4 de enero de 2021

Arte del occidente periférico de Mesopotamia (Mediterráneo oriental) IV: arte anatólico








Imágenes (de arriba hacia abajo): ciervo de bronce con incrustaciones de plata de Alacahüyük, datado hacia 2200 a.e.c. Museo de las Civilizaciones Anatólicas; par de toros sacros en cerámica pintada, de Büyükkale, datados entre 1600 y 1550 a.e.c. Museo de las Civilizaciones Anatólicas; plano del Palacio real de Büyükkale; plano del Gran Templo de Hattusa, capital imperial hitita; ritón en plata con forma de ciervo, datado entre 1400 y 1300 a.e.c.; relieve de los Doce Dioses, Cámara B del santuario de Yazilikaya; estatuilla en oro y plata de diosa madre. Hasanoglu, finales del III milenio y; relieve de la deidad guerrera, de Hattusa, datada entre 1400 y 1250 a.e.c.

Los primeros y más arcaicos ejemplos de arte en Anatolia pueden encontrarse en las grutas paleolíticas de Karain, en donde han sido hallados varios adornos y hachas, así como en Cayönü Tepesi, lugar del séptimo milenio en el que se han descubierto alfileres y escariadores en cobre, pero sobre todo, figurillas femeninas hechas en barro sin cocer. Tras estos primeros ejemplos, tenemos que esperar a los primeros grandes poblados, Catal Hüyük y Hacilar para volver a encontrar notables ejemplos estéticos. En el primero de los asentamientos se encuentra un auténtico conjunto artístico. La arquitectura, en madera, adobe y tapial, forma en Catal Hüyük una suerte de apretado caserío sin calles entre sí. Las viviendas, con una gran sala y anejos como despensa para almacenar productos, usaban patios colectivos para evacuar los residuos. Además, cerca de las mismas se ubicaban capillas domésticas decoradas con pinturas y esculturas, con temas que iban desde el paisaje urbano de la ciudad, hasta la presencia de motivos simbólicos y geométricos (flores, círculos, estrellas) y figurativos, esencialmente de animales (aves, en especial buitres, jabalíes, leones, leopardos y ciervos), pero también manos humanas. Al mismo tiempo, son llamativos los cráneos de bóvidos en los muros de tales recintos religiosos.

Al margen de las estructuras de vivienda y las capillas, tienen presencia la serie de figurillas, en mármol y otras piedras, de una probable diosa madre. Sin embargo, la más llamativa es una figurilla de arcilla de una diosa madre entronizada asistida por una pareja de leones. En las tumbas las ofrendas consistieron en espejos de adorno, algunos de obsidiana de pequeño tamaño, y un cuchillo de sílex con una sierpe entrelazada en el mango de hueso.

En el nivel VI del Neolítico de Hacilar se constata el uso de la piedra para ser empleada en los cimientos y partes inferiores de los muros, además de madera y adobes para los soportes o como entramado principal. A partir del 5400 a.e.c. se atestigua la presencia de un recinto urbano fortificado en Hacilar, que presentaba una muralla hecha en adobe la cual guarecía talleres, santuarios, graneros y unos espacios abiertos parecidos a plazas, todo lo cual formaba la más que probable ciudadela de la ciudad. De Hacilar destacan, además, las esbeltas figurillas femeninas y una producción cerámica pintada. Esta última, característica de todas las culturas anatolias, hatti, hitita, luvio-aramea y frigia, incluye recipientes teriomorfos y antropomorfos, uno de cuyos mejores ejemplos lo constituye un cervato echado.

Entre el V y el IV milenios, gracias al empleo artesanal del bronce, Anatolia establecerá los primeros contactos con la cultura urbana mesopotámica, especialmente del sur. La economía centrada en el bronce hará posible que la región se convierta, en la segunda mitad del III milenio, en un conglomerado de pequeñas ciudades-estados. Desde ciudadelas fortificadas los soberanos gobernarían sobre ciudades y no muy extensos territorios adyacentes. Uno de esos núcleos fundamentales será Alacahüyük (2300-2100 a.e.c.), en donde se descubrieron trece tumbas regias que arrojaron diversos adornos, recipientes, joyas, tejidos, cerámicas y armas. En estos ajuares destacan recipientes como cálices, copas, cuencos y jarritas en oro, ornados con temas geométricos (líneas onduladas, cruces gamadas, círculos). Los príncipes difuntos aparecieron adornados con distintas joyas, caso de broches de alfiler, diademas caladas, armas, cetros y collares. No obstante, entre los hallazgos merecen destacarse las figurillas de animales, ciervos y toros en especial, así como los denominados estandartes o insignias en bronce, con imágenes de lo que parecen ser discos dólares y discos con animales. Estas figuritas y estandartes pudieron haber estado fijados en algún soporte, cuyo significado y función se desconocen. Pudieron coronar lechos funerarios o rituales, carros, baldaquinos o quizá el extremo de pértigas simbólicas. Los estandartes tal vez funcionaron como enseñas o emblemas tribales o guerreros, sin perjuicio de que temas como las esvásticas, las aves de rapiña o los ciervos se vincularan al culto solar.

Otros lugares destacados fueron Horoztepe, Korucutepe, Hasanoglu y el Kültepe pre asirio, entre otros varios, localidades todas que nos hablan de la presencia de poblaciones y reyes que formarían el pueblo hatti, cuya cultura (sobre todo en lo que se refiere a temáticas funerarias o rituales) pudo entrar en contacto o relación más o menos estrecha con la tradición de los kurganes esteparios.

La antigua ciudad de Kanish, al lado de Kultepe, y punta de lanza de un pequeño Estado en Anatolia central, supone la instalación, desde los inicios del II milenio, de asirios que organizan una red de delegaciones comerciales y colonias (llamadas karu), por toda la región, ahora dividida en números y muy pequeños Estados, tal vez unos cincuenta. El arte de Kanish, como el de otras ciudades-estado, es el que anuncia el arte hitita. La arquitectura de Kanish estaba formada por una ciudadela, la urbe fortificada y la ciudad baja (donde se encontraba el karum), todo ellos rodeado de murallas. El plano de la ciudad es ovalado, casi circular. En la misma destacó como estructura el palacio de Warsama.

No obstante, la cerámica pintada, denominada capadocia, con decoración geométrica en negro; los ritones (sobre cabezas de carneros y toros); los recipientes teriomorfos (estatuillas huecas de animales con una función de libación, pintadas, con las fauces de los animales abiertas y la lengua colgando); las pequeñas figuritas de dioses protectores en plomo y los marfiles anatolios, deudores de modelos sirios, completan el acervo estético de esta época.

La arquitectura hitita tiene como característica esencial su imitación y adaptación a la naturaleza, tal y como es palpable en la fortaleza de Yenicekale o el santuario de Yazilikaya. Los elementos principales que se usaron fueron la piedra (en los zócalos, como los monolíticos del templo I de Hattusa o los de la puerta de las Esfinges de Alacahüyük), la arcilla (en las paredes) y madera (en los entramados). Los hititas fueron capaces de desarrollar pilares de sustentación, arcos parabólicos y hasta sistemas abovedados en piedra. Existió una arquitectura palacial, caso de Büyükkale, estructurada en forma de edificaciones independientes entre sí pero interrelacionados a través de su función palatina, muy distinto al esquema mesopotámico de patios centralizados y un desarrollo prácticamente ortogonal; una arquitectura religiosa, también de modelo distinto al sirio y al mesopotámico, con templos de concepción cuadrada, que presentan muchas salas con accesos en cualquiera de las fachadas y con patios que no tenían que estar obligatoriamente centrados, y siempre con la cella relegada al lado de un patio; y una arquitectura militar, en la que se observan glacis empedrados, murallas dobles, torres almenadas, ciudadelas y terraplenes de grandes dimensiones.

En Hattusa destacaron varios espacios arquitectónicos, Uno de ellos fueron la ciudadela fortificada y el palacio regio de Büyükkale. El palacio-ciudadela se encontraba rodeado por una muralla con tres puertas de acceso fortificadas. El conjunto contaba con una tríada de patios escalonados porticados y con pilares cuadrados. El inferior era la zona de las recepciones, el del medio para los actos de homenaje y el superior la residencia privada. Por su parte, el llamado Edificio A era una biblioteca con un vestíbulo sostenido por cinco pilares, mientras que el Edificio E se considera fundamento de un origen hitita (realmente es sirio), del bit hilani, o pequeño palacio porticado con salas alargadas, que es característico de la Siria del I milenio a.e.c. El Edificio D, de dos plantas, poseía una entrada monumental. Su gran sala pudo ser el salón del trono y de las audiencias oficiales del soberano. se trata de una arquitectura que puede ser el antecedente de las apadanas de Persia o de las salas regias de Urartu.

En Hattusa los templos principales serán el del Dios de las Tormentas y el de la Diosa Solar de Arinna, si bien el ejemplo más sobresaliente de la arquitectura religiosa se encontraba extramuros, en el santuario de Yazilikaya. El santuario hacía las veces de templo y de columbario de las cenizas del monarca concretamente Tudhaliya. Desde una entrada doble se llegaba a un patio desde el cual se entraba en un espacio rocoso que tenía deidades esculpidas en relieve. En la arquitectura militar destacaban las murallas de grandes bloques de piedra almenada de adobe, con presencia de grandes puertas fortificadas.

Los artesanos y artistas hititas eran hombres jurídicamente libres, muy reconocidos por sus clientes en virtud de que eran estimados y protegidos. Por sus conocimientos y realizaciones las comunidades, los sacerdotes o el propio rey les otorgaban parcelas de tierra. En sus servicios se organizaban en talleres y obradores, como fue el caso de los talleres de orfebres.

