24 de noviembre de 2020

Arte del occidente periférico de Mesopotamia (Mediterráneo oriental) II: arte fenicio








Imágenes, de arriba hacia abajo: Templo de los Obeliscos, en honor al dios Reshef, en Biblos; estatuilla femenina chipriota, de Lapithos. Siglo VI a.e.c.; estatua chipriota de oferente, datada en el siglo VI a.e.c.; sarcófago de Ahiram, rey de Biblos. Siglo XIII a.e.c. Museo Nacional de Beirut; naiskos con sirena alada de Idalion, en Chipre. Siglo VI a.e.c.; pátera fenicia de Idalion. Siglo VII a.e.c., Museo del Louvre; y pátera fenicia de Preneste, datada en el siglo VII a.e.c.

El arte fenicio se caracteriza en general por su capacidad para amalgamar y asimilar influencias diversas, tanto neohititas y asirias como egeas o egipcias, y por la forma tan peculiar de difundirlo por el ámbito del Mediterráneo.

El paisaje urbano fenicio, con su puerto marítimo, se estructuró  a partir de un centro del poblado, que coincide con la acrópolis, rodeado de murallas con puertas con arco. Alrededor se disponían los barrios con las viviendas de los particulares, los locales industriales y comerciales y las construcciones cultuales. Fuera ya del poblado estarían las necrópolis.

En Biblos destacó el Templo de Balaat Gebal, con un patio en el que había grandes estatuas, así como el Templo del dios Reshef o Templo de los Obeliscos, en cuyo patio existía un obelisco central en el que aparecía grabado el nombre del príncipe Abi Shemu. También en Biblos sobresalen sus necrópolis regias, que cuentan con nueve hipogeos, y en donde fue hallado el sarcófago de Ahiram. De Sidón destacan, asimismo, sus necrópolis, en donde se encontraron los sarcófagos de Tabnit y de Eshmunazar. En la acrópolis de la ciudad hubo una residencia oficial asiria y otra persa. En una localidad próxima de Sidón se halla ubicado el Templo de Eshmun, en donde se encontraba el trono de Astarté rodeado de leones y flanqueado por esfinges. La ciudad de Tiro, por su parte, contó con murallas, puertas de acceso y torres. Además, muy cerca se erigió el Templo dedicado a Baal Shamem. La necrópolis de Tell Amrit contempla mausoleos sobre los hipogeos, destacando tres meghazil, esto es, torres cilíndricas en forma de columna.

En Chipre la presencia fenicia fue más que notable. En su primera colonia en la isla, en Kition, destacó el Gran Templo, del siglo IX a.e.c., dedicado a Astarté y erigido sobre un previo santuario micénico. Poseía tres naves separadas por un par de dobles columnatas. Fuera de la ciudad se encontraban las necrópolis, datadas entre los siglos V y IV a.e.c., en las que han aparecido sarcófagos en piedra y estelas con inscripciones fenicias. En Tamassos se ubicó un santuario, mientras que en Idalion sobresalieron los modelos de naskoi, templos en miniatura hechos en terracota. En Lapethos se hallaron estatuas en honor de Melqart y Astarté, en tanto que en Enkomi hubo un palacio y un templo y salieron a la luz muchos materiales como armas, esculturas y cerámicas chipriotas y micénicas. En Paleopaphos se halló, además del Templo de Afrodita, un santuario con ciento cincuenta estelas en las que se representan figuras  de tipo egiptizante y sirio.

La escultura fenicia muestra un significativo sincretismo estético en la que destacan la influencia egipcia y griega. Podemos reseñar una estatua acéfala de Tiro, que tiene en su desnudo torso un pectoral y lleva un faldellín adornado con dos uraei. Algunos torsos masculinos se usaron como ornamento en las jambas de acceso a los templos, de ahí que varios tengan inscripciones con dedicatorias a ciertas divinidades. En Sidón, en el Templo de Eshmun, se encontraron una cabeza y un busto en caliza, del siglo VI a.e.c., además de estatuillas votivas de niños en actitudes diferentes, sobre todo jugando en cuclillas o de pie, que tiene un estilo grequizante. También deben nombrarse las estatuillas en caliza de Melqart-Herakles, del siglo VII, una cabeza de esfinge y una figura femenina que amamanta a un niño. En Biblos sobresalen la estatua de Shesonq I, y el busto de arenisca de Orsrkon I.

Los relieves o figuras en terracota (coroplastia), tuvieron un carácter funerario, votivo y de culto. Hay que mencionar una terracota de Biblos con el tema del jinete armado, así como figurillas de mujeres (gestantes y del tipo Astarté) y de deidades como Bes. También son importantes los naskoi, máscaras y protomos. Con figuración animal es muy notable el león echado de Biblos, con sus patas delanteras una sobre la otra. Además, se hallaron piezas que figuran gatos, perros, monas, leones e hipopótamos. En Chipre deben referirse figuras de personajes destacados, tanto masculinos como femeninos; los primeros con bonetes orientales, faldellines egipcios, túnicas largas y, además, barbados, y los segundos con adornos y atavíos lujosos. Se pueden mencionar la Dama del vaso de caliza, la Dama de Tricomo, en caliza, recubierta con joyas y tocada con un kalathos de flores y el sacerdote fenicio. Son interesantes las estatuas de deidades, caso del Dios de la maza, de Kition, vinculado con el Melqart fenicio, o el Herakles-Melqart de Idalion, así como las estatuillas votivas de divinidades femeninas y masculinas.

