30 de abril de 2010

La historia y la cosmografía en la antigüedad china I: Shiji de Sima Qian

Shiji (Memorias Históricas) de Sima Qian
Prof. Dr. Julio López Saco
Shiji 史記 o Memorias Históricas, de Sima Qian 司馬遷, de los siglos II-I a.C., también nombrado Taishigong shu, es considerado como la primera historia sistemática general de China, con cierto valor histórico, que incluye citas de acontecimientos concretos y biografías de los personajes más relevantes del largo período temporal que abarca desde los inicios míticos hasta la dinastía Han. Deben entenderse estas afirmaciones en el sentido de que, a pesar de la evidente parcialidad de los historiadores de la antigüedad china, éstos intentan seguir algunos patrones metodológicos de lo que puede considerarse como crítica histórica, refiriendo cronologías y abarcando diversos ángulos de las épocas tratadas, que van desde los aspectos socio-políticos, hasta los culturales y geográficos. En ciento treinta volúmenes se recogen biografías de reyes, generales, nobles y grandes dignatarios, abarcando los ámbitos político, económico, geográfico y social, además de mítico-legendario, incluyendo, asimismo, varias tablas cronológicas que fechan los reinados desde el siglo IX a.C. hasta los tiempos del autor y del emperador Han Wudi. Aunque en Shiji no se incluyen los reinados y hechos destacados de más de cuarenta monarcas de las primeras dinastías, Xia y Shang, el tiempo histórico comienza con Yao y Shun, a los que los primigenios y arcaicos dioses del panteón tradicional se someten. En síntesis, por consiguiente, estamos ante la primera historia dinástica que narra hechos acaecidos entre el gran patriarca chino Huangdi y la contemporaneidad del autor, es decir, unos dos milenios y medio que incluyen recuerdos del neolítico y la edad de bronce. La visión de este larguísimo período plantea un ángulo de reflexión político-moral que servirá de modélico paradigma para las ulteriores historias dinásticas. Es así como en estas Memorias Históricas encontramos evidentes referencias textuales al Shujing y a Mencio, lo que conlleva aires confucianos que subliman las virtudes de los buenos gobernantes y administradores, al igual que ocurre en Shujing. En época Han, precisamente, la obra adquirió el estatus de ortodoxa, como la verdadera versión de los eventos históricos y como el modelo ideal de escribir la historia antigua. Su autor buscó la aprobación y justificación de los biografiados al vincularlos con los sabios míticos de la Edad Dorada de la antigüedad, Yao, Shun y Yu, es decir, relacionándolos íntimamente con la genealogía divina. Los capítulos de la obra se dividieron en cinco grupos principales: anales imperiales, en doce zhuan de benji; tablas, (diez biao), que ofrecen la concordancia cronológica de los regentes de diferentes estados pre-imperiales y genealogías de familias ennoblecidas; tratados, (ocho shu), referencias históricas sobre aspectos esenciales para el buen gobierno, como la música, el ritual, la astronomía y la economía agrícola; las casas hereditarias (shi jia) más relevantes, en treinta zhuan, historias de los grandes estados pre-Qin, así como biografías de Confucio y de otras personalidades relevantes; y, finalmente, las biografías, setenta zhuan, de figuras prominentes, que incluyen materiales e informaciones históricas de pueblos foráneos como los Xiongnu. Algunos documentos de estado, tales como los edictos imperiales y los reportes de los oficiales, pudieron ser incorporados en la compilación inicial de Sima Tan y Sima Qian. En cualquier caso, serían empleados al lado de genealogías y diversas tradiciones locales de carácter oral. La división de capítulos fue adoptada en las historias dinásticas subsiguientes, como Hanshu. A través de esta obra, en definitiva, Sima Qian confeccionó las premisas ideológicas que han dominado, durante muchos siglos, la historiografía china, en especial la idea de la unidad cultural y política del territorio desde los más remotos orígenes hasta la actualidad. Es muy probable que el autor haya usado abundante material mítico de la tradición oral popular para escribir el monumental trabajo, debido, quizá, a la notable ausencia de fuentes escritas a principios de la dinastía Han oriental. En último caso, no obstante, no debió aceptar cualquier mito recibido de la tradición oral, sino que seleccionaría sólo aquellos que quería reformular en su obra.
30 de abril del 2010

