ABSTRACT
In
our world today we have this insistence mythical universe, full of authentic
myth-logical reformulations. The new modern mythologies, like those of the
past, have a character generator, liminal and transformative, while us back,
once again, the origin of things through the new heroes, deities and demigods
of market, celluloid and globalization. Postindustrial societies, the
information age, the postmodern or new scientific and technological revolutions
are still periods of transition from mythical-symbolic wealth. In our
contemporary myths found as metaphors, tropes and images in countless elements
of thought and practice. Its elements are present in the lifestyles in
ethnicities and identities, and still exert a hypnotic power.
No podemos dejar de creer, pero también es menester demostrar, en la presencia incisiva del universo mítico en nuestro mundo contemporáneo, plagado de auténticas reformulaciones mito-lógicas. Las nuevas mitologías modernas, como aquellas pasadas, poseen un carácter genésico, liminal, transformador y transicional, en tanto nos remiten al origen de las cosas a través de nuevos héroes, deidades y semidioses del mercado y de la globalización, reinando en una audiencia sometida al imperio de la imagen, el audiovisual y la electrónica. Las sociedades posindustriales, la era de la información, la posmodernidad o las nuevas revoluciones científico-tecnológicas no dejan de ser períodos de transición de gran riqueza mítica y simbólica. Incluso el denodado esfuerzo academizante por responder cualquier cosa (pretensión absolutista de encerrar en un sistema los mitos modernos cotidianos), se configura como una fuente de la nueva mitología: el mito de la desmitificación.
Aunque hoy no hallamos mitos en
forma de narrativas coherentes, sí los encontramos como metáforas, tropos e
imágenes en muchos rasgos del pensamiento y la práctica. Sus elementos están
presentes en los estilos de vida, en las etnicidades y en las identidades. Los
encontramos en las ideas íntimas y personales sobre lo que somos (el mito del
individuo como un agente libre, sin ir más lejos), así como en las
representaciones comunales sociales y políticas, tal y como ha pasado con el
mito del Sueño Americano. El material tradicional mítico ha sobrevivido como
colecciones de motivos y secuencias. En la sociedad de consumo, lo ficcional y
los reinos de la imaginación mitológica representacional se vinculan
cercanamente al consumismo. La buena vida, la juventud, la belleza o la familia
feliz, son imágenes estereotípicas modernas que circulan en la sociedad de
consumo, si bien son mitemas que escasamente pueden aparecer en secuencias
articuladas en la narrativa. No obstante, como combinación de mitemas, funcionan
como subtextos escondidos, o como espacios utópicos en el discurso político o,
incluso, como reinos trascendentes de verdad en la ideología New Age. La ficcionalización del mundo
moderno es una patente realidad. La televisión, por ejemplo, ha dejado de
imitar la vida real, y ha comenzado a reproducir ficción. Como equivalentes
ficticios de las cosmologías tenemos ahora burbujas de inmanencia y medios
ambientes creados y ficcionalizados.
Vamos a ser un poco más
específicos. Son los mass media y el star system dos de los principales
mecanismos contemporáneos productores y poderosos fomentadores de ídolos e
idolatrías colectivas, verdaderas factorías de lo histórico. Los medios de
masas actúan como mitos en virtud de que su presencia no solo testimonia, reproduce
y amplifica unos acontecimientos, sino que incide en la producción de lo
“histórico”. Gracias a su poder, nuevos dioses y héroes, así como mitos
plurales, coyunturales y efímeros transitan las ondas y las imágenes,
haciéndose instantáneos y provocando rechazos globales o emocionales
identificaciones masivas, pautas de comportamiento, rituales mundiales de
consumo y hasta verdaderos delirios colectivos. De ese modo, la televisión, la
radio, el cine, la publicidad, internet, son generadoras de politeístas
mitologías en las que abundan una enorme cantidad de signos, gestos, ídolos,
metáforas, deseos y, lo que es más relevante (¿preocupante?) fugaces normas de
comportamiento individual y social. Las estrellas de los espectáculos musicales
o cinematográficos, las personalidades con cuerpos que destilan deseos
eróticos, los rutilantes ejecutivos exitosos o los grandes campeones deportivos
no dejan de ser versiones modernizadas del héroe, ese de las mil caras, que
delineó J. Campbell. Pero se trata de una heroicidad que depende de la
telegenia, del don de gentes y de la poderosa publicidad en los diferentes
medios; son héroes de escala planetaria, global, horneados para su inmediata
adoración pero también deglución. Actúan como líderes que persuaden, que intentan
convencer, pero no únicamente por medio del mensaje ideológico o del político,
sino a través de los medios electrónicos.
Nuestra sociedad occidental ha
parido uno de los más deslumbrantes y activos panteones de la modernidad a
través del star system, que ha
moldeado, educado, nutrido y seducido a varias generaciones por mediación de
las fantasías y ficciones cinematográficas, vividas colectivamente pero también
individual y privadamente, al amparo de la oscuridad física y la temporal
evasión psíquica. Las mitologías fílmicas son, en buena medida, nostálgicas,
referidas a una arcadia, edad de oro o paraíso primigenio mítico, que recuerda
los arcaicos cultos a los antepasados. Los viejos héroes del celuloide se
divinizan y, con ello, destilan una nostalgia no vivida cuyo conocimiento (o
re-conocimiento re-formulador) se lleva a cabo por la televisión, los cómics,
las revistas o los ágiles medios electrónicos. No se libra la economía, la
religión y la ideología de los procedimientos del star system. El político de hoy se fabrica, nace a la vida pública,
envuelto en una aureola mítica (como el mito de Kennedy, fraguado en las
cadenas televisivas), en tanto que la política y las ideologías que la
acompañan se desmarcan del campo discursivo de la escritura y de la oralidad de
la oratoria para instalarse en el sonido, en la imagen; por tanto en la
representación.
Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB, Caracas
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