El relieve y la escultura hititas, desarrollada esencialmente entre 1400 y 1190 a.e.c., se realizaba en piedras como el granito o la caliza, aunque también existió una estatuaria en bronce de pequeño formato. La escultura encontró su expresión fundamental en el arte monumental, de forma que estuvo ligada a la arquitectura. Las esculturas más antiguas son aquellas que decoraban las tres puertas principales del recinto amurallado de Hattusa, llamadas Puerta de los Leones, Puerta de las Esfinges y Puerta del Rey, respectivamente. En la Puerta del Rey se aprecia un personaje armado, una deidad guerrera que protege el acceso urbano, con su torso desnudo y pies descalzos, llevando un casco con cuernos, un hacha de mango largo y una espada a la cintura. La Puerta de las Esfinges muestra figuras míticas con las alas desplegadas y tocadas con un bonete de cuernos. En la de los Leones se aprecian prótomos de león con las fauces abiertas.

En Alacahüyük, por su parte, encontramos también prótomos que sobresalen de las jambas de la puerta de un recinto de carácter sacro, y que portan collares en sus gargantas. Del mismo modo destacan aquí una serie de semi ortostatos ornados con bajorrelieves, con figuras planas y formas corporales muy estilizadas. Se representan escenas, todas ellas de carácter religioso, de deidades que reciben tributo, sacrificios reales, procesiones de sacerdotes, la caza del toro o del ciervo, además de acróbatas, músicos o guerreros.

La obra primordial del relieve hitita está en el santuario de Yazilikaya, cuya forma final se debió al rey Tudhaliya IV (1250-1220 a.e.c.). Posee dos cámaras principales, la de la Fiesta de la Primavera y la que hace la función de templo funerario y columbario del soberano, de menor tamaño. En la primera, aparecen esculpidas la imagen del rey además de sesenta y cuatro imágenes de deidades ordenadas en dos procesiones, la de los dioses varones y la de las diosas. Los dos cortejos convergen frente a frente encabezados por la diosa Hepat y el Dios de las Tormentas, además de su hijo Sarruma. La otra cámara, lugar de culto a los fallecidos, muestra una escultura de Tudhaliya, además del llamado Dios-espada, la famosa procesión de los Doce Dioses de la inmortalidad y una imagen del dios Sarruma, que aparece en actitud de proteger al rey con su brazo. En la procesión se obtiene la impresión de desfile a través del entrecruzamiento de las piernas y por los puños de las manos izquierdas levantados en gesto de oración. Al margen de Yazilikaya, otros espacios como Hanyeri, Gavurkalesi o Karabel son evidencia de un gran relevancia de los relieves rupestres. Finalmente, debe mencionarse la escultura imperial en bronce, como la estatuilla del Museo de Ankara y los bronces de Dogantepe.

Al margen de la cerámica monocroma los recipientes policromados con ornamento de relieves adosados y los vasos teriomorfos conforman ejemplos destacados del arte hitita. En los vasos terioformos, de forma libre o enmarcados en bandas con decoración geométrica se figuraban animales, objetos varios, edificios y personas en actitud de caza, celebrando rituales o configurando procesiones. Se destaca sobremanera el fragmento de Bitik, en donde se muestra una ceremonia religiosa distribuida en tres frisos. Por otra parte, también debe mencionarse los Toros de Inandik, usados, quizá, para libaciones, y el pato bicéfalo, datado en el siglo XV a.e.c. Finalmente, en la orfebrería sobresalieron los amuletos y los colgantes de oro.

En los primeros siglos del I milenio a.e.c. se desarrolla la denominada etapa luvio-aramea, ápoca de principados y reinos neohititas al norte de Siria y sureste de Anatolia, con gentes de lengua luvita y aramea. Se trata de un mundo heterogéneo, suprarregional con presencia de innumerables pequeños Estados que presentan detalles artísticos de raíces luvitas y arameas, aunque todos ellos comparten un ambiente estético próximo. Estos reinos arameos y luvitas transitaron una triple fase histórica. Una primera de formación, entre 1200 y el siglo X, una segunda (siglo IX y primera mitad del siglo VIII a.e.c.), de fuerte rivalidad con Asiria, y una tercera de decadencia en la segunda parte del siglo VIII.

Los principados luvitas se asentaron en antiguo territorio hitita. La mayoría de ellos reconocían los antiguos estados como Milid o Karkemish. Eran Estados ubicados en zonas con una espléndida protección geográfica que facilitaba el control de las vías de comercio y comunicación así como los yacimientos de hierro. Por su parte, en los siglos XIV y XIII a.e.c., los arameos ocupan la región de Tadmor y las estepas situadas entre el Éufrates y el Habur. Tras el fin de Mitanni-Hanigalbat se asientan en tierras altas y valles de la Yazira. Destacan, entre otros, los reinos de Bit Adini, cuyo centro básico fue Til Barsip, y Bit Bahiani. Los arameos, de origen y mentalidad nómada, de modo análogo a los luvitas, de tradición sirio-mitannia e hitita, presentaban un determinado sentimiento grupal, en virtud de lo cual el modelo gentilicio predominó en una concepción paternalista del poder y del Estado.

Es relevante destacar que luvitas y arameos no fueron comunidades enfrentadas, sino que convivieron pacíficamente, sobre todo entre 1075 y 934 a.e.c., hasta que la Asiria del rey Adadnirari II se empeñó en la conquista de Siria, de forma que tanto Aram como el Gran Hatti serían sus enemigos. Amenazados y atacados por Salamanasar III, sería sin embargo Sargón II, a fines del siglo VIII a.e.c., el que les daría el golpe de gracia, provocando la decadencia del mundo arameo-luvita, lo cual trajo consigo el fin de las construcciones y el abandono de ciudadelas y palacios.

El arte de toda esta región luvio-aramea presenta gran solidez. Se trata de un arte único, común, con una base sirio-luvita y capaz de elaborar un nuevo lenguaje que es común y a la vez diversificado, con ciertas singularidades distintivas motivadas por causas cronológicas, regionales o debido a la exposición de influencias extranjeras. El artista luvio-arameo, que reflejaba un mundo de creencias religiosas (ligadas a la naturaleza, al paisaje, las rocas y las montañas), y de costumbres propias, gozando de una condición social de estima y respeto, utilizó piedras (sobre todo calizas, la andesita y el basalto, esta última en relieves y esculturas), metales, arcillas y maderas.

En la arquitectura, el trazado urbanístico luvio-arameo regulariza la separación entre la ciudadela y la ciudad baja, con una presencia de una arquitectura palatina en la que los palacios no se insertan en la trama de la ciudad sino que se aíslan en la ciudadela, ubicada en el centro pero muchas veces también en un lateral. Además, hay evidencias de murallas externas con torres y almenas, con zócalos y cimientos pétreos. Son realizadas en adobe con entramados de madera. En el interior del recinto urbano destaca el módulo palacial conocido como bit hilani por los asirios. El palacio presenta dos grandes salas angostas y alargadas con los ejes paralelos a la fachada. El exterior se ornaba de ortostatos esculpidos. La primera sala, un pórtico sostenido por columnas o atlantes sobre basas talladas o pedestales teriomorfos (como los leones echados de Tell Taïnat), destaca sobremanera del conjunto. Este típico módulo se puede apreciar en Tell Taïnat, Sam’al o Guzäna. Las construcciones reales o religiosas, incluyendo el bit hilani asociaban en sus estructuras elementos escultóricos, sobre todo bajorrelieves y esculturas portantes.

En la escultura hay que reseñar los ortostatos, las estelas funerarias, los pedestales teriomorfos, las basas decoradas de columnas, los leones pétreos y algunos ejemplos de escultura exenta. Entre los primeros destacan los sillares-ortostatos de Milid, donde encontramos el del rey Sulumeli, que ofrece un sacrificio y una libación al dios de las Tormentas; aquellos de la procesión de las sacerdotisas, la diosa Kubaba, y otros con carros guerreros y portadores de ofrendas; los del Muro de los Héroes de Karkemish, con presencia de deidades en tallas planas cuyas referencias iconográficas son sirias y mitannias; los dedicados al rey Yarini y familia en una escenografía cotidiana, también en Karkemish; los de Sam’al (además de estelas) con el ciclo del rey Kilamuwa (fines del siglo IX a.e.c.) o aquellos de la época del soberano que lleva por nombre Bar-Rakib. Entre las estelas funerarias, de creación aramea, sobresalen la estela de Tell Afis-Hazrek, que representa a una princesa con tocado y una fíbula frigia en su vestimenta, y las estelas de Marqasi (siglos IX-VIII a.e.c.). Entre estas últimas se destaca una que muestra una pareja abrazada y, sobre todo, la dedicada al recuerdo de Tarhunpiya, que aparece de pie sobre las rodillas de su progenitora con una tablilla.

Dentro del grupo de pedestales teriomorfos, basas de columna tallada y leones pétreos, las referencias principales son el pedestal doble de Karkemish, en basalto, con dos leones que muestran la lengua sobre el labio inferior y un hocico arrufado; las dobles esfinges de Sam’al y Sakcagözü; los leones gemelos y echados de Tell Taïnat; las esfinges de Azitawandiya y los leones guardianes de puertas de Milid o de Aïn Dara. Los rasgos característicos constan de fauces muy abiertas, el hocico arrufado y una melena que forma algo semejante a un collar.