28 de abril de 2010

Los bronces chinos: el motivo taotie


En la parte superior, un recipiente hecho en bronce, para contener vino, llamado Yu y, en ocasiones, tildado popularmente, como “el tigre”. Fines de la dinastía Shang. Hoy se encuentra en el Musée de la Ville de París, Cernuschi, con la nomenclatura de inventario M.C. 6155. Algunos estudiosos asocian este motivo, en el que un felino, erguido, estrecha entre sus garras a un ser humano, con una leyenda tardía del linaje real del reino sureño de Chu, según la cual en el siglo VIII a.n.e. un noble había sido alimentado, desde niño, por un tigre. No obstante, otros autores creen que evoca al taotie en su papel de devorador y protector de los clanes, en el momento en que se traga a un espíritu demoníaco. También es probable que la figura represente el paso del hombre hacia la dimensión del mundo de la muerte a través de las fauces abiertas del animal, o que el monstruo regurgite al hombre para que éste tenga una nueva existencia.
En la imagen inferior, animales míticos en los diseños de los bronces Shang. En la parte superior se destacan las máscaras taotie, y en la tercera línea el Kui.


ABSTRACT


The scholars of the Song time named taotie a decorative motif of a creature from some ancient texts cited. Its name evokes a monster eater. The taotie, in their simple forms, more archaic, has two round elements, with some relief that evoke the eyes, which are enclosed in a network of lines drawn variable. Already in their evolved forms, the eyes seem to arise from a face, supplemented occasionally by an upper jaw with fangs, clawed feet, ears, eyebrows and horns.

摘要

學者們對宋代時稱為饕餮紋的裝飾圖案的一類生物從一些古代文獻引用。它的名字喚起一個怪物吃。該饕餮紋,在他們的簡單形式,更古老,有兩個圓形的元素,喚起了一些寬慰的眼睛,是在一個封閉的網絡線繪製的變量。早在他們的發展形式,眼睛似乎源於臉,偶爾輔以由上頜骨獠牙,爪腳,耳朵,眉毛和號角.


Los estudiosos de la época Song dieron el nombre taotie a un motivo decorativo a partir de una criatura citada en algunos textos antiguos. Se trataba de un monstruo cuyo cuerpo iba sufriendo un proceso de destrucción a medida que devoraba a un ser humano. Su denominación evocaba a un Devorador de monstruos, concretamente de aquellos desterrados de la superficie de la tierra por los sabios emperadores míticos de la antigüedad, lo que significaba que se convertía en un protector contra los espíritus malvados. El carácter feroz y devorador de esta criatura se asoció a un motivo misterioso compuesto, cuyo origen y función es un enigma. El taotie, en sus formas simples, más arcaicas, presenta dos elementos redondos, con cierto relieve, que evocan los ojos, y que se encierran en una red de líneas de trazado variable. Ya en sus formas evolucionadas, los ojos parecen surgir de un rostro, completado, en ocasiones, por una mandíbula superior con colmillos, patas con garras, orejas, cejas y cuernos. Todos estos elementos se subdividen simétricamente por una nervadura central vertical. Así, el taotie puede descomponerse en dos partes, cada una de las cuales podría representar un animal de un solo pie y visto de perfil (el kui de los letrados Song). Considerado como una máscara animal de aspecto terrorífico y con poder protector, el taotie ha sido interpretado de múltiples modos. En ciertos casos, se han pretendido ver semejanzas con ciertas figuras totémicas o míticas de culturas alejadas y externas a China, caso de las culturas amerindias de Norteamérica; en otros, se ha pensado que pudo derivar de algunos de los motivos de los jades funerarios de las culturas del neolítico del sudeste de China. Con mayor seguridad, podemos decir que se observa una tendencia a combinar entre sí formas tomadas de distintos animales, sean estos reales o no, en la configuración del taotie, lo que conduce, irremediablemente, a que no se le pueda asimilar con un ser o entidad concreta. A veces, en la superficie de un objeto de jade o de un bronce, sus formas parece que se desmembran para luego recomponerse otra vez, produciendo, según el ángulo visual que usemos, nuevas y pintorescas figuras.