En la coroplastia chipriota encontramos tocadoras de tambores, devotos orantes, diosas con los brazos levantados, deidades desnudas del tipo Astarté, la dea tyria gravida gestante, sedente sobre un trono y las pequeñas figuras denominadas del tipo muñeco de nieve. En lo tocante al relieve, las piezas más relevantes son los sarcófagos antropoides, cuya tipología es básicamente egipcia. El más arcaico y notable es el reutilizado por el rey Ahiram de Biblos, que no es antropoide. En piedra caliza se apoya en cuatro leones echados. En sus caras aparecen esculpidos motivos fenicios, sobresaliendo una escena procesional en los lados mayores. En los lados menores se observan plañideras con sus senos desnudos. El sarcófago de Tabnit, hecho en basalto negro, tiene la forma de una momia en la que se destaca un pectoral y la cabeza en forma de máscara funeraria de tipología egipcia. Por su parte, el sarcófago de Eshmunazar muestra en su frontal una inscripción fenicia. De Sidón son destacables los sarcófagos del Licio, de Alejandro, de las Lloronas y del Sátrapa. Además de los sarcófagos hay que recordar las estelas, entre las cuales una de las más sobresalientes es la hallada en Arvad, con el bajorrelieve de una esfinge alada y echada que lleva la dobla corona de Egipto. También es interesante una estela de Amrit en la que se observa Baal con una maza y vestido a la moda egipcia. Otros ejemplos son la estela de Baaliaton, de Baalshamar y la de Yehaumilk, en Biblos, que muestra una escena de culto a la diosa Baalat. Finalmente hay que mencionar los elementos decorativos conocidos como capiteles protoeólicos, datados en el siglo VI a.e.c. En ellos las volutas, en ocasiones, aparecen, combinadas con esfinges, flores de loto y palmetas.

El trabajo sobre marfil, entre los siglos XIII y VII a.e.c., reúne composiciones de tipo ornamental y religioso. Destacan los marfiles de Kamid el-Loz, de influencias cananeas y egipcias, en forma de estatuillas, rostros de personas, mangos de espejo, cucharas, cajas y hasta un tablero de ajedrez cubierto con escenas de caza. Todavía de mayor importancia son los marfiles de Nimrud, Meggido, Arslan Tash, Zimcirli y Samaría. Los de Nimrud, encontrados en el palacio, ornaron espejos, muebles y mangos de abanicos, presentando temas como el de la mujer en la ventana, la vaca amamantando a su ternero, esfinges aladas, nacimiento de Horus sobre una flor de loto o el león que devora a un joven nubio. Los de Samaría, por su parte, embellecieron el Palacio de Acab. Los marfiles de las tumbas regias en Chipre provienen de Salamina, como la cabecera de una cama, que presenta registros en los que se muestran escenas con el dios Heh, la palmera sacra y una serie de esfinges masculinas, y de Enki, sobre todo un mango de espejo que porta el tema del Teseo prehelénico que batalla contra un monstruo.

En cuanto a la orfebrería debe comentarse que de Biblos proceden figurillas e idolillos en bronce, específicamente del campo de las Ofrendas, el Templo de los Obeliscos y el Templo de Baalat. Algunas figurillas masculinas tocadas con el gorro fenicio (lebbede), aparecieron en jarras cerámicas. Son sobresalientes, además, los idolillos en movimiento, entre los que destaca el que representa a un desnudo e imberbe dios Reshef que llevaría una lanza o un cetro en su mano. Entre las figuritas del Campo de las Ofrendas, tenemos una que representa a un hombre imberbe y desnudo con un hacha de combate y una lanza en sus manos. En dos bronces de Tartous vemos divinidades tocadas con el alto gorro o lebbede y en actitud de marcha. El idolillo en bronce de un dios de Biblos muestra a la deidad sentada en un trono bendiciendo. Es probable que la pieza más excepcional de todas sea un carro de bronce con un par de ocupantes. La figura de mayor tamaño lleva una corona egipcia, mientras que la más pequeña es una mujer con gorro y un carcaj en su espalda. El carro, con dos timones y un par de ruedas, se fecha entre los siglos VI y IV a.e.c.

Las copas y los cuencos de metal cuentan con ejemplares como el cuenco de plata de Idalion, con escenas de caza y el tema del faraón derribando a sus enemigos, así como el cuenco broncíneo de Curium, con el mismo tema, aunque su motivo central es un dios asirio con cuatro alas que está en el acto de matar a un león. Otros cuencos importantes son los cuencos de plata de la Tumba Bernardini de Praeneste, del siglo VII a.e.c. Al margen de los cuencos no debe olvidarse mencionar las pequeñas hachas caladas de función cultual, entre las cuales destacan dos de oro ornamentados con un perro y un morueco en relieve que están en el Museo de Beirut.