En la escultura exenta merece atención la estatua sedente sobre pedestal del dios Atarluha, esculpida en la época del rey Katuwa, con la presencia de un hombre-ave que sujeta a dos leones, y la estatua de un rey divinizado que fue descubierto en Sam’al. Además, hay que mencionar la estatua barbada y con sandalias llamada el coloso de Milid, el relieve del dios Tarhu en Ivriz y el relieve del rey Warpalawa. La deidad, barbada y con cabello, aparece vestida (al modo hitita) y con tocado, mientras que la imagen (de influencia asiria) del soberano, Warpalawa, se muestra con un manto arameo pero prendido con una fíbula frigia.

Entre las artes complementarias la cerámica, de influencias chipriotas, tuvo cierta relevancia, destacando pequeñas jarras decoradas con una serie de círculos concéntricos de color rojo y negro. También tuvo significación artística el arte eborario, de tradición siria e hitita, como se aprecia en el ejemplo de las figuras de músicos tallados en cajitas redondas que fueron halladas en el palacio de Kalhu, y algunos recipientes metálicos, como el conocido ritón de Marqasi o la placa pectoral dorada que representa un árbol de vida y dos cabras en actitud rampante.

Unas tribus provenientes, probablemente, de Tracia se asentarían en la meseta anatólica conformando un reino hacia el siglo IX a.e.c. con capital en Gordion. Se trataba de los musku (según acepción asiria), mejor conocidos como frigios a partir de las fuentes griegas. Hablamos de un pueblo de habla indoeuropea cuya presencia se borraría de la historia hacia 690 a.e.c. cuando Gordion cayó conquistada por los cimerios. El territorio de Frigia sería conquistado por los lidios. Su arte refleja la asimilación de las singularidades y el espíritu anatólico de siglos, lo cual incluye una arquitectura en madera, adobe y piedra, relieves, decoración mural y una cerámica pintada.

La ciudad de Gordion estaba protegida por murallas pétreas, con edificaciones, como el palacio real, en forma modular siguiendo la idea del megaron anatólico. Algunos de los muros externos de las casas se ornamentaban con placas de cerámica decoradas. Además de relieves de animales (toros, leones y caballos) o de seres míticos (grifos), el arte frigio destacó por sus espléndidas fíbulas.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-FEIAP, enero, 2021


 

30 de diciembre de 2020

Fuentes de la mitología clásica: Higino

Muchas son las fuentes referentes a la mitología clásica, latina y griega. En este caso, nos centramos en una personalidad muy peculiar, como habrá ocasión de observar más abajo. Me refiero a Gayo Julio Higino, cronológicamente ubicable, con dudas, entre 64 a.e.c. y 17, nombre del famoso autor de las Fábulas y, según algunas fuentes indirectas (Aulo Gelio, Columela, Macrobio o Servio) un reputado polígrafo y anticuario, autor de diversas obras eruditas.

La única fuente que nos habla de modo directo de Higino es el siempre tamizable Suetonio, quien dice que fue un liberto de Augusto e hispano de nacimiento (aunque algunos lo consideran alejandrino, siendo llevado hasta Roma por César como esclavo después de la toma de Alejandría). Comenta también que dirigió la Biblioteca Palatina, además de ser buen amigo de Ovidio y de Clodio Licinio (ese consular que también fue historiador en sus ratos libres). Si Suetonio resulta fiable, Higino sería el primer autor hispano del que nos ha llegado una obra entera, siendo anterior a Lucano, Séneca o Marcial, y hasta del controvertido escritor hispano, fuente de Plinio, de nombre Turranio Grácil, que tal vez fue natural de la sureña Gades.

El asunto realmente interesante es que a principios del siglo III su particular mitología fue traducida al griego y, después, recogida como un apéndice en una obra atribuida a Dosíteo. Gracias a lo poco que ha llegado de la misma se puede testimoniar un pintoresco caso en la historia de la literatura latina, en tanto que se trata de uno de los escasos ejemplos de traducción al griego de un texto latino. El hecho resulta todavía más significativo cuanto que se trata de una traducción que transmite a los lectores griegos una selección de sus propios mitos, anteriormente contados al público latino por un erudito que, a su vez, los había recogido de autores griegos.

Hay en su obra tres partes básicas, unas genealogías, de inspiración hesiódica, las fábulas propiamente dichas y los catálogos, ya en la parte final de la obra. Existe, además, una organización fundamentada en los grandes ciclos mitológicos, si bien entre tales ciclos se ubican fábulas aisladas sin conexión con ningún gran ciclo temático, como los castigos en los infiernos, las distintas metamorfosis o los amores de Júpiter, por ejemplo.

Las Fábulas se consideran, junto con la Biblioteca de Apolodoro, la principal enciclopedia mitológica de la Antigüedad, en tanto que con las conocidas Metamorfosis de Ovidio, se configura como una de las principales fuentes latinas para el estudio de la mitología clásica. Hablamos, en realidad, de un compendio de fichas temáticas escritas de forma independiente, una suerte de compilación de resúmenes. Higino yuxtapone episodios mitológicos, algo muy diferente a lo que hace Apolodoro, que organiza los mitos en una narración continuada, construyendo una mitología unitaria con un comienzo y un final (desde la creación del mundo hasta la muerte de Ulises). Serían una especie de fichas escuetas, con la forma de recursos mnemotécnicos muy breves que, tal vez, servirían a un rétor para enseñar o al bardo de turno para cantar las glorias de héroes pasados, desarrollando una historia que él ya conocería (y que no le aporta Higino).

La dinámica de hacer acopio de nombres y fuentes responde a su deseo de proporcionar las distintas variantes en las genealogías de ciertos personajes así como las diversas versiones de un mismo mito. Con tan precaria información, al lector no le quedaba más remedio que conocer anticipadamente el mito, si es que quería enterarse de algo. Además, mezcla sin problemas aparentes, en ocasiones, mitos con leyendas (la muerte de Eurípides en un templo por culpa de unos canes, la leyenda de la asiria Semíramis, o Pitágoras).

Resulta llamativo que siendo conocedor de Ovidio y Virgilio (la Eneida le era más que conocida, familiar) no haya incluido alguna fábula alusiva a Eneas aunque el personaje aparezca nombrado, ni tampoco a los orígenes y fundación de Roma. Este rasgo genera todavía mayor extrañeza si se toma en consideración que la obra iba destinada a un público latino. Esa extrañeza se hace ya insólita si no olvidamos que estaríamos hablando (presuntamente) del bibliotecario de Augusto.

Alguien se preguntará qué nos aporta, entonces, un autor que nos ha legado un texto oscuro, y en dónde radica su interés. Se dirá que en sus originalidades y en sus versiones, que difieren de las canónicas o más celebres de los mitos, una pluralidad que nunca debe desdeñarse, y en el estudio de los mitos, menos todavía.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-FEIAP, diciembre, 2020.

 

Serie de YouTube. Personalidades de la antigüedad (3)


Tercer programa de la serie llamada Personalidades de la Antigüedad. En esta oportunidad entramos en el mundo del antiguo Egipto, tratando las personalidades del faraón hereje Ajenatón, la figura de Tutmosis III y la de la reina-faraón, Hatshepsut. Espero y deseo que pueda resultar interesante y de utilidad para alguien que desee inmiscuirse en el mundo de la antigüedad. Saludo cordial. J.L.S. 

Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, diciembre, 2020. 

14 de diciembre de 2020

Canal de YouTube. Arte por Arte: Arte de la periferia occidental de Mesopotamia (Siria I)


Amigos, amigas, colegas, estudiantes. Saludo cordial para todos. Primero de los vídeos dedicados al arte de la periferia occidental de Mesopotamia (Mediterráneo Oriental), centrado en el arte de Siria, dentro de la serie Arte antiguo en el Canal Arte por Arte. En esta oportunidad se analizan los pormenores del arte sirio de Ebla y Alalah, mientras que en el segundo programa dedicado a Siria completaremos con las peculiaridades del sitio de Ugarit. Como siempre en estos casos, espero que resulte de interés o de utilidad para alguien cualquiera de los vídeos disponibles. Comentarios, preguntas, críticas, aportes varios y sugerencias siempre serán bienvenidas, con el afán de enriquecer o mejorar el producto final. Podéis seguir la serie completa en YouYube, en Arte por Arte. Cada semana un nuevo vídeo. Saludos. J.L.S.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-FEIAP, diciembre, 2020.

Serie en YouTube. Personalidades de la Antigüedad (programa 2)


Amigos, amigas, colegas, estudiantes. Saludo cordial para todos. Segundo vídeo de la nueva serie que he querido titular Personalidades de la Antigüedad. En esta oportunidad se analizan las peculiaridades históricas de personajes del mundo antiguo relativamente bien conocidas desde las fuentes: el paleobabilonio Hammurabi, el rey neobabilonio Nabucodonosor (II) y el mandatario hitita Suppiluliuma (I). Como es casi una tradición mencionar, espero que resulte de interés o de utilidad para alguien cualquiera de los vídeos disponibles. Comentarios, preguntas, críticas, aportes varios y sugerencias siempre serán bienvenidas, con el afán de enriquecer o mejorar el producto final. En el tercer episodio nos adentraremos ya en el antiguo Egipto con Ajenatón, Tutmés III y la reina-faraón Hatshepsut. Podéis seguir la serie completa en YouYube, en Minutos con Julio López. Cada dos semanas un nuevo vídeo. Saludos. J.L.S.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-FEIAP, diciembre, 2020.


