28 de septiembre de 2018

Hallazgos arqueológicos (IV): estatuilla del tesoro de Macon



La estatuilla de la imagen fue encontrada en 1764 formando parte de un tesoro descubierto en Macon, al sureste de Francia. En el depósito se hallaron otras siete figuras que representaban deidades, platos de plata, diversas joyas de oro y casi treinta mil monedas de plata y oro. Probablemente el tesoro, escondido a mediados del siglo III, proceda de un santuario domestico; esto es, un lararium, de una gran villa. Las estatuillas pudieron servir como ornamento de mesa en festines suntuosos (recuérdese la descripción del festín de Trimalción, en Petronio, por ejemplo). La estatuilla de la foto, en plata dorada, hecha en la Galia mediado el siglo II, muestra a Fortuna (en la zona donde fue hallada pudo identificarse esta deidad con Tutela, diosa protectora local), que mantiene una patera (un plato de libación) en su mano derecha, mientras que en su mano izquierda porta una doble cornucopia, ambas coronadas con las cabezas de Diana y Apolo, respectivamente. A sus pies se puede observar la presencia de un pequeño altar. Sobre su cabeza, Fortuna lleva una corona amurallada (símbolo de protección de una ciudad, tal vez Massilia en este caso). A lo largo de sus alas se encuentran los bustos de Cástor y Pólux, hijos gemelos de Júpiter, cada uno de ellos con una estrella en su cabello. Más arriba, una suerte de yugo con siete bustos que representan las deidades de los días de la semana (Saturno, Sol, Luna, Marte, Mercurio, Júpiter y Venus). Fortuna, la versión romanizada de Tyche, fue, en el período helenístico, una deidad guardiana de muchas nuevas fundaciones urbanas. Los dioses de los días de la semana son también una innovación helenística, traída, eso sí, desde Babilonia. Tanto ellos, como los Dióscuros pueden conectarse, en fin, con el incremento de un interés en la astrología en la Galia durante el siglo II. Conviene recordar, finalmente, que Fortuna gozaba, desde muy antiguo, de gran predicamento en algunas ciudades del Lacio, como Praeneste y Antium, donde se convirtió en diosa poliada, como garante de la existencia de la ciudad. Fue una diosa primigenia, madre y a la vez hija de Júpiter, según la teología desarrollada en su santuario prenestíno. Fortuna era, de cualquier modo, multifacética, en tanto que a la vertiente política se añadían otras perspectivas que la presentaban como divinidad guerrera, curotrófica y del destino.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB. FEIAP-UM, septiembre 2018.

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