La orfebrería fenicia parte de las tradiciones egipcia, sirio-palestina y micénica. En la joyería encontramos formas muy variadas, como pendientes, brazaletes, collares, amuletos o anillos. Un complemento de las joyas fueron los escarabeos, que se pueden encontrar, en ocasiones, montados en anillos de plata y oro o también ensartados en collares y brazaletes hechos de esmalte, vidrio y piedra.

Se sabe que la pintura se usó aplicada a las estelas, terracotas, esculturas y pequeños objetos de artesanía. En Tiro destacaron algunos frescos con escenas de la mitología griega, fechables en el siglo III a.e.c. y posteriores.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-FEIAP, noviembre, 2020.

Canal de YouTube. Arte por Arte: arte mesopotámico V


Amigos y amigas. Saludo. Segundo vídeo sobre la escultura mesopotámica, dentro de la serie Arte antiguo en el canal de YouTube Arte por Arte. En este caso concreto, se habla de la escultura exenta y de los bajorrelieves. Espero y deseo pueda ser de utilidad o despertar el interés de alguien que desee inmiscuirse en estas temáticas. Saludo. J.L.S. 

Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, noviembre, 2020.

16 de noviembre de 2020

Arte del occidente periférico de Mesopotamia (Mediterráneo oriental) I: arte de Siria









Imágenes (de arriba hacia abajo): joya áurea de un ajuar funerario. Tumba del Señor de las Cabras, Ebla; pila lustral, del Templo B1 de Ebla, datada entre 1900 y 1800 a.e.c. Museo de Damasco; estatua sedente del rey Idrimi de Alalah, de 1400 a.e.c. Museo Británico; pendiente de oro con figura femenina, de Ugarit-Ras Shamra. Entre 1500 y 1300 a.e.c. Museo de Alepo; planta del Palacio Real de Ugarit; diosa (tal vez la hurrita Hepa), sedente en cobre de Ugarit. Museo del Louvre; estatuilla en bronce de deidad guerrera de Ugarit. Entre 1400 y 1300 a.e.c.; y estela del dios Baal con rayo de Ugarit. Bronce Medio. Museo del Louvre.

La región llamada por los árabes al-sha’m asiático occidental, y que hoy conocemos por Siria, fue una zona sin unidad fisiográfica, motivo por el cual fue pretendida por las potencias de la antigüedad, como Egipto, Babilona, Mitanni, Asiaria y Hatti. Habitada desde la época del Neolítico (Mureybit, Ramad, Bouqras o la misma Ugarit), su entrada en la historia se produce con Ebla. A fines del III milenio la región estuvo bajo el influjo político-cultural acadio y egipcio, mientras que en el siguiente milenio Siria vivió la fragmentación de pequeños varios reinos. A finales del II milenio los arameos fundan varios reinos de pequeña extensión, como Aleppo, Karkemish o Damasco, que acabarían en manos asirias al inicios del I milenio. Sólo posteriormente Siria estuvo bajo el control  neobabilonio, persa y seléucida, para caer en manos romanas desde el 63 a.e.c. y durante cuatro siglos.

En la Ebla del III milenio la edificación más relevante fue el Palacio Real G, con fundamento de piedra y hecho con adobe, que fue residencia palatina, centro de almacenamiento, palacio administrativo y lugar de vínculo entre la población y la elite real. Su espacio se articulaba desde un patio porticado (Patio de las Audiencias). Otras obras destacadas fueron el Palacio Real E, también en torno a un patio rectangular, con habitaciones en tres de sus cuatro lados; el Palacio Administrativo Q, con varios hipogeos empleados como sepultura de la familia real de Ebla, y posteriormente destruido por los hititas hacia 1600 a.e.c.; el Gran Templo D, probablemente dedicado a la diosa Ishtar y decorado con esculturas y relieves, amén de varios objetos de culto; y el Templo N, dedicado al dios Shamash.

Un tipo de construcción de gran importancia lo conforman las cámaras subterráneas en forma de hipogeos que debieron formar, casi con seguridad, una necrópolis. Se pueden enumerar la Tumba de la Princesa, en cuyo interior aparecieron vasijas de piedra y cerámica, además de objetos de oro; la Tumba del Señor de las Cabras, en la que se hallaron restos cerámicos y pétreos al lado de los huesos de un caballo y un carro de bronce, al margen de piezas de muebles y ofrendas de animales; y la Tumba de las Cisternas.

En la escultura hay que mencionar las pequeñas cabelleras femeninas, que solían usarse sobre esculturas religiosas, un toro androcéfalo acostado, la sacerdotisa velada, figura femenina sedente (tal vez una princesa), pero sobre todo, las esculturas acéfalas y la serie de terracotas femeninas. Entre las esculturas sin cabeza, hechas en basalto, sobresale un rey barbudo, con la copa de las ofrendas, y un personaje sentado, que pone las manos sobre sus rodillas y va descalzo; las terracotas fueron fabricadas a mano. Figuraban mujeres, habitualmente desnudas, y haciendo el gesto de sostenerse los senos. Finalmente también se modelaron vasos en forma de cabezas femeninas.