 

9 de diciembre de 2020

Arte del occidente periférico de Mesopotamia (Mediterráneo oriental) III: arte de Palestina



Imágenes: arriba, dibujo con la reconstrucción del Templo de Salomón, hacia 950 a.e.c.; abajo, figura de marfil de Beer-Sheba, hacia 3000 a.e.c. Museo de Jerusalén. 

Palestina ha sido siempre una zona de paso. El territorio de Palestina ha sido ocupado por poblaciones diferentes, cananeos, amorreos, hebreos y filisteos, y ha desarrollado una cultura y una civilización que ha recibido las influencias siria, egea, egipcia, helenística y romana. Durante el III milenio no existió unidad política ni étnica en la región. Una serie de varios pequeños estados cayeron bajo la influencia de cananeos y amorreos, impregnando la cultura del Bronce Antiguo. Más tarde, los hebreos, llegados en el siglo XIX a.e.c. conquistan paulatinamente Canaán. Serán seguidos por los filisteos y entre ambos pondrán fin a la historia cananea en la zona. Con la monarquía los hebreos crearon un reino bastante fuerte, aunque la falta de unidad de sus tribus acabaría provocando la ruptura en dos pequeños reinos, Israel y Judá, que cayeron en manos asirias y neobabilonias, respectivamente. Tras el cautiverio (siglo VI a.e.c.) dependieron de los persas hasta el sometimiento macedonio, momento en el que los asmoneos se sublevaron contra los seléucidas, obteniendo cierta autonomía, que duró poco tiempo, hasta el siglo I a.e.c., cuando Palestina se convirtió en un estado vasallo del Roma.

Las primeras edificaciones reconocibles pertenecen al Bronce Medio, entre 2100 y 1550 a.e.c. Se trata de construcciones para el culto y lugares de inhumación, en el interior o cerca de las ciudades, que se protegían con murallas, puertas y torres. Se destacan localidades como Gezer, Siquem, Hazor, Jericó o Meggido. Los lugares de culto, de estructura rectangular, solían tener pequeñas habitaciones internas y externas. Los ejemplos más notables son Ta’anak, Meggido y Tell el-Addjul. En esta época muchos enterramientos se hacían en grutas o en tumbas colectivas que se excavaban en la roca, y que llegaban a formar panteones familiares. No obstante, también existieron enterramientos infantiles en los subsuelos de las viviendas.

Durante el Bronce Reciente, ya entre 1550 y 1200 a.e.c., los edificios religiosos fueron erigidos tanto en el interior como el exterior de las ciudades, habitualmente en una zona alta. Son de planta rectangular y con un vestíbulo. En ellos han surgido estelas sacras plantadas en el suelo (massebhoth), cerámicas, vasos para libaciones, bancos corridos, altares y estatuillas femeninas de Astarté. En Hazor destaca el Templo del Estrato 1b, mientras que en Lachis el Templo del Foso, con una antecámara, una sala y un par de estancias. Entre sus restos se encontró una estatuilla del dios Reshef. El Templo de planta rectangular (en los estratos VIII y VIIA, de Meggido, un templo próximo a la puerta de la ciudad en Beisán y el templo-fortaleza de la acrópolis de Siquem, completan la presencia de este tipo de edificaciones. Entre los edificios civiles destacan las residencias reales y el palacio de Tell el-Addjul.

La llegada de hebreos y filisteos, hacia 1250 a.e.c., supuso la desaparición de las ciudades cananeas. No obstante, los hebreos aceptaron lo cananeo, si bien otorgándole impronta fenicia. El rey Saúl construyó en Gabba un palacio fortificado, mientras que David fortificó Jerusalén, donde Salomón erigiría su famoso palacio, que constaría (según la Biblia) de la Casa del bosque del Líbano, en forma de sala hipóstila, un vestíbulo de espera precedido de pórtico columnado, el Salón del trono y los apartamentos del rey y la reina.

En cualquier caso, la construcción más notable fue el Templo de Yahvé, cuya estructura estaba formada por tres secciones, ulam-vestíbulo, hekal-santo y debir-sancta santórum. Este último espacio estaba reservado únicamente al sacerdote. Según la tradición en esta construcción se guardaría el Arca de la Alianza. En el patio que antecedía al templo se encontraba el famoso altar de los holocaustos y el mar de bronce, recipiente específico para las purificaciones rituales. En Meggido sobresale una residencia provincial que tenía un patio central sobre el cual se abría una edificación de doble piso terminado en una torre. En esta suerte de palacio se encuentran las denominadas Cuadras de Salomón.

En la época helenística (siglos IV a I a.e.c.), no hay muchos monumentos. Se pueden mencionar el Mausoleo de Tobías, el Templo de Araq el-Emir y la Torre Hananeel. El período de Herodes, entre 37 y 4 a.e.c. fue de frenética actividad constructiva, en Cesarea, Jerusalén, Jericó, destacando los palacios erigidos en Masada y aquellos de la fortaleza de Herodium.

En la escultura y el relieve se pueden destacar, en la etapa cananea del Bronce Medio y Reciente, los idolillos o figurillas de arcilla con la presencia de Astarté o la dea nutrix (Abu Ghoch), las cabezas masculinas y femeninas para ser empleadas como amuletos y algunas estatuillas de basalto o de caliza, entre las que destaca la de Hazor, una figura de tipo funerario que representa a un rey divinizado, o tal vez a una deidad astral, que está sentada en un trono, con una copa en la mano y poniendo sus manos sobre las rodillas. Además, destacan las placas de arcilla ovaladas de Tell Beit Mirsim, con imágenes de Astarté de frente y desnuda, con sus brazos levantados y llevando sierpes o tallos de lirio en sus manos. Por otra parte, también son reseñables las figurillas en metal, como el dios armado de pie de Meggido, recubierto de oro, y el bronce que representa al dios Reshef de Lachis, lo mismo que los leones de basalto. En el período israelita apenas destacan unas pocas estatuillas de terracota de Gezer, con Astarté como modelo, ya que el Dodecálogo de Siquem prohibía imágenes de seres vivos con el objetivo de rendirles culto.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-FEIAP, diciembre, 2020.

1 de diciembre de 2020

Serie en YouTube. Personalidades de la Antigüedad (presentación y programa I)



Amigos, amigas, colegas, estudiantes. Saludo cordial. Presentación de la nueva serie y primer programa ya disponible de la misma, llamada Personalidades de la Antigüedad. Serán un total de doce vídeos en los que se analizarán las peculiaridades históricas de relevantes personajes del mundo antiguo de diferentes áreas culturales. En este primero se trabajan tres personalidades relativamente bien conocidas desde las fuentes a nuestra disposición: los acadios Sargón (el Grande, de Acad), Naram-sin y el asirio Asurbanipal. En el siguiente, en un par de semanas, hablaremos de Hammurabi, Nabucodonosor (II) y el rey hitita Suppiluliuma (I). Podéis seguir la serie completa en YouYube, en Minutos con Julio López. Como es tradición ya, espero que resulte de interés o de utilidad para alguien cualquiera de los vídeos que estarán a la disposición de quien guste. Comentarios, preguntas, críticas, aportes y sugerencias siempre serán bienvenidas. Saludos. J.L.S.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-FEIAP, diciembre, 2020.

24 de noviembre de 2020

Arte del occidente periférico de Mesopotamia (Mediterráneo oriental) II: arte fenicio








Imágenes, de arriba hacia abajo: Templo de los Obeliscos, en honor al dios Reshef, en Biblos; estatuilla femenina chipriota, de Lapithos. Siglo VI a.e.c.; estatua chipriota de oferente, datada en el siglo VI a.e.c.; sarcófago de Ahiram, rey de Biblos. Siglo XIII a.e.c. Museo Nacional de Beirut; naiskos con sirena alada de Idalion, en Chipre. Siglo VI a.e.c.; pátera fenicia de Idalion. Siglo VII a.e.c., Museo del Louvre; y pátera fenicia de Preneste, datada en el siglo VII a.e.c.

El arte fenicio se caracteriza en general por su capacidad para amalgamar y asimilar influencias diversas, tanto neohititas y asirias como egeas o egipcias, y por la forma tan peculiar de difundirlo por el ámbito del Mediterráneo.

El paisaje urbano fenicio, con su puerto marítimo, se estructuró  a partir de un centro del poblado, que coincide con la acrópolis, rodeado de murallas con puertas con arco. Alrededor se disponían los barrios con las viviendas de los particulares, los locales industriales y comerciales y las construcciones cultuales. Fuera ya del poblado estarían las necrópolis.

En Biblos destacó el Templo de Balaat Gebal, con un patio en el que había grandes estatuas, así como el Templo del dios Reshef o Templo de los Obeliscos, en cuyo patio existía un obelisco central en el que aparecía grabado el nombre del príncipe Abi Shemu. También en Biblos sobresalen sus necrópolis regias, que cuentan con nueve hipogeos, y en donde fue hallado el sarcófago de Ahiram. De Sidón destacan, asimismo, sus necrópolis, en donde se encontraron los sarcófagos de Tabnit y de Eshmunazar. En la acrópolis de la ciudad hubo una residencia oficial asiria y otra persa. En una localidad próxima de Sidón se halla ubicado el Templo de Eshmun, en donde se encontraba el trono de Astarté rodeado de leones y flanqueado por esfinges. La ciudad de Tiro, por su parte, contó con murallas, puertas de acceso y torres. Además, muy cerca se erigió el Templo dedicado a Baal Shamem. La necrópolis de Tell Amrit contempla mausoleos sobre los hipogeos, destacando tres meghazil, esto es, torres cilíndricas en forma de columna.

