En relación al poblamiento americano han proliferado diversas teorías, algunas de ellas ya desfasadas o, simplemente, carentes de rigor histórico. Se destacan las siguientes. La que menciona un poblamiento derivado de tribus semitas (fenicios, cartagineses, hebreos emigrados); aquella que señala un poblamiento con gentes africanas, particularmente, egipcias. Esta es la teoría llamada Heliolítica de los especialistas decimonónicos de la Escuela de Manchester. Una tercera, que refiere un poblamiento a partir de múltiples pueblos antiguos, entre los que se destacan los españoles, según el cronista D. Gonzalo Fernández de Oviedo, o los habitantes de la Atlántida; finalmente, un poblamiento originado en el propio continente americano. Se refiere a la teoría poligenista (del siglo XVIII, defendida por Voltaire), la teoría autoctonista (que habla de un homo sapiens americano), y la monogenista, promulgada por Florentino Ameghino. Al tiempo, florecieron una serie de hipótesis científicas, algunas de ellas muy discutibles, pero, en cualquier caso, establecidas en virtud de observaciones, estudios antropológicos y arqueológicos, aunque no carentes de algunas dosis de especulación. Son las siguientes: la del antropólogo Alex Hrdlicka, que habla de que las similitudes entre el hombre asiático y el americano indican la emigración del asiático por Beringia; aquella de Montandon, según el cual, en virtud de las similitudes étnicas entre australianos y malayo-polinesios con los americanos, defiende una emigración desde la Polinesia a través de la isla de Pascua (según Thor Heyerdahl el poblamiento sería, en realidad, al revés, desde América a la Polinesia); la muy conocida de Paul Rivet, que señala un poblamiento múltiple, desde Asia, Australia y desde la región malayo-polinésica; la hipótesis de J. Imbelloni, que también defiende un poblamiento múltiple, que se vería reflejado en la presencia de once grupos étnicos americanos. Habría habido, en consecuencia, siete corrientes pobladoras originarias, con presencia de mestizaje entre ellas: tasmanoides, australoides, melanesoides, protoindonesios, indonesios, mongoloides y esquimales; la de Birdsell, denominada teoría polirracista, que establece un poblamiento a partir de aportaciones dihíbridas asiáticas, esto es, mongoles y amurrianos por un lado, y murrayanos por el otro; la peculiar hipótesis del mencionado Thor Heyerdahl, que afirma que hubo un poblamiento desde el este al oeste, a partir de un mito inca que cuenta el viaje de embarcaciones en una expedición comandada por Topa Inca Yupanqui, que llegarían a unas islas, denominadas Avachumbi y Ninachumbi. En la Polinesia se recogió oralmente la leyenda, que decía que antaño habían llegado navíos comandados por un rey llamado Tupa; aquella del muy reputado José Alcina quien, partiendo de las posibles relaciones trasatlánticas, habla de un poblamiento desde las costas de África noroccidental y las islas Canarias en el II milenio a.C., formado por poblaciones neolíticas (solutrenses del Paleolítico Superior, en realidad, en virtud de la similitud con las herramientas Clovis; sin embargo, la cultura solutrense no incluye la navegación en alta mar ni la pesca, y la similitud no necesariamente implica un mismo origen); y, finalmente, la hipótesis de Estrada y los hermanos Evans, articulada a partir del estudio de la cerámica de Valdivia, en Ecuador y Perú, una de las más arcaicas de América. En virtud de ello ven su precedente en Japón, concretamente en la cultura neolítica Jômon del archipiélago oriental.
Prof. Dr. Julio López Saco
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