Los relieves principales son aquellos que decoraban las caras de las pilas cultuales rectangulares, que aparecieron en los templos. Tres de sus lados, y a veces cuatro, aparecen decorados con figuras zoomorfas y humanas, organizando composiciones mitológicas cuyo principal tema sería el banquete en homenaje a una deidad. Entre las más importantes tenemos la pila del Gran Templo D, con el tema del banquete en su lado principal, y con presencia en los menores de dragones alados, cazadores de fieras y héroes con el Agua de la Vida, la del Templo B1 y la pila de caliza del templo N. Hubo también relieves que decoraron muebles lujosos, representando figuras femeninas, guerreros y animales.

En la glíptica, los sellos cilíndricos mostrarían el tema de los seres míticos y héroes que batallan para proteger los rebaños y el de la diosa sosteniendo leones. En los bordes suelen aparecer cabezas de animales, hombres-toro y cabezas humanas. La orfebrería eblaíta está representada por collares, brazaletes de oro y un anillo nasal encontrado en la Tumba de la Princesa, así como bandas doradas, colgantes en forma de águila, pendientes de oro y un collar con colgantes en forma de bellota en la Tumba del Señor de las Cabras. En este mismo especio funerario también fue hallada una copa de plata con una inscripción, quizá el nombre del difunto (Immeya).

En Alalah, y en la ciudad cercana al mar de al-Minah, salida natural del reino de Yamkad, encontramos una arquitectura en base a palacios y templos. En el primer caso, destaca el Palacio real, hecho de adobe y con un entramado de madera, que pudo tener hasta tres pisos de alto y estar pintado en su interior, y en el segundo, un templo de planta cuadrangular, dedicado a deidades locales. Otro elemento a tener en consideración es la puerta de la ciudad.

La plástica de Alalah fue de poderosa influencia hurrita. Están presentes estatuas de leones hechas con basalto; felinos con las fauces abiertas que aparecieron en la tumba del rey Idrimi; una cabeza de carnero; la cabeza varonil: el torso de basalto de Sefiré y la estatua del rey Idrimi. Los dos últimos son los más notables ejemplos de la escultura. El torso es una espalda con una inscripción con el nombre Aduniabia, mientras que la estatua de Idrimi, datada hacia 1500 a.e.c., muestra un barbado rey sedente, con manto y gorro. Se trata de una estatua de carácter funerario usada como imagen para el culto del monarca. La estatua está recubierta de una inscripción en acadio.

En yacimientos como Emar o Tell Fray (identificada con Shaparu) han aparecido restos artísticos interesantes. En el primer caso, vestigios urbanos (palacio, santuarios, sectores urbanos con planimetría rectangular), cilindro-sellos y textos cuneiformes; en el segundo, ruinas de un par de templos, parte de la zona residencial y un palacio.

En el estrato arqueológico H de Hamah aparecieron estructuras de habitación, silos, ídolos femeninos, armas y cerámica; en el G cerámica de origen mitannio, chipriota y micénico; mientras que en el F, que es el de la ocupación aramea, un complejo palacial con patio ornamentado con ortostatos y bajorrelieves de leones, una puerta monumental y varias figurillas de terracota, cilindro-sellos y fíbulas micénicas. Lo más relevante son dos piezas. Una, es la figurilla de una deidad sedente, barbada, hecha en oro y bronce, tocada con una tiara y vestida con un faldón. Se ha datado en el siglo X a.e.c. La otra, un torso de basalto del siglo VII a.e.c. En Qatna, por su parte, se hallaron restos de un palacio provincial y de un templo de la Edad del Bronce, además de armas, vasos y una estatuilla en bronce de un dios sentado sobre un taburete. En Terqa, capital del reino de Khana, destaca sobremanera su muralla, un par de templos (dedicados a Dagan y a la diosa Ninkarrak), y un palacio administrativo.

En el nivel III de Ugarit (Ras Shamra), del Bronce Antiguo, aparecieron restos cerámicos del tipo anatólico así como del El Obeid y del Halaf; en el nivel II (Bronce Medio, hacia 2100 a.e.c.), se constata la presencia de gentes anatolias, y desde 1900 la creación del reino de Ugarit por los amorreos, una época en la que se erigieron monumentos como el Palacio Norte y los Templos de Baal y Dagan. En el Bronce Reciente (1600-1200 a.e.c.) se produce el apogeo de la civilización ugarítica. La dinastía de Niqmadu I embellecerá la ciudad con residencias entre las que destacó el Palacio real.

Los conjuntos arquitectónicos lo configuran palacios y templos. El Palacio Norte presenta cámaras, patios, pasajes y numerosas salas, todo ello distribuido en torno a dos patios principales. El Palacio real, del Bronce Reciente, constaba de salones y noventa habitaciones dispuestas alrededor de cinco patios interiores y un jardín. Debió tener un piso superior, tal vez destinado a actividades oficiales y a residencias privadas. Al margen de los palacios, debemos destacar tres cámaras abovedadas de carácter funerario, que debieron ser parte de una necrópolis real. En cuanto a las construcciones sacras, los templos, se ha señalado la relevancia de los templos de Dagan y de Baal, a los que habría que sumar el denominado Santuario hurrita y el Santuario de los ritones.