En Chipre la presencia fenicia fue más que notable. En su primera colonia en la isla, en Kition, destacó el Gran Templo, del siglo IX a.e.c., dedicado a Astarté y erigido sobre un previo santuario micénico. Poseía tres naves separadas por un par de dobles columnatas. Fuera de la ciudad se encontraban las necrópolis, datadas entre los siglos V y IV a.e.c., en las que han aparecido sarcófagos en piedra y estelas con inscripciones fenicias. En Tamassos se ubicó un santuario, mientras que en Idalion sobresalieron los modelos de naskoi, templos en miniatura hechos en terracota. En Lapethos se hallaron estatuas en honor de Melqart y Astarté, en tanto que en Enkomi hubo un palacio y un templo y salieron a la luz muchos materiales como armas, esculturas y cerámicas chipriotas y micénicas. En Paleopaphos se halló, además del Templo de Afrodita, un santuario con ciento cincuenta estelas en las que se representan figuras  de tipo egiptizante y sirio.

La escultura fenicia muestra un significativo sincretismo estético en la que destacan la influencia egipcia y griega. Podemos reseñar una estatua acéfala de Tiro, que tiene en su desnudo torso un pectoral y lleva un faldellín adornado con dos uraei. Algunos torsos masculinos se usaron como ornamento en las jambas de acceso a los templos, de ahí que varios tengan inscripciones con dedicatorias a ciertas divinidades. En Sidón, en el Templo de Eshmun, se encontraron una cabeza y un busto en caliza, del siglo VI a.e.c., además de estatuillas votivas de niños en actitudes diferentes, sobre todo jugando en cuclillas o de pie, que tiene un estilo grequizante. También deben nombrarse las estatuillas en caliza de Melqart-Herakles, del siglo VII, una cabeza de esfinge y una figura femenina que amamanta a un niño. En Biblos sobresalen la estatua de Shesonq I, y el busto de arenisca de Orsrkon I.

Los relieves o figuras en terracota (coroplastia), tuvieron un carácter funerario, votivo y de culto. Hay que mencionar una terracota de Biblos con el tema del jinete armado, así como figurillas de mujeres (gestantes y del tipo Astarté) y de deidades como Bes. También son importantes los naskoi, máscaras y protomos. Con figuración animal es muy notable el león echado de Biblos, con sus patas delanteras una sobre la otra. Además, se hallaron piezas que figuran gatos, perros, monas, leones e hipopótamos. En Chipre deben referirse figuras de personajes destacados, tanto masculinos como femeninos; los primeros con bonetes orientales, faldellines egipcios, túnicas largas y, además, barbados, y los segundos con adornos y atavíos lujosos. Se pueden mencionar la Dama del vaso de caliza, la Dama de Tricomo, en caliza, recubierta con joyas y tocada con un kalathos de flores y el sacerdote fenicio. Son interesantes las estatuas de deidades, caso del Dios de la maza, de Kition, vinculado con el Melqart fenicio, o el Herakles-Melqart de Idalion, así como las estatuillas votivas de divinidades femeninas y masculinas.

En la coroplastia chipriota encontramos tocadoras de tambores, devotos orantes, diosas con los brazos levantados, deidades desnudas del tipo Astarté, la dea tyria gravida gestante, sedente sobre un trono y las pequeñas figuras denominadas del tipo muñeco de nieve. En lo tocante al relieve, las piezas más relevantes son los sarcófagos antropoides, cuya tipología es básicamente egipcia. El más arcaico y notable es el reutilizado por el rey Ahiram de Biblos, que no es antropoide. En piedra caliza se apoya en cuatro leones echados. En sus caras aparecen esculpidos motivos fenicios, sobresaliendo una escena procesional en los lados mayores. En los lados menores se observan plañideras con sus senos desnudos. El sarcófago de Tabnit, hecho en basalto negro, tiene la forma de una momia en la que se destaca un pectoral y la cabeza en forma de máscara funeraria de tipología egipcia. Por su parte, el sarcófago de Eshmunazar muestra en su frontal una inscripción fenicia. De Sidón son destacables los sarcófagos del Licio, de Alejandro, de las Lloronas y del Sátrapa. Además de los sarcófagos hay que recordar las estelas, entre las cuales una de las más sobresalientes es la hallada en Arvad, con el bajorrelieve de una esfinge alada y echada que lleva la dobla corona de Egipto. También es interesante una estela de Amrit en la que se observa Baal con una maza y vestido a la moda egipcia. Otros ejemplos son la estela de Baaliaton, de Baalshamar y la de Yehaumilk, en Biblos, que muestra una escena de culto a la diosa Baalat. Finalmente hay que mencionar los elementos decorativos conocidos como capiteles protoeólicos, datados en el siglo VI a.e.c. En ellos las volutas, en ocasiones, aparecen, combinadas con esfinges, flores de loto y palmetas.

El trabajo sobre marfil, entre los siglos XIII y VII a.e.c., reúne composiciones de tipo ornamental y religioso. Destacan los marfiles de Kamid el-Loz, de influencias cananeas y egipcias, en forma de estatuillas, rostros de personas, mangos de espejo, cucharas, cajas y hasta un tablero de ajedrez cubierto con escenas de caza. Todavía de mayor importancia son los marfiles de Nimrud, Meggido, Arslan Tash, Zimcirli y Samaría. Los de Nimrud, encontrados en el palacio, ornaron espejos, muebles y mangos de abanicos, presentando temas como el de la mujer en la ventana, la vaca amamantando a su ternero, esfinges aladas, nacimiento de Horus sobre una flor de loto o el león que devora a un joven nubio. Los de Samaría, por su parte, embellecieron el Palacio de Acab. Los marfiles de las tumbas regias en Chipre provienen de Salamina, como la cabecera de una cama, que presenta registros en los que se muestran escenas con el dios Heh, la palmera sacra y una serie de esfinges masculinas, y de Enki, sobre todo un mango de espejo que porta el tema del Teseo prehelénico que batalla contra un monstruo.

En cuanto a la orfebrería debe comentarse que de Biblos proceden figurillas e idolillos en bronce, específicamente del campo de las Ofrendas, el Templo de los Obeliscos y el Templo de Baalat. Algunas figurillas masculinas tocadas con el gorro fenicio (lebbede), aparecieron en jarras cerámicas. Son sobresalientes, además, los idolillos en movimiento, entre los que destaca el que representa a un desnudo e imberbe dios Reshef que llevaría una lanza o un cetro en su mano. Entre las figuritas del Campo de las Ofrendas, tenemos una que representa a un hombre imberbe y desnudo con un hacha de combate y una lanza en sus manos. En dos bronces de Tartous vemos divinidades tocadas con el alto gorro o lebbede y en actitud de marcha. El idolillo en bronce de un dios de Biblos muestra a la deidad sentada en un trono bendiciendo. Es probable que la pieza más excepcional de todas sea un carro de bronce con un par de ocupantes. La figura de mayor tamaño lleva una corona egipcia, mientras que la más pequeña es una mujer con gorro y un carcaj en su espalda. El carro, con dos timones y un par de ruedas, se fecha entre los siglos VI y IV a.e.c.

Las copas y los cuencos de metal cuentan con ejemplares como el cuenco de plata de Idalion, con escenas de caza y el tema del faraón derribando a sus enemigos, así como el cuenco broncíneo de Curium, con el mismo tema, aunque su motivo central es un dios asirio con cuatro alas que está en el acto de matar a un león. Otros cuencos importantes son los cuencos de plata de la Tumba Bernardini de Praeneste, del siglo VII a.e.c. Al margen de los cuencos no debe olvidarse mencionar las pequeñas hachas caladas de función cultual, entre las cuales destacan dos de oro ornamentados con un perro y un morueco en relieve que están en el Museo de Beirut.

La orfebrería fenicia parte de las tradiciones egipcia, sirio-palestina y micénica. En la joyería encontramos formas muy variadas, como pendientes, brazaletes, collares, amuletos o anillos. Un complemento de las joyas fueron los escarabeos, que se pueden encontrar, en ocasiones, montados en anillos de plata y oro o también ensartados en collares y brazaletes hechos de esmalte, vidrio y piedra.

Se sabe que la pintura se usó aplicada a las estelas, terracotas, esculturas y pequeños objetos de artesanía. En Tiro destacaron algunos frescos con escenas de la mitología griega, fechables en el siglo III a.e.c. y posteriores.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-FEIAP, noviembre, 2020.

Canal de YouTube. Arte por Arte: arte mesopotámico V


Amigos y amigas. Saludo. Segundo vídeo sobre la escultura mesopotámica, dentro de la serie Arte antiguo en el canal de YouTube Arte por Arte. En este caso concreto, se habla de la escultura exenta y de los bajorrelieves. Espero y deseo pueda ser de utilidad o despertar el interés de alguien que desee inmiscuirse en estas temáticas. Saludo. J.L.S. 

Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, noviembre, 2020.

16 de noviembre de 2020

Arte del occidente periférico de Mesopotamia (Mediterráneo oriental) I: arte de Siria









Imágenes (de arriba hacia abajo): joya áurea de un ajuar funerario. Tumba del Señor de las Cabras, Ebla; pila lustral, del Templo B1 de Ebla, datada entre 1900 y 1800 a.e.c. Museo de Damasco; estatua sedente del rey Idrimi de Alalah, de 1400 a.e.c. Museo Británico; pendiente de oro con figura femenina, de Ugarit-Ras Shamra. Entre 1500 y 1300 a.e.c. Museo de Alepo; planta del Palacio Real de Ugarit; diosa (tal vez la hurrita Hepa), sedente en cobre de Ugarit. Museo del Louvre; estatuilla en bronce de deidad guerrera de Ugarit. Entre 1400 y 1300 a.e.c.; y estela del dios Baal con rayo de Ugarit. Bronce Medio. Museo del Louvre.

