18 de junio de 2009

Arqueología e Historia en Mesopotamia VI

ARQUEOLOGÍA E HISTORIA DE MESOPOTAMIA VI. EPÍLOGO: EL IMPERIO AQUEMÉNIDA
Prof. Dr. Julio López Saco


El imperio Aqueménida (550-330 a.n.e.), fue el primero de los imperios persas, siendo el de los partos arsácidas (140 a.C. a 224) y el de los sasánidas (224-651), el segundo y tercero, respectivamente. En origen, los persas eran parte integrante de un conjunto de pueblos, los iranios, quizá emigrantes desde Asia central a Irán, cuya presencia se atestigua sólo a partir del I Milenio a.n.e. en la región de Fars. A la par, los medos, emparentados con ellos, se ubicaban en Ecbatana, siendo mencionados en las fuentes asirias junto a los persas en los siglos IX y VIII a.n.e. Otros grupos son los hicarnios, los partos, localizados en las cercanías del mar Caspio, y los bactrianos y sogdianos, en el norte del Hindukush. La unión e integración de las tribus de los medos se produjo hacia 670 a.n.e. con Kashtaritu, en torno a una estructura tribal que era aglutinada por el rey, dependiendo su poder de alianzas y pactos de tipo personal. Le seguirán en el trono Ciaxares (624-585 a.n.e.) y Astiages (584-550 a.n.e.). Este último, según la Crónica de Nabónido, es derrotado por el persa Ciro II, conquistando Ecbatana. Ciro II (557-530 a.n.e.) se erige monarca de los persas, hasta ese momento vasallos de los medos, hacia 557 a.n.e., y será el encargado de crear un vasto imperio que comienza con la conquista de Babilonia y la derrota de Nabónido en 539 a.n.e. Una actitud de tolerancia y de respeto de las tradiciones locales y autóctonas caracteriza al imperio de Ciro; una actitud que pudo ayudar a la pervivencia del mismo. El mantenimiento del aparato administrativo y burocrático de Babilonia estabilizó sus conquistas; el respeto a las ciudades, divinidades y diferentes tradiciones, así como el apoyo en las elites locales para administrar los territorios integrados al imperio, fueron también hechos clave para su solidez. Este imperio de Ciro es heredado por Cambises (530-522 a.n.e.), que lo extiende hasta Egipto y le confiere una capital en Persépolis, que consolidará Darío. La ampliación de fronteras se alimenta, ya en época de Darío (521-486 a.n.e.), con la incorporación de la Cirenaica en 513 a.n.e. y las islas del Egeo cercanas a la costa occidental de Asia Menor. Durante su reinado se produce la rebelión de las ciudades jonias encabezadas por Mileto en 498 a.n.e., y apoyadas por Atenas, que deshonraba así el acuerdo que tenía con Persia desde 507 y 506 a.n.e. Sofocada en 494 a.C., el rey establece en estas ciudades gobiernos leales pro persas, situación que es el antecedente directo de las guerras médicas. Es, no obstante, con Jerjes (486-465 a.n.e.) cuando el problema griego se hizo más agudo, con el desarrollo de la segunda guerra médica y la derrota persa en Salamina (480 a.n.e.) primero, y Platea (479 a.n.e.) después. Tras la guerra civil entre Artajerjes II (405-359 a.n.e.) y Ciro el joven, aprovechada por Egipto para liberarse momentáneamente, llega al trono Artajerjes III (359-338 a.n.e.), antecesor de Darío III, al que derrota Alejandro Magno.
El imperio aqueménida, característicamente multicultural, respetó lenguas, costumbres y rituales autóctonos, llevando a cabo una política integradora alejada de la “oprobiosa” tiranía y crueldad asirias. El rey, asociado con la divinidad Ahura Mazda, actúa en defensa de la libertad, presentándose como un gran cazador. Su grandeza y poderío heroico se refleja en los palacios o apadanas (Pasargada, Persépolis, Susa), y en los relieves que los decoran, en donde se representan todos los países vencidos. El monarca disfrutaba de poder absoluto, como indica su titulatura, rey de reyes, y accedía al trono por elección. A su servicio directo se encontraban nobles que actuaban como sus verdaderos siervos.
El imperio se dividió en satrapías (unas veinte en época de Darío), al mando de las cuales solían encontrarse nobles persas que gobernaban desde las antiguas capitales de los reinos sometidos. No obstante, en términos generales, se respetaron las elites locales, siendo empleadas en ciertos cargos de la administración, una administración que usaba el arameo como lengua y el dárico como moneda para su funcionamiento interno.
Lecturas recomendadas (en español):

-Ascalone, E., Mesopotamia. Asirios, sumerios y babilonios. Edit. Mondadori Electa, Barcelona, 2006
-Aurenche, O. & Kozlowski, S., El origen del neolítico en el Próximo Oriente, edit. Ariel, Barcelona, 2003
-Bottéro, J., Mesopotamia. La escritura, la razón y los dioses, edit. Akal, Madrid, 2004
-Klima, J., Sociedad y Cultura en la Antigua Mesopotamia, edit. Akal, Madrid, 1983
-Lara Peinado, F., Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos, edit. Temas de Hoy, Madrid, 2002
-Margueron, J.C., Los Mesopotámicos, edit. Cátedra, Madrid, 2006
-Oppenheim. A.L., La antigua Mesopotamia. Retrato de una civilización extinguida, Alianza edit., Madrid, 2003
-Pérez Largacha, A., Historia antigua de Egipto y del Próximo Oriente, edit. Akal, Madrid, 2007
-Roux, G., Mesopotamia. Historia política, económica y cultural, edit. Akal, Madrid, 2002

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