4 de agosto de 2020

La Utopía de Shennong: mito y poder en la antigua China



Imagen: Shennong, el divino agricultor, relieve del santuario de Wu Liang, de época Han (206 a.e.c.-220). En la leyenda se alude al hecho de que enseña la agricultura y abre la tierra (con el recurso técnico del arado), para sembrar mijo. Esta divinidad, generalmente confundida con la deidad o emperador del fuego Yandi, fue racionalizada como un sabio rey, símbolo de la “dinastía ideal” y de la feliz y estable edad dorada de la mítica historia china antigua.

Shennong, el Agricultor Divino, es un legendario inventor de la agricultura. En los calendarios regios aparecerá como un dios de los agricultores. Su presencia marcaría una etapa del proceso que se llevaría a cabo a todo lo largo de la edad clásica, la invención o la adopción de emperadores míticos, prehistóricos, que representan novedosos ideales filosóficos o políticos. Confucio introduciría a los reyes predinásticos Yao y Shun, que la primera literatura Zhou no menciona, en calidad de predecesores de Yu, el fundador de la semi-mítica dinastía Xia-Yin.
El nombre de Shennong aparece en el siglo IV a.e.c., representando un ideal político coherente y singular. Hasta bien entrado el siglo II a.e.c., en toda la literatura aparece destacado en calidad de jefe de un imperio descentralizado de diminutos feudos, que él mismo ara con sus propias manos, reinando en paz universal, sin el empleo de ministros, leyes o castigos.
Su labor como gobernante se limita a enseñar la agricultura, inspeccionar los campos y garantizar el mantenimiento de una reserva constante de cereales, almacenándolos durante los buenos años y proponiendo su distribución durante los aquellos precarios. La Utopía de Shennong (o El Camino de Shennong) remite a un ideal campesino que parece originarse fuera de la clase gobernante.
Shennong ingresó en la historiografía confuciana a través del Gran Apéndice del Yijing, aunque únicamente en calidad de inventor de la agricultura y del mercado, no en relación a sus “cuestionables” (y pintorescos) métodos de gobierno. En el Guanzi, texto legalista, se dice que los emperadores que se encuentran en los Documentos hacen un total de ocho, pero a Shennong no se le incluye entre ellos, porque en su tiempo no existían las clases sociales y, en consecuencia, un hombre no podía tener a otro como su empleado. Conviene recordar que el primer agricultor, Shennong, así como su predecesor Fuxi, el primer cazador, mantenían el orden sin necesidad de recompensas o castigos, órdenes o restricciones.
La utopía de Shennong resuena como una suerte de orden anarquista fundamentado en la confianza mutua dentro de las comunidades pequeñas. En este caso concreto, habría que preguntarse qué función le corresponde al emperador así como a los nobles que no mandan, ni legislan, dan recompensas y castigos, ni hacen la guerra. La respuesta es que sus funciones se encuentran en el seno de la agricultura. El Camino de Shennong implicaría una combinación de lo práctico con lo ingenuo. En tal sentido, sugiere la perspectiva de los campesinos, que no entienden por qué el gobernante no habría de trabajar para ganarse el sustento como ellos. De tal modo, si lo hiciera, no tendría motivo para apropiarse de parte de la cosecha de otros ni tendría tiempo para embarcarse en guerras.
El ideal de los seguidores de Shennong es el propio de un mundo de comunidades aldeanas en las que un ser humano puede confiar en la palabra de sus vecinos sin necesidad de juramentos, pactos o convenios; en donde únicamente el que está ocioso hace el mal. Las costumbres y tradiciones locales resuelven las disputas mejor que la propia ley. Esas comunidades estarían gobernadas por líderes que aran sus propios campos y a los cuales se obedece en virtud de que se entiende perfectamente el sentido de sus decisiones.
Estaríamos, por consiguiente, ante el ancestro de todo el utopismo chino. Como manual práctico de agricultura, el Shennong incidió en el movimiento de los legalistas, que proponía un despiadado autoritarismo y para el cual las principales preocupaciones del Estado eran la agricultura además de la guerra. No por casualidad, el manual de agricultura sería una de las categorías exceptuadas de la célebre quema de libros de 213 a.e.c. por mandato de Qin Shihuang y su fiel ministro Li Si.
Se decía que en la época de Shennong, la gente se alimentaba con el arado de los hombres, se vestían con los tejidos de las mujeres, y él mismo reinaba sin emplear castigos ni administración, sin recurrir a las armas yo las armaduras. Cuando Shennong murió, la fuerza fue aprovechada para conquistar al débil y oprimir a la minoría. Habría de ser el no menos famoso Emperador Amarillo (HuangDi), el que instituyera las formalidades del gobernante y ministro, así como las de superior e inferior, además de las ceremonias para padres e hijos, para ancianos y jóvenes, o la unión de parejas en forma de marido y mujer. Por supuesto, emplearía armas y armaduras, con lo cual, se impondría un cambio de era.
En la etapa de Shennong todos se alimentaban del arado, se vestían con lo que tejían, y no había maldad en sus corazones. Sin embargo, el Emperador Amarillo sería incapaz de mantener la armonía, peleando contra Chiyou en el campo de Zhuolu, y derramando sangre por doquier. Aparecieron Yao y Shun y se instituyeron ministros. Desde entonces, los hombres se aprovecharán de la fuerza para intimidar al débil, para oprimir a la minoría. Tanto es así que desde Tang y Wu, ambos fundadores de las dinastías Shang y Zhou, respectivamente, todos serán de carácter conflictivo. En definitiva, se entiende que el Emperador Amarillo es el inventor del Estado y la guerra, aunque su reino no dejará de ser el principio del declive. Por consiguiente, Shennong sería el último de los gobernantes de una edad utópica cuyos comienzos de pierden en nebulosos tiempos inmemoriales.

Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, agosto, 2020.

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