La región llamada por los árabes al-sha’m asiático occidental, y que hoy conocemos por Siria, fue una zona sin unidad fisiográfica, motivo por el cual fue pretendida por las potencias de la antigüedad, como Egipto, Babilona, Mitanni, Asiaria y Hatti. Habitada desde la época del Neolítico (Mureybit, Ramad, Bouqras o la misma Ugarit), su entrada en la historia se produce con Ebla. A fines del III milenio la región estuvo bajo el influjo político-cultural acadio y egipcio, mientras que en el siguiente milenio Siria vivió la fragmentación de pequeños varios reinos. A finales del II milenio los arameos fundan varios reinos de pequeña extensión, como Aleppo, Karkemish o Damasco, que acabarían en manos asirias al inicios del I milenio. Sólo posteriormente Siria estuvo bajo el control  neobabilonio, persa y seléucida, para caer en manos romanas desde el 63 a.e.c. y durante cuatro siglos.

En la Ebla del III milenio la edificación más relevante fue el Palacio Real G, con fundamento de piedra y hecho con adobe, que fue residencia palatina, centro de almacenamiento, palacio administrativo y lugar de vínculo entre la población y la elite real. Su espacio se articulaba desde un patio porticado (Patio de las Audiencias). Otras obras destacadas fueron el Palacio Real E, también en torno a un patio rectangular, con habitaciones en tres de sus cuatro lados; el Palacio Administrativo Q, con varios hipogeos empleados como sepultura de la familia real de Ebla, y posteriormente destruido por los hititas hacia 1600 a.e.c.; el Gran Templo D, probablemente dedicado a la diosa Ishtar y decorado con esculturas y relieves, amén de varios objetos de culto; y el Templo N, dedicado al dios Shamash.

Un tipo de construcción de gran importancia lo conforman las cámaras subterráneas en forma de hipogeos que debieron formar, casi con seguridad, una necrópolis. Se pueden enumerar la Tumba de la Princesa, en cuyo interior aparecieron vasijas de piedra y cerámica, además de objetos de oro; la Tumba del Señor de las Cabras, en la que se hallaron restos cerámicos y pétreos al lado de los huesos de un caballo y un carro de bronce, al margen de piezas de muebles y ofrendas de animales; y la Tumba de las Cisternas.

En la escultura hay que mencionar las pequeñas cabelleras femeninas, que solían usarse sobre esculturas religiosas, un toro androcéfalo acostado, la sacerdotisa velada, figura femenina sedente (tal vez una princesa), pero sobre todo, las esculturas acéfalas y la serie de terracotas femeninas. Entre las esculturas sin cabeza, hechas en basalto, sobresale un rey barbudo, con la copa de las ofrendas, y un personaje sentado, que pone las manos sobre sus rodillas y va descalzo; las terracotas fueron fabricadas a mano. Figuraban mujeres, habitualmente desnudas, y haciendo el gesto de sostenerse los senos. Finalmente también se modelaron vasos en forma de cabezas femeninas.

Los relieves principales son aquellos que decoraban las caras de las pilas cultuales rectangulares, que aparecieron en los templos. Tres de sus lados, y a veces cuatro, aparecen decorados con figuras zoomorfas y humanas, organizando composiciones mitológicas cuyo principal tema sería el banquete en homenaje a una deidad. Entre las más importantes tenemos la pila del Gran Templo D, con el tema del banquete en su lado principal, y con presencia en los menores de dragones alados, cazadores de fieras y héroes con el Agua de la Vida, la del Templo B1 y la pila de caliza del templo N. Hubo también relieves que decoraron muebles lujosos, representando figuras femeninas, guerreros y animales.

En la glíptica, los sellos cilíndricos mostrarían el tema de los seres míticos y héroes que batallan para proteger los rebaños y el de la diosa sosteniendo leones. En los bordes suelen aparecer cabezas de animales, hombres-toro y cabezas humanas. La orfebrería eblaíta está representada por collares, brazaletes de oro y un anillo nasal encontrado en la Tumba de la Princesa, así como bandas doradas, colgantes en forma de águila, pendientes de oro y un collar con colgantes en forma de bellota en la Tumba del Señor de las Cabras. En este mismo especio funerario también fue hallada una copa de plata con una inscripción, quizá el nombre del difunto (Immeya).

En Alalah, y en la ciudad cercana al mar de al-Minah, salida natural del reino de Yamkad, encontramos una arquitectura en base a palacios y templos. En el primer caso, destaca el Palacio real, hecho de adobe y con un entramado de madera, que pudo tener hasta tres pisos de alto y estar pintado en su interior, y en el segundo, un templo de planta cuadrangular, dedicado a deidades locales. Otro elemento a tener en consideración es la puerta de la ciudad.

La plástica de Alalah fue de poderosa influencia hurrita. Están presentes estatuas de leones hechas con basalto; felinos con las fauces abiertas que aparecieron en la tumba del rey Idrimi; una cabeza de carnero; la cabeza varonil: el torso de basalto de Sefiré y la estatua del rey Idrimi. Los dos últimos son los más notables ejemplos de la escultura. El torso es una espalda con una inscripción con el nombre Aduniabia, mientras que la estatua de Idrimi, datada hacia 1500 a.e.c., muestra un barbado rey sedente, con manto y gorro. Se trata de una estatua de carácter funerario usada como imagen para el culto del monarca. La estatua está recubierta de una inscripción en acadio.

En yacimientos como Emar o Tell Fray (identificada con Shaparu) han aparecido restos artísticos interesantes. En el primer caso, vestigios urbanos (palacio, santuarios, sectores urbanos con planimetría rectangular), cilindro-sellos y textos cuneiformes; en el segundo, ruinas de un par de templos, parte de la zona residencial y un palacio.

En el estrato arqueológico H de Hamah aparecieron estructuras de habitación, silos, ídolos femeninos, armas y cerámica; en el G cerámica de origen mitannio, chipriota y micénico; mientras que en el F, que es el de la ocupación aramea, un complejo palacial con patio ornamentado con ortostatos y bajorrelieves de leones, una puerta monumental y varias figurillas de terracota, cilindro-sellos y fíbulas micénicas. Lo más relevante son dos piezas. Una, es la figurilla de una deidad sedente, barbada, hecha en oro y bronce, tocada con una tiara y vestida con un faldón. Se ha datado en el siglo X a.e.c. La otra, un torso de basalto del siglo VII a.e.c. En Qatna, por su parte, se hallaron restos de un palacio provincial y de un templo de la Edad del Bronce, además de armas, vasos y una estatuilla en bronce de un dios sentado sobre un taburete. En Terqa, capital del reino de Khana, destaca sobremanera su muralla, un par de templos (dedicados a Dagan y a la diosa Ninkarrak), y un palacio administrativo.

En el nivel III de Ugarit (Ras Shamra), del Bronce Antiguo, aparecieron restos cerámicos del tipo anatólico así como del El Obeid y del Halaf; en el nivel II (Bronce Medio, hacia 2100 a.e.c.), se constata la presencia de gentes anatolias, y desde 1900 la creación del reino de Ugarit por los amorreos, una época en la que se erigieron monumentos como el Palacio Norte y los Templos de Baal y Dagan. En el Bronce Reciente (1600-1200 a.e.c.) se produce el apogeo de la civilización ugarítica. La dinastía de Niqmadu I embellecerá la ciudad con residencias entre las que destacó el Palacio real.

Los conjuntos arquitectónicos lo configuran palacios y templos. El Palacio Norte presenta cámaras, patios, pasajes y numerosas salas, todo ello distribuido en torno a dos patios principales. El Palacio real, del Bronce Reciente, constaba de salones y noventa habitaciones dispuestas alrededor de cinco patios interiores y un jardín. Debió tener un piso superior, tal vez destinado a actividades oficiales y a residencias privadas. Al margen de los palacios, debemos destacar tres cámaras abovedadas de carácter funerario, que debieron ser parte de una necrópolis real. En cuanto a las construcciones sacras, los templos, se ha señalado la relevancia de los templos de Dagan y de Baal, a los que habría que sumar el denominado Santuario hurrita y el Santuario de los ritones.

El templo de Baal poseía unas escaleras de las que se infiere la presencia de una torre o terraza sobre la que, muy probablemente, se llevarían a cabo ceremonias de tipo religioso. El Santuario hurrita, llamado también del hacha mitanni, debió funcionar como capilla palatina, mientras que el de los ritones disponía de un porche que conectaba con una sala por medio de un corredor, en donde había una serie de banquetas corridas de piedra.

En relación al urbanismo, se puede señalar que las calles, de corta longitud y bastante angostas, además de laberínticas, determinaban la estructuración de barrios en la ciudad, aunque no hubo un urbanismo organizado. El barrio próximo al Palacio real era un barrio residencial de viviendas de gran factura. Destacan la Casa de los alabastros, propiedad de un diplomático egipcio, y la vivienda de Rashapabu, el prefecto del puerto de Ras Shamra. Esta última tenía dos pisos y contaba con letrinas, pozo propio y una tumba subterránea. Otras viviendas destacadas son la Casa del letrado, la Casa del Gran Sacerdote y la Casa de Rapanu, nombre de un escriba del Palacio, que tenía además de tumba subterránea, treinta y cinco habitaciones y hasta una biblioteca privada. Resulta curioso comprobar que las casas ugaríticas fueron entendidas también como lugar de reposo e inhumación, pues bajo el pavimento solía estar el sepulcro familiar, con una estructura rectangular y cubierta con dinteles o bien con falsas bóvedas.

