Textos
India Maurya
1. “Ocho años después de su coronación, el rey, amado de los dioses, el de la benévola mirada, sitió Kalinga. 150000 hombres quedaron allí cautivos, 100000 fueron pasados a cuchillo y un número aún mayor perdió la vida. Pero luego, habiendo sido conquistada Kalinga, el amado de los dioses se transformó para seguir más estrictamente la recta conducta, para amar la recta conducta y para adquirir sabiduría en la recta conducta. En todas partes en mi imperio, los funcionarios de distrito y de provincia, cada cinco años harán un viaje oficial con este objeto: la predicación de la Ley Sagrada y otros asuntos... El consejo dará órdenes a los funcionarios de distrito para la administración conforme a la razón y conforme a lo dispuesto. Mis gobernadores de distrito han recibido autoridad sobre el pueblo, sobre muchos cientos de miles de hombres... Mis funcionarios, conociendo mis deseos, me obedecen. Y éstos exhortarán a otros, de modo que los gobernantes de provincias se esfuercen por complacerme. Como el que confía su hijo a una buena nodriza, se queda tranquilo, así mis gobernadores de provincia han sido instituidos para el beneficio y la felicidad del pueblo de la provincia. En los caminos han sido hechas plantar por mí higueras de Bengala; darán sombra a animales y hombres. Y han sido hechos plantar bosquecillos de mangos. Unos pozos han sido hechos excavar por mí y unas mansiones de reposo han sido construidas. Y cisternas de agua numerosas han sido construidas por mí aquí y allá para el disfrute de animales y hombres... también he hecho que se ocupen del reparto de donaciones de mis hijos y de los otros hijos de las reinas, con el fin del cumplimiento de la Ley Sagrada y de la reverencia a la Ley Sagrada. (...) Y lo que se afana, todo ello es con vistas al otro mundo, para que cada hombre corra el mínimo peligro. Ese peligro es la falta de méritos. Difícil cosa es para un hombre del pueblo o un hombre de clase elevada si no es con el máximo esfuerzo, abandonándolo todo. Pero sobre todo es difícil para un hombre de clase elevada. (...) Ningún ser vivo, tras matarlo debe ser ofrendado y ninguna reunión festiva debe ser hecha. Un viviente no debe alimentarse con otro viviente. (...) El amado por los dioses, a todas las comunidades religiosas, las de los ascetas y las de los que viven en sus casas, las honra con dones y varios honores. Pero no tanto estima los dones u honores como que haya un progreso esencial en todas las comunidades religiosas... de suerte que no haya elogio de la propia comunidad o crítica de otras comunidades...Pues la comunidad ajena debe ser elogiada en esta o aquella ocasión. Obrando así, uno engrandece la propia comunidad religiosa y beneficia a la ajena... La concordia es buena para que escuchen la ley del que piensa de otro modo y la obedezcan”.
Prof. Julio López Saco
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