FRAGMENTO DEL PREFACIO DEL PABELLÓN DE LAS ORQUÍDEAS, DE WANG XIZHI, DATADO A MEDIADOS DEL SIGLO IV. ESTILO XING SHU O CORRIENTE
La invención mítica de la escritura corresponde a un personaje denominado Cang Jie, inventor de los ideogramas a partir de la observación de la naturaleza y sus fenómenos propios, como las marcas de pisadas de las aves, las huellas de las zarpas de diversos animales, las sombras creadas por los árboles y las particulares formas de las constelaciones celestiales. Desde antiguo, por lo menos desde los siglos III y IV, la escritura empezó a considerarse como una forma artística en sí misma (shudao o camino de la escritura, así como shufa o método de escritura). En ese momento pasó a ocupar un lugar preferente en las vidas de los sabios y de la burocracia elitesca letrada, para los que el dominio y entendimiento de los caracteres se convirtió en una específica señal de refinamiento personal. La caligrafía encarna la personalidad y el talante del escritor; en su forma física cristaliza el carácter y el refinamiento conseguido por el maestro escriba, su habilidad y energía, además de ser una palpable demostración de creatividad artística. La caligrafía es un acto ritual en el que el maestro sigue unas pautas convencionales precisas. El contenido y el entorno físico en el que se presenta la caligrafía determinan el tipo de escritura elegido por el calígrafo. Los tipos o estilos son seis: estilo sello (zhuan shu) usado, tras la dinastía Han, en los sellos y en las obras de arte; la escritura administrativa (li shu), generalizada entre los siglos III a.n.e. y II; la escritura regular (kai shu), establecida desde el siglo III; la escritura corriente (xing shu), una cursiva del estilo regular que también se usa en pinturas, desarrollada desde el siglo II; la escritura cursiva (cao shu), y la denominada cursiva brava (kuang cao), que apareció por vez primera en el siglo VIII. La caligrafía es una forma antigua de arte interpretativo, en tanto que el experto, en la observación de una pieza, entiende y disfruta del esfuerzo y la viveza del artista expresados en las pinceladas y en sus pausas, en los contrastes entre los espacios con tinta y aquellos vacíos, en los claroscuros. Conociendo la secuencia de las pinceladas y las distintas interpretaciones de cada carácter según los diversos maestros, el ojo experto logra una intimidad con la obra y su creador. Las colecciones caligráficas fueron ordenadas en virtud de sus estilos, no de su género literario o contenido temático, implicándose con ello una separación entre contenido y forma. A partir de este hecho podremos entender por qué el interés de la obra radica en la delicadeza de las pinceladas y en la composición de cada carácter, y no en lo que está escrito. La forma popular de exposición caligráfica es el par de rollos verticales, dui lian, que solían flanquear umbrales o altares familiares, aunque también podían estar colgados en las salas de estar.
Prof. Dr. Julio López Saco
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