La escultura de Ugarit es en piedra y también hecha con metales. Entre la estatuaria en piedra destaca una estatua sedente con vestimenta de influencia mesopotámica; una estatua de un hombre sentado sobre un trono, del Bronce Medio, que lleva una flor de loto en la mano izquierda; una estatuilla de un nubio con un vaso sobre la espalda, hecha en alabastro; y una figurilla de caliza que representa un carro tirado por un par de caballos galopando. Además no se pueden olvidar las pesas pétreas con formas de animales, como leones, toros o aves. Las estatuillas metálicas suelen ser de cobre o bronce. Sobresale entre ellas la de la mujer sentada, que fue encontrada en el Santuario hurrita, hecha en cobre con hilos dorados y de plomo, tocada con un turbante y vestida al modo sirio. Probablemente sea una imagen de una diosa hurrita de nombre Hepa. Además, es notable también una estatuilla viril en cobre. En la segunda mitad del segundo milenio abundan las estatuillas en bronce recubiertas de láminas de oro, que representan, tal vez, a un dios Baal de pie, en marcha y tocado con una tiara. La posición de los brazos pudiera indicar que portaba alguna lanza, hachas de guerra o, quizá, una maza. Otras representaciones relevantes son los bronces que figuran deidades, o tal vez reyes, que están en actitud de bendecir. Uno de ellos, recubierto en oro, representa al dios Illu (El), con un manto sirio y tocado con una corona osiriana. Otro, es la figurilla de Minet el-Beida, forrada de plata y oro, que lleva en el brazo derecho un brazalete y aparece tocada con una corona egipcia.

Algunas pequeñas estatuas femeninas figurando a diosas también son de notable factura, pues en las mismas apareció el tipo de estatuilla que muestra a la mujer bendiciendo. Destaca la diosa de Ugarit, que quizá represente a Elat, esposa de El, sedente y en clara actitud de bendecir. Otras representaciones, finalmente, serían un hacha de guerra con forma de cabeza de leona; la figura de un toro de pie sobre zócalo rectangular, y sobre todo, los halcones en bronce que llevan el pschent o doble corona egipcia.

Los relieves y estelas, de función religiosa, debieron tener cierta relevancia. Del período del Bronce Medio destacan tres estelas monolíticas en las que se muestran dioses sirios. La primera, con una vestida diosa Anat, con un símbolo religioso en su mano y armada con una lanza; la segunda, mostrando a un dios joven de pie, quizá Baal, con cetro y una lanza; y la tercera, otra deidad (probablemente el dios Mot, la Muerte), con el brazo izquierdo levantado, llevando un emblema o arma, mientras en la derecha porta un cetro. Entre las estelas debe destacarse la estela de Baal con el rayo (siglos XVII-XV a.e.c.), en la que vemos una deidad de pie, tocada con casco con dos cuernos, sobre una montaña, llevando en su mano diestra una maza y blandiendo en su izquierda una lanza. Su vestimenta es de inspiración egea. Entre su pierna izquierda y la lanza aparece un personaje minúsculo, vestido con túnica y de pie sobre un pedestal, que puede referir algún rey de Ugarit. Finalmente, se cuenta con dos estelas votivas, en una de las cuales aparece un acuerdo suscrito por un príncipe cercano y el soberano de Ugarit, mientras en la otra se observa a un rey ugarítico sentado realizando un tributo cultual en honor de la deidad El, que aparece en actitud de bendecir.

En la orfebrería se encuentra instrumental cotidiano, como vasos, azuelas, armas, pesas, hachas, agujas, y estético (estatuillas de deidades), además del ornamental, como joyas y torques broncíneos. Sobresale sobremanera el depósito de fundación en el subsuelo de la Casa del Gran Sacerdote, donde aparecieron una espada con cartucho real con el nombre del faraón Mineptah y un trípode en bronce. También destaca el hacha ceremonial con engaste en cobre en forma de verraco y con cabezas de león.

Entre las joyas encontramos pendientes en formas de animales, medallones con diosas, amuletos, crecientes lunares, discos, anillos y brazaletes. No obstante, lo que más destaca son los vasos historiados, de los que destacan un par de ellos, en oro: una pátera y una copa. En la primera se simboliza una cacería regia. En el medallón central, símbolo del sol, se observan cinco cabras. La copa, por su parte, presenta en su friso externo escenas de animales reales y fantásticos al lado de una cacería del león; en un segundo friso se aprecian toros y leones frente al árbol sacro, mientras que en el medallón central tenemos también cinco cabras salvajes. Finalmente debe hacerse alusión al tesoro de metales preciosos encontrados en una jarra cerámica, en el que se cuenta con un ritón, alfileres de plata, un puñal de oro y cuencos en plata y electro.

Las obras en marfil, tanto de hipopótamo como de elefante, y de fuerte influencia egipcia y egea, también fueron predominantes. Se destaca el denominado panel doble, que apareció en el lecho de la habitación del príncipe del Palacio real. Cada panel se encuentra adornado con combates de animales y motivos de caza. En la placa central aparece una diosa alada cobijando con sus brazos a un par de adolescentes gemelos. En otro panel se observan escenas de la vida pública del soberano. En una de las placas, el rey amenaza con la espada a un enemigo que está arrodillado delante de él.

En marfil de elefante se tallaron botes cilíndricos, entre los que sobresale la tapa de bote de Minet el-Beida, datado en el siglo XII a.e.c., en el que un bajorrelieve muestra a una sedente diosa de las cabras salvajes, con sus senos al aire y vestida con faldellín. Una pieza sobresaliente es un olifante (instrumento para anunciar festividades y acompañar ofrendas sacrificiales, según la Biblia), en el que está esculpida una diosa desnuda con sus manos sobre el pecho alrededor de la boquilla del instrumento. A ambos lados de la deidad se ven esfinges aladas. Otro ejemplo notable es la cabeza imberbe con tocado, que representa a una princesa, sacerdotisa o, tal vez, un dios juvenil. Finalmente, debe hacerse mención de los botes de tocador, hechos con marfil de hipopótamo, con forma de patos con sus cabezas vueltas hacia atrás.

Para terminar, los cilindro-sellos en fayenza y piedras duras, habituales para la autentificación documental y de propiedades, presentan una temática mitológica, en la que participan deidades, como Anat o Baal, escenas del héroe desnudo entre  leones y diosas aladas, además de escenas de cacería en las que participan reyes y príncipes.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-FEIAP, noviembre, 2020.

Canal de YouTube. Arte por Arte: arte mesopotámico IV


Amigas, amigos, colegas, estudiantes, lectores en general. Seguimos con el arte mesopotámico en el Canal de YouTube Arte por Arte, en la serie Arte antiguo. En este caso ya entrando de lleno en la escultura y sus generalidades principales. Espero que pueda ser útil, interesante o servir de aliciente para que otros se inmiscuyan en este tema. Saludo cordial. J.L.S. 

Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, noviembre, 2020. 

11 de noviembre de 2020

Heroicidad y divinidad en el mundo antiguo grecorromano

El concepto que reside en la idea de que un ser humano obtenga un estatus divino ha estado integrado en las religiones más antiguas, tal y como es el caso de la especial conexión del faraón con lo divino en Egipto o los ejemplos helenísticos tan característicos.

El más que evidente antropomorfismo que singulariza a los dioses griegos permite adelantar que en el contexto cultural heleno el ámbito de lo divino no se concebía como el de lo totalmente otro, sino como una gradación en la que la alteridad sería únicamente relativa. De esta forma, divinidad y humanidad no serían extremos fijos con un abismo en medio como línea de demarcación, sino realidades con límites un tanto más fluidos. En Grecia los límites entre dioses y seres humanos son porosos, como constata el culto de los héroes, antiguos hombres del pasado imaginarios o reales.

Las características que definen la divinidad de las deidades griegas (la inmortalidad, el poder, el antropomorfismo), permite entender la divinización de seres humanos. Al igual que en la mayoría de las religiones aparecidas en la cuenca del Mediterráneo, en Grecia se imagina a los dioses como poderosas entidades por definición. El estatus divino se obtenía donde acontecía una manifestación de poder (dýnamis) sobrenatural, que podía mostrarse de diversas formas en la interacción con los mortales, como sueños, epifanías, prodigios o  visiones, canalizando de tal modo la admiración y una especie de respeto numinoso. Como las hazañas se consideraban merecedoras de honores divinos, por necesidad lo hacían al redundar en beneficio de la comunidad, siendo las mismas así susceptibles de despertar admiración, además de gratitud. Una positiva reacción al poder benéfico es lo que, al margen de la famosa graeca adulatio de Tácito, explica la “divinización” de seres humanos.

Una continuada, a la par de atípica beneficencia, produciría renovados honores lo cual, por su parte, podría tener efectos teogénicos, produciendo la creencia en una naturaleza divina. Piénsese que fue la atribución de una extraordinaria actividad benefactora (evergesía) lo que hizo merecedores de honra infinita a un Heracles o un Asclepio. Decía Aristóteles, en tal sentido, que los humanos llegaban al estatus de deidades por sobreabundancia de virtud. Algo parecido comentaría posteriormente también Cicerón, señalando que la magnitud de los servicios se estos entes era la que propiciaba su establecimiento como dioses. La fama y el reconocimiento de los hombres excelentes por sus buenas acciones estarían detrás, por tanto, de tal fenómeno. La inmortalidad constituiría unos de esos rasgos cruciales de la concepción griega de lo divino en estos casos señalados.