El templo de Baal poseía unas escaleras de las que se infiere la presencia de una torre o terraza sobre la que, muy probablemente, se llevarían a cabo ceremonias de tipo religioso. El Santuario hurrita, llamado también del hacha mitanni, debió funcionar como capilla palatina, mientras que el de los ritones disponía de un porche que conectaba con una sala por medio de un corredor, en donde había una serie de banquetas corridas de piedra.

En relación al urbanismo, se puede señalar que las calles, de corta longitud y bastante angostas, además de laberínticas, determinaban la estructuración de barrios en la ciudad, aunque no hubo un urbanismo organizado. El barrio próximo al Palacio real era un barrio residencial de viviendas de gran factura. Destacan la Casa de los alabastros, propiedad de un diplomático egipcio, y la vivienda de Rashapabu, el prefecto del puerto de Ras Shamra. Esta última tenía dos pisos y contaba con letrinas, pozo propio y una tumba subterránea. Otras viviendas destacadas son la Casa del letrado, la Casa del Gran Sacerdote y la Casa de Rapanu, nombre de un escriba del Palacio, que tenía además de tumba subterránea, treinta y cinco habitaciones y hasta una biblioteca privada. Resulta curioso comprobar que las casas ugaríticas fueron entendidas también como lugar de reposo e inhumación, pues bajo el pavimento solía estar el sepulcro familiar, con una estructura rectangular y cubierta con dinteles o bien con falsas bóvedas.

La escultura de Ugarit es en piedra y también hecha con metales. Entre la estatuaria en piedra destaca una estatua sedente con vestimenta de influencia mesopotámica; una estatua de un hombre sentado sobre un trono, del Bronce Medio, que lleva una flor de loto en la mano izquierda; una estatuilla de un nubio con un vaso sobre la espalda, hecha en alabastro; y una figurilla de caliza que representa un carro tirado por un par de caballos galopando. Además no se pueden olvidar las pesas pétreas con formas de animales, como leones, toros o aves. Las estatuillas metálicas suelen ser de cobre o bronce. Sobresale entre ellas la de la mujer sentada, que fue encontrada en el Santuario hurrita, hecha en cobre con hilos dorados y de plomo, tocada con un turbante y vestida al modo sirio. Probablemente sea una imagen de una diosa hurrita de nombre Hepa. Además, es notable también una estatuilla viril en cobre. En la segunda mitad del segundo milenio abundan las estatuillas en bronce recubiertas de láminas de oro, que representan, tal vez, a un dios Baal de pie, en marcha y tocado con una tiara. La posición de los brazos pudiera indicar que portaba alguna lanza, hachas de guerra o, quizá, una maza. Otras representaciones relevantes son los bronces que figuran deidades, o tal vez reyes, que están en actitud de bendecir. Uno de ellos, recubierto en oro, representa al dios Illu (El), con un manto sirio y tocado con una corona osiriana. Otro, es la figurilla de Minet el-Beida, forrada de plata y oro, que lleva en el brazo derecho un brazalete y aparece tocada con una corona egipcia.

Algunas pequeñas estatuas femeninas figurando a diosas también son de notable factura, pues en las mismas apareció el tipo de estatuilla que muestra a la mujer bendiciendo. Destaca la diosa de Ugarit, que quizá represente a Elat, esposa de El, sedente y en clara actitud de bendecir. Otras representaciones, finalmente, serían un hacha de guerra con forma de cabeza de leona; la figura de un toro de pie sobre zócalo rectangular, y sobre todo, los halcones en bronce que llevan el pschent o doble corona egipcia.

Los relieves y estelas, de función religiosa, debieron tener cierta relevancia. Del período del Bronce Medio destacan tres estelas monolíticas en las que se muestran dioses sirios. La primera, con una vestida diosa Anat, con un símbolo religioso en su mano y armada con una lanza; la segunda, mostrando a un dios joven de pie, quizá Baal, con cetro y una lanza; y la tercera, otra deidad (probablemente el dios Mot, la Muerte), con el brazo izquierdo levantado, llevando un emblema o arma, mientras en la derecha porta un cetro. Entre las estelas debe destacarse la estela de Baal con el rayo (siglos XVII-XV a.e.c.), en la que vemos una deidad de pie, tocada con casco con dos cuernos, sobre una montaña, llevando en su mano diestra una maza y blandiendo en su izquierda una lanza. Su vestimenta es de inspiración egea. Entre su pierna izquierda y la lanza aparece un personaje minúsculo, vestido con túnica y de pie sobre un pedestal, que puede referir algún rey de Ugarit. Finalmente, se cuenta con dos estelas votivas, en una de las cuales aparece un acuerdo suscrito por un príncipe cercano y el soberano de Ugarit, mientras en la otra se observa a un rey ugarítico sentado realizando un tributo cultual en honor de la deidad El, que aparece en actitud de bendecir.

En la orfebrería se encuentra instrumental cotidiano, como vasos, azuelas, armas, pesas, hachas, agujas, y estético (estatuillas de deidades), además del ornamental, como joyas y torques broncíneos. Sobresale sobremanera el depósito de fundación en el subsuelo de la Casa del Gran Sacerdote, donde aparecieron una espada con cartucho real con el nombre del faraón Mineptah y un trípode en bronce. También destaca el hacha ceremonial con engaste en cobre en forma de verraco y con cabezas de león.

