La base del orden social era el oikos, a cuya cabeza se situaba el miembro varón más viejo, que se encargaba de llevar a cabo las prácticas religiosas hogareñas. Oikos denota todo aquello “vivo” que se encuentra bajo el techo de la casa: los padres, sus hijos y cualquier otro dependiente, incluyendo los esclavos domésticos. También incluye las tierras adyacentes, la propiedad mueble e, incluso, los animales domésticos.
La mayor unidad después del oikos era el genos (grupo o clan noble de parentesco). Sus miembros trazaban su descendencia a partir de un antepasado común, mítico, heroico o devino, la mayor parte de las veces. En Atenas hubo sesenta gene, muy variables entre sí en tamaño. Entre los más prominentes (y mejor conocidos) se encontraba el de los Alcmeónidas, al que pertenecieron personalidades del renombre de Pericles y Clístenes. Los cultos más venerables de Atenas estaban administrados por gene.
En tanto que solamente los aristócratas pertenecían al genos, cualquier otro ateniense era miembro de alguna phratria o hermandad. La membresía de una phratria se constituyó en el fundamento de la ciudadanía ateniense tras las reformas de Clístenes. Los phrateres se reunían juntos para llevar a cabo las ceremonias religiosas, y cada uno de ellos estaba en la obligación de prestar protección a los demás. Han sido atestiguadas en Atenas desde los siglos VII al II a.e.c. Se sabe que la población ateniense estuvo dividida en treinta phratrias. Los bebés eran admitidos en la phratria generalmente en su primer año de vida por mediación de una festividad llamada Apaturia. A través del voto de todos los miembros de la phratria se admitía al nuevo miembro que, sin excepción, debía ser un descendiente legítimo de padres atenienses. Más adelante, a la edad de dieciséis años, el joven era nuevamente readmitido o reintroducido en su phratria. La ceremonia de inducción incluía, en esta ocasión, un sacrificio y se acompañaba de la ceremonia de cortarle el cabello al candidato, una acción que marcaba, simbólicamente hablando, el final de su etapa de crecimiento infantil. Para reconocer esta legitimidad, los miembros de la phratria votaban nuevamente.
En la época clásica, el Ática entera (y dentro de ella la ciudad de Atenas) estuvo dividida en casi ciento cuarenta demos o distritos locales. Esos demos serían convertidos por Clístenes en unidades políticas, cada una de las cuales con su propias asambleas locales, cultos, tesoro y su particular jefe local o demarchos. Diferentes en tamaño y relevancia, cada uno funcionaba como una polis en pequeño. En el registro de cada demo se recogían los nombres de todos aquellos que hubiesen alcanzado la edad de los dieciocho años. Se trata, en consecuencia, del registro oficial del cuerpo ciudadano.
Los atenienses, y todos los griegos en general, creían que descendían de dos grupos étnicos mayores. Por un lado, las comunidades dorias, divididas en tres tribus, y aquellas jonias, que tomaron el nombre de su fundador mítico Ion, un hijo de Apolo, divididas a su vez en cuatro. Los atenienses “reivindicaron” ser jonios y los espartanos dorios. En el caso ateniense fue, una vez más Clístenes, quien introdujo un sistema fundamentado en diez tribus, nombradas a partir de diez héroes epónimos áticos. Tales tribus conformarían la base de toda la administración cívica ateniense. Formaron el fundamento de la elección del Concilio o Boulé (configurado por quinientos ciudadanos, cincuenta por cada tribu, elegidos anualmente por sorteo de entre cada una de las tribus). Además, durante treinta y cinco días al año, cada uno de esos cincuenta miembros de cada tribu servían también en una especie de comité ejecutivo conocido como Prytanía, un órgano que preparaba la agenda para la asamblea y aconsejaba a los magistrados. Cada Prytanía era responsable del beneficio del estado.
La mayor unidad después del oikos era el genos (grupo o clan noble de parentesco). Sus miembros trazaban su descendencia a partir de un antepasado común, mítico, heroico o devino, la mayor parte de las veces. En Atenas hubo sesenta gene, muy variables entre sí en tamaño. Entre los más prominentes (y mejor conocidos) se encontraba el de los Alcmeónidas, al que pertenecieron personalidades del renombre de Pericles y Clístenes. Los cultos más venerables de Atenas estaban administrados por gene.
En tanto que solamente los aristócratas pertenecían al genos, cualquier otro ateniense era miembro de alguna phratria o hermandad. La membresía de una phratria se constituyó en el fundamento de la ciudadanía ateniense tras las reformas de Clístenes. Los phrateres se reunían juntos para llevar a cabo las ceremonias religiosas, y cada uno de ellos estaba en la obligación de prestar protección a los demás. Han sido atestiguadas en Atenas desde los siglos VII al II a.e.c. Se sabe que la población ateniense estuvo dividida en treinta phratrias. Los bebés eran admitidos en la phratria generalmente en su primer año de vida por mediación de una festividad llamada Apaturia. A través del voto de todos los miembros de la phratria se admitía al nuevo miembro que, sin excepción, debía ser un descendiente legítimo de padres atenienses. Más adelante, a la edad de dieciséis años, el joven era nuevamente readmitido o reintroducido en su phratria. La ceremonia de inducción incluía, en esta ocasión, un sacrificio y se acompañaba de la ceremonia de cortarle el cabello al candidato, una acción que marcaba, simbólicamente hablando, el final de su etapa de crecimiento infantil. Para reconocer esta legitimidad, los miembros de la phratria votaban nuevamente.
En la época clásica, el Ática entera (y dentro de ella la ciudad de Atenas) estuvo dividida en casi ciento cuarenta demos o distritos locales. Esos demos serían convertidos por Clístenes en unidades políticas, cada una de las cuales con su propias asambleas locales, cultos, tesoro y su particular jefe local o demarchos. Diferentes en tamaño y relevancia, cada uno funcionaba como una polis en pequeño. En el registro de cada demo se recogían los nombres de todos aquellos que hubiesen alcanzado la edad de los dieciocho años. Se trata, en consecuencia, del registro oficial del cuerpo ciudadano.
Los atenienses, y todos los griegos en general, creían que descendían de dos grupos étnicos mayores. Por un lado, las comunidades dorias, divididas en tres tribus, y aquellas jonias, que tomaron el nombre de su fundador mítico Ion, un hijo de Apolo, divididas a su vez en cuatro. Los atenienses “reivindicaron” ser jonios y los espartanos dorios. En el caso ateniense fue, una vez más Clístenes, quien introdujo un sistema fundamentado en diez tribus, nombradas a partir de diez héroes epónimos áticos. Tales tribus conformarían la base de toda la administración cívica ateniense. Formaron el fundamento de la elección del Concilio o Boulé (configurado por quinientos ciudadanos, cincuenta por cada tribu, elegidos anualmente por sorteo de entre cada una de las tribus). Además, durante treinta y cinco días al año, cada uno de esos cincuenta miembros de cada tribu servían también en una especie de comité ejecutivo conocido como Prytanía, un órgano que preparaba la agenda para la asamblea y aconsejaba a los magistrados. Cada Prytanía era responsable del beneficio del estado.
Prof, Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB, Caracas. FEIAP-UGR.
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