En el mundo romano, la divinidad parece más un asunto de estatus y poder que de naturaleza, en el marco de un espectro sin líneas divisorias que se observen de manera nítida. Una conocida leyenda, concretamente aquella de los ancianos Filemón y Baucis, que fueron inmortalizados al morir por sus servicios a Júpiter y Mercurio en Frigia (contada por Ovidio en las Metamorfosis), ofrece un testimonio de la creencia en la transformación de seres humanos en dioses. En cualquier caso, tales deidades no son del mismo nivel que otras superiores, aunque tienen con ellos en común la dignidad de la veneración.

La creencia en una transición de hombre a deidad se plasma de manera preclara en el culto imperial. Los precedentes inmediatos del culto imperial se encuentran en los ejemplos de exaltación de gobernantes y notables generales griegos, que habían sobresalido por sus salvíficas acciones en relación a determinadas ciudades. Tal vez el testimonio más antiguo de tal práctica es la asociada a Lisandro, general de la flota espartana, que se hizo acreedor de la gratitud de los habitantes de Samos por su victoria sobre los atenienses durante la Guerra del Peloponeso, garantizando con ello la libertad de la isla. La reacción a tan benéfica ayuda incluyó sacrificios, himnos y hasta una nueva festividad en honor del general. Esta atribución de esencialidad divina a figuras políticas o militares de relieve se explica porque en el mundo antiguo eran precisamente las que tenían mayor posibilidad de desplegar ayuda más eficaz.

La evidente supremacía del emperador romano era traducible en el poder de conceder beneficios, tanto favores particulares, a ciudades (Acrefias, en Beocia, estableció un culto a Nerón tras restaurar este la libertad a Grecia) o personas, como en su capacidad de instalar la paz y la concordia en salvaguarda de la población. En definitiva, su poder radicaba en alcanzar y mantener la felicitas temporum. Sería una suerte de  deus praesens corpóreo, que no habitaba lejos como otros dioses mayores. 

El contexto específico del evergetismo hace inteligible el nacimiento y consolidación del culto imperial en la práctica religiosa romana. Como expresión de gratitud por los beneficios concedidos por el emperador, los súbditos debían rendir los mayores honores al soberano en forma de templos y sacrificios diversos. Es así como se entiende que Horacio alabe a Augusto[1], en contraste con los grandes héroes, como benefactor de la población.

El fervor y la piedad personal, manifestada por medio de juegos, festivales, himnos, plegarias, banquetes o solemnes procesiones procesiones serán los medios habituales para rendir culto al emperador. Es destacable un hecho singular, y es que el objeto de exaltación no se remonta a un pasado remoto o fue un residente en la atemporalidad del mito, sino que se trataba de una personalidad histórica contemporánea. Este culto al emperador fue, en ocasiones, descrito como isotheoi timai, esto es con honores semejantes a los tributados a las deidades, una expresión que equipara al emperador con Júpiter, pero que al mismo tiempo distingue el culto a los dioses tradicionales del que se tributa a los emperadores, que queda siempre, y en todo momento, subordinado al de Júpiter.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-FEIAP, noviembre, 2020.



[1] Octaviano, adoptado como hijo por César en su testamento, fue llamado divi filius, tal y como se aprecia en la titulatura oficial que se puede observar en inscripciones, monumentos y monedas. Esta filiación adoptiva fue posteriormente empleada en la dinastía julio-claudia. Además, algunos autores (Suetonio, Dión Casio) afirmaron también que Atia, la madre de Octaviano, había sido fecundada por Apolo. De esta manera, la expresión del carácter divino de Augusto se fundamentó en dos formas de filiación, adoptiva y natural. En la cremación de su cadáver en el Campo de Marte, Numerio Ático jura observar cómo su espíritu asciende al cielo entre las llamas, un modelo que recuerda el de Rómulo, hecho que implica la necesidad de que un testigo fiable corrobore la creencia en la divinización. En la tradición romana, varios relatos (Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Tertuliano más tarde), advierten que Rómulo experimentó un proceso de deificación. En el momento en que Rómulo estaba en compañía de los senadores pasando revista a las tropas en el Campo de Marte, se desencadenó una tormenta. Rómulo fue envuelto por la densa niebla y desapareció. Este fenómeno se interpretó como que había sido asesinado por los senadores, o bien que había sido arrebatado al cielo, siendo por ello aclamado como de estatus divino. Según Plutarco, el patricio Julio Próculo se lo encontraría tras su muerte en un camino, un testimonio que testificaría su divina ascensión. Afirma Livio, en consecuencia, que fue objeto de veneración.

3 de noviembre de 2020

Culto solar en el Bronce Medio y Final europeo: figura de Klicevac, carro de Dupljaja y carro solar de Trundholm




Imágenes (de arriba hacia abajo): réplica de la figura de Klicevac; carro de Dupljaja; y carro de Trundholm, en Zealand, Dinamarca.

Una parte relevante del legado estético de la Edad del Bronce europeo parece reflejar una religiosidad asociada al culto solar. Varios objetos, decorados con espirales y entramados curvilíneos, parecen responder, de forma directa o indirecta, a este culto, como es el caso de las aves acuáticas, ruedas, círculos radiados, toros con cornamenta, barcos, carros y los personajes que en ellos viajan.

Entre las figuras en terracota del ámbito danubiano destaca una estatuilla, hoy desaparecida (se perdió a lo largo del desarrollo de la Primera Guerra Mundial), cuya procedencia se registró en el cementerio del Bronce Medio de Klicevac (Serbia oriental). Hallada en 1881 en el interior de una urna con restos humanos cremados, se dató en la segunda mitad del II milenio a.e.c. y pertenece a la cultura de Dubovac-Zuto.

El aspecto es el de un ser que se muestra emitiendo haces lumínicos o de fuego desde una esfera celestial o inframundana. Su aspecto expresionista se resalta con su vestimenta: una falda acampanada con franjas de dameros entre bandas de zig zags. Los brazos convergen en el centro al lado de la placa colgante de un collar con broche circular, ornamento que combina con un torques con puntas en espiral. A la intensidad compositiva de nariz, cejas y orejas se suma unos ojos grandes, redondos y equidistantes, con elevado poder comunicativo. El cabello se recoge en una suerte de diadema denticulada. El sentido y la simbolización de la figura es desconocido, aunque es probable que se haya ideado mostrando algún poder sobrenatural.

A fines del II milenio pertenece un carruaje de terracota hallado en el yacimiento fortificado de Dupljaja (Vojvodina, Serbia). Se trata de un carro de tres ruedas que aparece tirado por un par de ánades erguidos que portan collares al cuello. El carruaje transporta a un personaje masculino de cara de ave, ornado con colgante y un torques, vestido con túnica talar que presenta triángulos incisos y círculos. Delante de la figura el carro lleva un tercer pájaro, en una posición centralizada.

Podríamos estar ante una figura que fuese una deidad y el ave su atributo. De hecho, la presunta deidad aparenta moverse gracias a la fuerza desplegada por los servidores-ave, y quizá se encuentra en un proceso de metamorfosis-transfiguración en su propio símbolo (el pájaro). Si al carro se le otorga una función ritual, representando el recorrido del astro solar, la figura que en él se encuentra podría entenderse como una divinidad del sol que está en sacra comunión con el ánade. Conviene recordar que agua, pájaro y carruaje se reúnen simbióticamente en aquellos vehículos que transportan vasijas de bronce tan típicos del Bronce Antiguo y Medio europeo.

Aunque los países de Escandinavia adolecen de recursos metalíferos produjeron sin embargo notables piezas de metal, como armas, adornos y objetos personales. Gran cantidad de ajuares metálicos y vestimentas fueron recuperados de las inhumaciones individuales en cajas hechas con troncos bajo montículos tumulares en Seeland, Jutlandia o Goteland. También en estas latitudes se hicieron donaciones votivas de armas y otros objetos de bronce a las aguas de ríos, pantanos, pozos o lagos, en honor de las deidades acuáticas. Los discos de cinturón fueron objetos de la donación ritual, aunque también se depositaron en tumbas. Un disco de bronce, llamado disco del sol, apareció instalado en un carro de seis ruedas del que tira un solo caballo. Fue descubierto en la marisma de Trundholm, al norte de Zealand, y datado a mediados del II milenio a.e.c. Anverso y reverso del disco aparecen decorados con motivos de círculos, algunos engarzados en espirales (característica de la metalística nórdica). A través de unas riendas el caballo tira del disco solar. Va engalanado el animal con placas y motivos en oro.

Es bastante factible que el vehículo estuviese orientado a recorrer un camino análogo al del Sol; primero un camino de ida, de este a oeste, mostrando la cara más reluciente del disco, y después uno de vuelta, de oeste a este, con la cara menos luminosa o apagada. Aunque no se puede descartar su uso como un juguete móvil, tal vez la pieza represente en pequeño tamaño algún ejemplar ritual de mayor envergadura que podría haberse empleado en ceremonias y procesiones.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-FEIAP, noviembre, 2020.

Canal de YouTube. Arte por Arte: arte mesopotámico III


Amigos, amigas. Continuamos con el arte mesopotámico dentro de la serie Arte antiguo en el Canal de YouTube Arte por Arte. Iniciamos ya la arquitectura, en lo tocante a los tipos constructivos, en este caso el templo y el palacio. Ya podéis encontrar el primero, que aquí pusimos, así como el segundo, en el canal. Esos dos primeros tratan de las generalidades del arte en Mesopotamia. En fin, espero pueda ser de interés y utilidad. Saludo. 

Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, noviembre, 2020.