Entre las joyas encontramos pendientes en formas de animales, medallones con diosas, amuletos, crecientes lunares, discos, anillos y brazaletes. No obstante, lo que más destaca son los vasos historiados, de los que destacan un par de ellos, en oro: una pátera y una copa. En la primera se simboliza una cacería regia. En el medallón central, símbolo del sol, se observan cinco cabras. La copa, por su parte, presenta en su friso externo escenas de animales reales y fantásticos al lado de una cacería del león; en un segundo friso se aprecian toros y leones frente al árbol sacro, mientras que en el medallón central tenemos también cinco cabras salvajes. Finalmente debe hacerse alusión al tesoro de metales preciosos encontrados en una jarra cerámica, en el que se cuenta con un ritón, alfileres de plata, un puñal de oro y cuencos en plata y electro.

Las obras en marfil, tanto de hipopótamo como de elefante, y de fuerte influencia egipcia y egea, también fueron predominantes. Se destaca el denominado panel doble, que apareció en el lecho de la habitación del príncipe del Palacio real. Cada panel se encuentra adornado con combates de animales y motivos de caza. En la placa central aparece una diosa alada cobijando con sus brazos a un par de adolescentes gemelos. En otro panel se observan escenas de la vida pública del soberano. En una de las placas, el rey amenaza con la espada a un enemigo que está arrodillado delante de él.

En marfil de elefante se tallaron botes cilíndricos, entre los que sobresale la tapa de bote de Minet el-Beida, datado en el siglo XII a.e.c., en el que un bajorrelieve muestra a una sedente diosa de las cabras salvajes, con sus senos al aire y vestida con faldellín. Una pieza sobresaliente es un olifante (instrumento para anunciar festividades y acompañar ofrendas sacrificiales, según la Biblia), en el que está esculpida una diosa desnuda con sus manos sobre el pecho alrededor de la boquilla del instrumento. A ambos lados de la deidad se ven esfinges aladas. Otro ejemplo notable es la cabeza imberbe con tocado, que representa a una princesa, sacerdotisa o, tal vez, un dios juvenil. Finalmente, debe hacerse mención de los botes de tocador, hechos con marfil de hipopótamo, con forma de patos con sus cabezas vueltas hacia atrás.

Para terminar, los cilindro-sellos en fayenza y piedras duras, habituales para la autentificación documental y de propiedades, presentan una temática mitológica, en la que participan deidades, como Anat o Baal, escenas del héroe desnudo entre  leones y diosas aladas, además de escenas de cacería en las que participan reyes y príncipes.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-FEIAP, noviembre, 2020.

Canal de YouTube. Arte por Arte: arte mesopotámico IV


Amigas, amigos, colegas, estudiantes, lectores en general. Seguimos con el arte mesopotámico en el Canal de YouTube Arte por Arte, en la serie Arte antiguo. En este caso ya entrando de lleno en la escultura y sus generalidades principales. Espero que pueda ser útil, interesante o servir de aliciente para que otros se inmiscuyan en este tema. Saludo cordial. J.L.S. 

Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, noviembre, 2020. 

11 de noviembre de 2020

Heroicidad y divinidad en el mundo antiguo grecorromano

El concepto que reside en la idea de que un ser humano obtenga un estatus divino ha estado integrado en las religiones más antiguas, tal y como es el caso de la especial conexión del faraón con lo divino en Egipto o los ejemplos helenísticos tan característicos.

El más que evidente antropomorfismo que singulariza a los dioses griegos permite adelantar que en el contexto cultural heleno el ámbito de lo divino no se concebía como el de lo totalmente otro, sino como una gradación en la que la alteridad sería únicamente relativa. De esta forma, divinidad y humanidad no serían extremos fijos con un abismo en medio como línea de demarcación, sino realidades con límites un tanto más fluidos. En Grecia los límites entre dioses y seres humanos son porosos, como constata el culto de los héroes, antiguos hombres del pasado imaginarios o reales.

Las características que definen la divinidad de las deidades griegas (la inmortalidad, el poder, el antropomorfismo), permite entender la divinización de seres humanos. Al igual que en la mayoría de las religiones aparecidas en la cuenca del Mediterráneo, en Grecia se imagina a los dioses como poderosas entidades por definición. El estatus divino se obtenía donde acontecía una manifestación de poder (dýnamis) sobrenatural, que podía mostrarse de diversas formas en la interacción con los mortales, como sueños, epifanías, prodigios o  visiones, canalizando de tal modo la admiración y una especie de respeto numinoso. Como las hazañas se consideraban merecedoras de honores divinos, por necesidad lo hacían al redundar en beneficio de la comunidad, siendo las mismas así susceptibles de despertar admiración, además de gratitud. Una positiva reacción al poder benéfico es lo que, al margen de la famosa graeca adulatio de Tácito, explica la “divinización” de seres humanos.

