhu Wan, gobernador de Zhejiang, como encargado de los asuntos militares para defenderse de esta lacra, aunque no tuvo el éxito esperado. De hecho, los piratas se hicieron más osados, e incluso invadieron y arrasaron parte del litoral chino, robando a los pobladores. No fue sino hasta 1566, al mando de Qi Jiguang, que las victorias contra los piratas se hicieron definitivas, factor que permitió, de nuevo, la proliferación del comercio marítimo, que había sido suspendido.
Desde un ángulo intelectual y cultural la época Ming se caracteriza por los ataques a la escuela ortodoxa del neoconfucionismo y sus códigos éticos a través de los intuicionistas, movimiento heterodoxo de letrados independientes, partidarios de la escuela del espíritu, de la auto-existencia, la auto-valoración y de la percepción subjetiva, frente a la razón y el orden, lo que suponía cuestionar los escritos tradicionales de autoridad y confiar en el punto de vista propio. Los conocimientos científicos prácticos y la literatura urbana de diversión, en forma novelada (como Viaje hacia Occidente, Xiyouji, publicada en 1570), y la llegada de nuevos misioneros desde la cristiandad europea, en particular jesuitas, atrapados de un fuerte impulso adoctrinante, como el portugués Benito de Goez o Matteo Ricci, que establecen misiones en Cantón, Nanking, Suzhou o Hangzhou y que serán apreciados en la corte por sus conocimientos científicos matemáticos y cartográficos, completan la fértil vida intelectual Ming.
La anarquía, la ruina de las finanzas públicas, la debilidad del ejército y las divisiones internas, coadyuvarán con la presencia y triunfo de los enemigos exteriores, apoyados por algunos colaboracionistas internos que preferirán la presencia manchú a la posibilidad de que las recurrentes rebeliones campesinas puedan, eventualmente, triunfar. La presencia foránea será el fin de la dinastía Ming.
La nueva orientación económica será la agricultura, en lugar del comercio, y la población será distribuida por funciones y regiones geográficas, aunque tal constitución social empezará a arruinarse cuando los cuadros del ejército empiecen a surtirse de mercenarios. La base de la organización fiscal, en virtud de un sistema de autogestión familiar, intenta asegurar colectivamente el mantenimiento del orden. En el campo desaparecen los pequeños propietarios, aumenta el número de arrendatarios, de campesinos errantes, y se conforma un grupo de desclasados, que engrosarán el número de mercenarios. Las familias más pobres caen bajo la dependencia absoluta de notables y de campesinos ricos.
Dos factores históricos, además del necesario control (mediante la adquisición de tributo) y combate de las tribus mongolas al norte de la Gran Muralla, y la influencia y poder de los eunucos en la corte, son relevantes durante el desarrollo de este período dinástico: los viajes de Zheng He hacia occidente, en el siglo XV, dentro del marco de las grandes expediciones marítimas, y la resistencia Ming frente a las incursiones de los piratas japoneses. La flota de Zheng He contaba con toda clase de adelantos técnicos, mapas y compases, así como con un nutrido grupo de marineros y sirvientes. Navegó, en seis o siete viajes durante el primer tercio del siglo XV, y mantuvo tratos comerciales con varios países en Asia (Arabia, Vietnam, India) y África (Somalia), reforzando así los lazos diplomáticos y los intercambios culturales entre la dinastía Ming y otros países y culturas. El aspecto propagandístico de la flota era evidente, pues a donde llegaba proclamaba el poder y la influencia dinástica e invitaba a los soberanos foráneos a enviar emisarios y tributo a la corte imperial. Gran número de emisarios, mercaderes y hasta gobernantes llegaron a China en esta época a través de las rutas que este navegante estableció. Nombre y ubicaciones de los lugares de la ruta fueron consignados en la obra Los mapas náuticos del propio Zheng He.
Desde finales de la dinastía Yuan, se constata la presencia japonesa en forma de generales y samuráis vencidos en las constantes guerras en el Japón feudal, exiliados en diversas islas y unidos a grupos de piratas que saqueaban sistemáticamente las costas de China. Estos marineros errantes japoneses fueron aumentando en número cuando las clases desfavorecidas chinas y algunos comerciantes que deseaban evadir las restricciones gubernamentales Ming se asociaron a los piratas. En 1547 la corte Ming designa a Zhu Wan, gobernador de Zhejiang, como encargado de los asuntos militares para defenderse de esta lacra, aunque no tuvo el éxito esperado. De hecho, los piratas se hicieron más osados, e incluso invadieron y arrasaron parte del litoral chino, robando a los pobladores. No fue sino hasta 1566, al mando de Qi Jiguang, que las victorias contra los piratas se hicieron definitivas, factor que permitió, de nuevo, la proliferación del comercio marítimo, que había sido suspendido.
Desde un ángulo intelectual y cultural la época Ming se caracteriza por los ataques a la escuela ortodoxa del neoconfucionismo y sus códigos éticos a través de los intuicionistas, movimiento heterodoxo de letrados independientes, partidarios de la escuela del espíritu, de la auto-existencia, la auto-valoración y de la percepción subjetiva, frente a la razón y el orden, lo que suponía cuestionar los escritos tradicionales de autoridad y confiar en el punto de vista propio. Los conocimientos científicos prácticos y la literatura urbana de diversión, en forma novelada (como Viaje hacia Occidente, Xiyouji, publicada en 1570), y la llegada de nuevos misioneros desde la cristiandad europea, en particular jesuitas, atrapados de un fuerte impulso adoctrinante, como el portugués Benito de Goez o Matteo Ricci, que establecen misiones en Cantón, Nanking, Suzhou o Hangzhou y que serán apreciados en la corte por sus conocimientos científicos matemáticos y cartográficos, completan la fértil vida intelectual Ming.
La anarquía, la ruina de las finanzas públicas, la debilidad del ejército y las divisiones internas, coadyuvarán con la presencia y triunfo de los enemigos exteriores, apoyados por algunos colaboracionistas internos que preferirán la presencia manchú a la posibilidad de que las recurrentes rebeliones campesinas puedan, eventualmente, triunfar. La presencia foránea será el fin de la dinastía Ming.
Prof. Dr. Julio López Saco
15 de noviembre del 2010
2 comentarios:
Uy, mira, el último párrafo casi nos está mostrando la actualidad china más rabiosa. Parece que no pasa el tiempo, o sí, de manera pendular siempre volvemos al mismo sitio.
Un abrazo.
Si, verdad. ¿será que el ser humano no aprende nunca de sus propias circunstancias?. Un abrazo, Julio.
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