El
más que famoso relieve de Behistún fue tallado en lo alto de un acantilado en
los montes Zagros, en el camino que llevaba de Babilonia a
Ecbatana. Dicho relieve muestra un victorioso rey Darío con su pie izquierdo
encima de un falso Bardiya, que yace en el suelo, y frente a nueve hombres
atados, identificados en los epígrafes como reyes rebeldes. El último de estos
soberanos, de sombrero puntiagudo, es el monarca escita. Encima de la fila de
cautivos permanece la figura todopoderosa del dios Ahuramazda (representado
como Faravahar). Debajo y a cada lado del relieve están inscritas las tres
versiones del texto, en persa antiguo, elamita y acadio.
El
texto en persa antiguo se distribuye en cuatrocientas catorce líneas en cinco
columnas; el elamita incluye quinientas noventa y tres líneas en ocho columnas,
en tanto que el babilonio ciento doce líneas. Sería un oficial del ejército
británico, de nombre Sir Henry Rawlinson, quien transcribiese la inscripción en
1835 y 1843. La primera referencia histórica de la misma proviene de Ctesias de
Cnido. Tácito también la menciona, incluyendo la descripción de monumentos
auxiliares en la base del acantilado. Asimismo, Diodoro de Sicilia menciona el Bagistanon aunque afirma que fue
inscrito por la reina Semíramis de Babilonia. Durante mucho tiempo, se creyó
que la inscripción procedía del reino de Cosroes II, pues una leyenda narraba
que había sido creada por Farhad, una amante de la esposa de este rey. A fines
del siglo XVI la inscripción fue vista por el inglés Robert Sherley durante una
misión diplomática en Persia en nombre de Austria. La erudición de la Europa
Occidental, creyó en esos tiempos que se trataba de un relato de la ascensión
de Jesús, o bien de Cristo y sus apóstoles, de las tribus de Israel o, incluso,
del rey Salmanasar I de Asiria.
El
texto explica, en el fondo, cómo Darío[1]
llegó a ser rey de Persia, justificando la apropiación del trono como un
retorno de la realeza a la legítima dinastía aqueménida. Las batallas que
relata contra diversos rivales en diferentes regiones del imperio evidencian la
confusa situación acontecida tras la muerte de Cambises. ¿Qué fue lo que
ocurrió?. Resulta interesante constatar la creación de un mitificado relato de
auto justificación de parte de Darío para hacerse con el trono.
Cambises
parece que no tuvo heredero, de forma que cuando se quedó en Egipto después de
su conquista, su hermano menor Bardiya pretendió el trono. Cambises
regresó pero (a decir de Heródoto), murió de camino. Bardiya no logra poner a
la élite persa de su lado y por tal motivo es asesinado. Es este el momento
preciso en que Darío se apodera del trono, aunque carecía de derecho legítimo
sobre él. Procede entonces a inventar un cuento bastante alambicado para
explicar lo que había pasado. Cambises habría matado a Bardiya antes de ir a
Egipto, y durante su ausencia un sacerdote, Gaumata, habría incitado a la
rebelión alegando ser hijo de Ciro. Como Darío sabía la verdad, mató al falso
Bardiya restaurando el orden. Puesto que ni Cambises ni Bardiya tenían descendientes,
Darío reclamó el trono y explicó por qué podía hacerlo de una forma legítima: Ahuramazda
le había otorgado la realeza y su linaje le otorgaba el derecho.
Por
eso, la inscripción de Behistún comienza con la genealogía de Darío, haciendo
un rastreo de su ascendencia hasta Aquemenes, padre de Teispes. Darío ignora la
línea dinástica de sus predecesores (Ciro y Cambises), quienes afirmaban descender
de Teispes, remplazándola por la de sus propios antepasados, todos
descendientes del padre de Teispes, de nombre Aquemenes. Así, desde ese
momento, la dinastía persa continuó ciñéndose a semejante afirmación, por lo
que se la llama habitualmente aqueménida.
Las
luchas dinásticas después de la muerte de Cambises tuvieron relevantes consecuencias
para el imperio en virtud de que muchos “países” se rebelaron, incluyendo la
propia Persia, Media y Elam. Darío dedica gran parte de su inscripción, en
consecuencia, a detallar cómo superó tantos problemas. Los rebeldes se fueron
proclamando descendientes del último gobernante independiente de sus estados:
en Persia (un militar), en Media (Fravartish, que se dice descendiente del Umakishtar
que derrota a Asiria), en Babilonia (Nabónido y Nabucodonosor). Darío afirma
que estos fuertes hombres locales mentían y no eran de sangre real, pues él
mismo era el heredero legítimo de esos tronos.
Las
insurrecciones, localizables temporalmente entre 522 y 519 a.e.c., estaban
encabezadas por varios nobles persas y medos, lo que indica que en el fondo el
asunto era batallar por el trono imperial. Darío logró hacerse aceptar como
gobernante por las poblaciones y las elites a fuerza de una dilatada acción
militar. En tal sentido, el relieve en Behistún lo muestra victorioso frente a
más de diez reyes enemigos. El rey desarrolla una escritura oficial para las
proclamaciones reales (el persa antiguo), construye capitales en Persépolis y
Susa y, lo más significativo, establece una genealogía de los descendientes de
reyes de Aquemenes.
Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, enero, 2021.
[1] Se trata, naturalmente, de Darío
I (520-486 a.e.c.), rey persa que dirigió una gran expedición en territorio
griego y que acabó derrotado en Maratón, en 490 a.e.c.
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