Una continuada, a la par de atípica beneficencia, produciría renovados honores lo cual, por su parte, podría tener efectos teogénicos, produciendo la creencia en una naturaleza divina. Piénsese que fue la atribución de una extraordinaria actividad benefactora (evergesía) lo que hizo merecedores de honra infinita a un Heracles o un Asclepio. Decía Aristóteles, en tal sentido, que los humanos llegaban al estatus de deidades por sobreabundancia de virtud. Algo parecido comentaría posteriormente también Cicerón, señalando que la magnitud de los servicios se estos entes era la que propiciaba su establecimiento como dioses. La fama y el reconocimiento de los hombres excelentes por sus buenas acciones estarían detrás, por tanto, de tal fenómeno. La inmortalidad constituiría unos de esos rasgos cruciales de la concepción griega de lo divino en estos casos señalados.

En el mundo romano, la divinidad parece más un asunto de estatus y poder que de naturaleza, en el marco de un espectro sin líneas divisorias que se observen de manera nítida. Una conocida leyenda, concretamente aquella de los ancianos Filemón y Baucis, que fueron inmortalizados al morir por sus servicios a Júpiter y Mercurio en Frigia (contada por Ovidio en las Metamorfosis), ofrece un testimonio de la creencia en la transformación de seres humanos en dioses. En cualquier caso, tales deidades no son del mismo nivel que otras superiores, aunque tienen con ellos en común la dignidad de la veneración.

La creencia en una transición de hombre a deidad se plasma de manera preclara en el culto imperial. Los precedentes inmediatos del culto imperial se encuentran en los ejemplos de exaltación de gobernantes y notables generales griegos, que habían sobresalido por sus salvíficas acciones en relación a determinadas ciudades. Tal vez el testimonio más antiguo de tal práctica es la asociada a Lisandro, general de la flota espartana, que se hizo acreedor de la gratitud de los habitantes de Samos por su victoria sobre los atenienses durante la Guerra del Peloponeso, garantizando con ello la libertad de la isla. La reacción a tan benéfica ayuda incluyó sacrificios, himnos y hasta una nueva festividad en honor del general. Esta atribución de esencialidad divina a figuras políticas o militares de relieve se explica porque en el mundo antiguo eran precisamente las que tenían mayor posibilidad de desplegar ayuda más eficaz.

La evidente supremacía del emperador romano era traducible en el poder de conceder beneficios, tanto favores particulares, a ciudades (Acrefias, en Beocia, estableció un culto a Nerón tras restaurar este la libertad a Grecia) o personas, como en su capacidad de instalar la paz y la concordia en salvaguarda de la población. En definitiva, su poder radicaba en alcanzar y mantener la felicitas temporum. Sería una suerte de  deus praesens corpóreo, que no habitaba lejos como otros dioses mayores. 

El contexto específico del evergetismo hace inteligible el nacimiento y consolidación del culto imperial en la práctica religiosa romana. Como expresión de gratitud por los beneficios concedidos por el emperador, los súbditos debían rendir los mayores honores al soberano en forma de templos y sacrificios diversos. Es así como se entiende que Horacio alabe a Augusto[1], en contraste con los grandes héroes, como benefactor de la población.

El fervor y la piedad personal, manifestada por medio de juegos, festivales, himnos, plegarias, banquetes o solemnes procesiones procesiones serán los medios habituales para rendir culto al emperador. Es destacable un hecho singular, y es que el objeto de exaltación no se remonta a un pasado remoto o fue un residente en la atemporalidad del mito, sino que se trataba de una personalidad histórica contemporánea. Este culto al emperador fue, en ocasiones, descrito como isotheoi timai, esto es con honores semejantes a los tributados a las deidades, una expresión que equipara al emperador con Júpiter, pero que al mismo tiempo distingue el culto a los dioses tradicionales del que se tributa a los emperadores, que queda siempre, y en todo momento, subordinado al de Júpiter.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-FEIAP, noviembre, 2020.



[1] Octaviano, adoptado como hijo por César en su testamento, fue llamado divi filius, tal y como se aprecia en la titulatura oficial que se puede observar en inscripciones, monumentos y monedas. Esta filiación adoptiva fue posteriormente empleada en la dinastía julio-claudia. Además, algunos autores (Suetonio, Dión Casio) afirmaron también que Atia, la madre de Octaviano, había sido fecundada por Apolo. De esta manera, la expresión del carácter divino de Augusto se fundamentó en dos formas de filiación, adoptiva y natural. En la cremación de su cadáver en el Campo de Marte, Numerio Ático jura observar cómo su espíritu asciende al cielo entre las llamas, un modelo que recuerda el de Rómulo, hecho que implica la necesidad de que un testigo fiable corrobore la creencia en la divinización. En la tradición romana, varios relatos (Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Tertuliano más tarde), advierten que Rómulo experimentó un proceso de deificación. En el momento en que Rómulo estaba en compañía de los senadores pasando revista a las tropas en el Campo de Marte, se desencadenó una tormenta. Rómulo fue envuelto por la densa niebla y desapareció. Este fenómeno se interpretó como que había sido asesinado por los senadores, o bien que había sido arrebatado al cielo, siendo por ello aclamado como de estatus divino. Según Plutarco, el patricio Julio Próculo se lo encontraría tras su muerte en un camino, un testimonio que testificaría su divina ascensión. Afirma Livio, en consecuencia, que fue objeto de veneración.

