TEXTOS
India y budismo
India y budismo
1. “Oh ascetas, dos extremos no pueden ser frecuentados por quienes han dejado la vida de familia: el ejercicio de los placeres, el amor a los placeres de los sentidos; o bien las prácticas mediante las cuales se llega al sufrimiento de sí mismo y, debido a las doctrinas no santas, se agota fatigado el cuerpo y el espíritu sin poder conservar lo que se le ha preparado. Oh, ascetas, fuera de estos dos extremos está el camino, donde surge el ojo, surge el conocimiento, la quietud definitiva, el sosiego, que crea el conocimiento sobrenatural y lleva a conseguir el Despertar total, que crea la vida religiosa, que conduce a la Extinción. ¿Qué se quiere decir con el camino?. Ahora, el Tathagata ha llegado al despertar perfecto. En Benarés, entre los sabios, en el Parque de los Gamos, acaba de poner en movimiento la Rueda de la Ley Suprema, que nunca hasta entonces había sido puesta en movimiento. Entre los ascetas y los brahmanes, los Brama y los Mara, los dioses y los hombres, en el mundo no hay nadie que pueda ponerla en movimiento”.
2. “El Bodhisatta respetó los siete votos: amó a su madre, amó a su padre, respetó a los ancianos, dijo la verdad, se abstuvo de palabras rudas, se abstuvo de palabras maliciosas, evitó el egoísmo. “A quien mantiene a su padres y respeta a los ancianos y es gentil, de palabras amables, libre de calumnias, libre de egoísmo, veraz, amo y no esclavo de la cólera, incluso los Treinta y tres devas lo consideran un hombre de mérito”.
3. “¿No es cierto, Sona, que cuando estabas sumido en la meditación surgió en tu mente el pensamiento “los discípulos del Señor llevan una vida muy esforzada. Yo soy uno de ellos, pero mi mente no está totalmente libre de corrupciones. Gozo con el disfrute que me proporciona mi familia; ¿es posible disfrutar de los placeres y aún así realizar acciones virtuosas?”. “Así es Señor”. “Sona, ¿crees que eras diestro tocando el laúd cuando vivías en el seno de una familia?”. “Así es Señor”. “Sona, cuando las cuerdas de tu laúd estaban demasiado flojas, ¿podías tañerlo o dar siquiera una nota?”. “No, Señor”. “Sona, cuando las cuerdas de tu laúd estaban demasiado tensas, ¿podías tañerlo o dar siquiera una nota?”. “No, Señor”. “Sona, cuando las cuerdas no estaban demasiado tensas ni demasiado flojas, sino que estaban bien afinadas, ¿podías tañer tu laúd o dar alguna nota?”. “Así es Señor”. (...). “Cierto día en que el Maestro observaba el mundo a sus pies, vio a la muchacha cuando ella entró en la red de su Conocimiento, y trayéndola a su mente, pensó: “¿en qué punto se encuentra?”. Y supo: “desde que escuchó mi exposición hace tres años, esta muchacha ha estado practicando la reflexión sobre la muerte... Como un toro he hecho pedazos, las ataduras, como un elefante he triturado las cadenas que arrastraba, nunca más volveré a entrar en un vientre”.
Prof. Julio López Saco
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