3 de noviembre de 2020

Culto solar en el Bronce Medio y Final europeo: figura de Klicevac, carro de Dupljaja y carro solar de Trundholm




Imágenes (de arriba hacia abajo): réplica de la figura de Klicevac; carro de Dupljaja; y carro de Trundholm, en Zealand, Dinamarca.

Una parte relevante del legado estético de la Edad del Bronce europeo parece reflejar una religiosidad asociada al culto solar. Varios objetos, decorados con espirales y entramados curvilíneos, parecen responder, de forma directa o indirecta, a este culto, como es el caso de las aves acuáticas, ruedas, círculos radiados, toros con cornamenta, barcos, carros y los personajes que en ellos viajan.

Entre las figuras en terracota del ámbito danubiano destaca una estatuilla, hoy desaparecida (se perdió a lo largo del desarrollo de la Primera Guerra Mundial), cuya procedencia se registró en el cementerio del Bronce Medio de Klicevac (Serbia oriental). Hallada en 1881 en el interior de una urna con restos humanos cremados, se dató en la segunda mitad del II milenio a.e.c. y pertenece a la cultura de Dubovac-Zuto.

El aspecto es el de un ser que se muestra emitiendo haces lumínicos o de fuego desde una esfera celestial o inframundana. Su aspecto expresionista se resalta con su vestimenta: una falda acampanada con franjas de dameros entre bandas de zig zags. Los brazos convergen en el centro al lado de la placa colgante de un collar con broche circular, ornamento que combina con un torques con puntas en espiral. A la intensidad compositiva de nariz, cejas y orejas se suma unos ojos grandes, redondos y equidistantes, con elevado poder comunicativo. El cabello se recoge en una suerte de diadema denticulada. El sentido y la simbolización de la figura es desconocido, aunque es probable que se haya ideado mostrando algún poder sobrenatural.

A fines del II milenio pertenece un carruaje de terracota hallado en el yacimiento fortificado de Dupljaja (Vojvodina, Serbia). Se trata de un carro de tres ruedas que aparece tirado por un par de ánades erguidos que portan collares al cuello. El carruaje transporta a un personaje masculino de cara de ave, ornado con colgante y un torques, vestido con túnica talar que presenta triángulos incisos y círculos. Delante de la figura el carro lleva un tercer pájaro, en una posición centralizada.

Podríamos estar ante una figura que fuese una deidad y el ave su atributo. De hecho, la presunta deidad aparenta moverse gracias a la fuerza desplegada por los servidores-ave, y quizá se encuentra en un proceso de metamorfosis-transfiguración en su propio símbolo (el pájaro). Si al carro se le otorga una función ritual, representando el recorrido del astro solar, la figura que en él se encuentra podría entenderse como una divinidad del sol que está en sacra comunión con el ánade. Conviene recordar que agua, pájaro y carruaje se reúnen simbióticamente en aquellos vehículos que transportan vasijas de bronce tan típicos del Bronce Antiguo y Medio europeo.

Aunque los países de Escandinavia adolecen de recursos metalíferos produjeron sin embargo notables piezas de metal, como armas, adornos y objetos personales. Gran cantidad de ajuares metálicos y vestimentas fueron recuperados de las inhumaciones individuales en cajas hechas con troncos bajo montículos tumulares en Seeland, Jutlandia o Goteland. También en estas latitudes se hicieron donaciones votivas de armas y otros objetos de bronce a las aguas de ríos, pantanos, pozos o lagos, en honor de las deidades acuáticas. Los discos de cinturón fueron objetos de la donación ritual, aunque también se depositaron en tumbas. Un disco de bronce, llamado disco del sol, apareció instalado en un carro de seis ruedas del que tira un solo caballo. Fue descubierto en la marisma de Trundholm, al norte de Zealand, y datado a mediados del II milenio a.e.c. Anverso y reverso del disco aparecen decorados con motivos de círculos, algunos engarzados en espirales (característica de la metalística nórdica). A través de unas riendas el caballo tira del disco solar. Va engalanado el animal con placas y motivos en oro.

Es bastante factible que el vehículo estuviese orientado a recorrer un camino análogo al del Sol; primero un camino de ida, de este a oeste, mostrando la cara más reluciente del disco, y después uno de vuelta, de oeste a este, con la cara menos luminosa o apagada. Aunque no se puede descartar su uso como un juguete móvil, tal vez la pieza represente en pequeño tamaño algún ejemplar ritual de mayor envergadura que podría haberse empleado en ceremonias y procesiones.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-FEIAP, noviembre, 2020.

Canal de YouTube. Arte por Arte: arte mesopotámico III


Amigos, amigas. Continuamos con el arte mesopotámico dentro de la serie Arte antiguo en el Canal de YouTube Arte por Arte. Iniciamos ya la arquitectura, en lo tocante a los tipos constructivos, en este caso el templo y el palacio. Ya podéis encontrar el primero, que aquí pusimos, así como el segundo, en el canal. Esos dos primeros tratan de las generalidades del arte en Mesopotamia. En fin, espero pueda ser de interés y utilidad. Saludo. 

Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, noviembre, 2020.