Prof. Dr. Julio López Saco

28 de abril del 2010




27 de abril de 2010

Reinos de Mesopotamia V: Kizzuwatna y Arzawa*


PUERTA SUR DE KARATEPE, CON UNA ESCENA DE UN BANQUETE REAL. RUINAS DE LA CIUDAD AMURALLADA DEL REY AZATIWADDA; RELIEVES DE LA SALA NORTE DE KARATEPE. RUINAS DE LA CIUDAD AMURALLADA DEL REY.

Kizzuwatna fue un antiguo reino anatólico que tuvo vigencia a lo largo del II Milenio a.n.e. Surgió en la denominada tierra de Adaniya (hoy Adana), cerca de la costa meridional, en el siglo XVI a.n.e. El centro de este reino, en las tierras altas del sureste de Turquía, fue Kummanni (quizá la Comana romana), la misma región que posteriormente será conocida como Cilicia. La residencia real estuvo situada en Karatepe, más tarde conquistada por los asirios. Los grupos étnicos que compusieron la población del reino fueron los hurritas, hititas y luvitas. De hecho, los hititas y los luvitas contribuyeron a la formación del reino independiente de Kizzuwatna tras el debilitamiento del Reino Antiguo Hitita. Kizzuwatna permaneció como reino autónomo entre los Hititas y Mitanni, hasta su incorporación, como estado vasallo, hacia 1350 a.n.e. Su independencia se mantuvo, en consecuencia, hasta mediado el siglo XIV a.n.e., momento en que fue conquistador por Mitanni. Los registros hititas más antiguos se refieren a Kizzuwatna y a Arzawa, al oeste de Anatolia, como Luvia, de manera que Kizzuwatna pudo consolidarse a partir de una asociación territorial. Arzawa, por su parte, será conocido posteriormente como Lydia (Luddu para los asirios), en época post-hitita, a partir de distintas monarquías de cultura hitita. Ocasionalmente vasallo de los hititas, este reino tuvo como capital Apasa, correspondiente a la reconocida capital de Lidia, Éfeso.

*En esta serie se incluyen reinos cuyos territorios están geográficamente al margen de la región o provincia mesopotámica, pero cuya influencia fue notable, caso de Anatolia o todo el corredor levantino.

Prof. Dr. Julio López Saco


26 de abril de 2010

Reinos de Mesopotamia IV: Ugarit*




IMÁGENES: PANORÁMICA DE RAS SHAMRA; ESTATUA UGARÍTICA SEDENTE, DE HACIA 1300 A.N.E.; Y CAJA DE MARFIL DE LA DIOSA ASHERAH, HALLADA EN MINAT AL-BAYDA, CERCA DE RAS SHAMRA, SIRIA. HACIA 1300 A.N.E., HOY EN EL MUSEO DEL LOUVRE EN PARÍS.

La antigua portuaria ciudad-estado de Ugarit, hoy identificada con Ras Shamra, se hallaba ubicada en la costa mediterránea de Siria, al norte de Lataquia y al suroeste de Antioquía, frente a la extremidad oriental de Chipre. Las excavaciones arqueológicas han revelado grandes templos, dedicados a Baal y a Dagón, además de numerosas casas, desde las humildes a las más lujosas, así como el plan general de la ciudad, con sus magníficos edificios y sus casas particulares, callejuelas y avenidas, fortificaciones y puertas. Su período de esplendor se extendió entre 1450 y 1180 a.n.e., si bien la ciudad nació en el Neolítico, siendo un asentamiento relevante en el Levante. La fase conocida como Ugarit I, junto a una serie de tablillas encontradas, arroja una datación para la etapa inicial entre los siglos X al VIII a.n.e. Ugarit fue, sin duda, contemporánea de la monarquía israelita. En Minet el-Beida se han hallado santuarios, cercanos a la necrópolis, que parece eran usados en los ritos de fertilidad. Esta antigua ciudad portuaria estuvo habitada por una población semita nororiental, lingüística y religiosamente emparentada con los cananeos ubicados más al sur y precursores de los fenicios. La evidencia arqueológica señala que la destrucción de esta gran urbe tuvo lugar a fines de la época del faraón egipcio Amenhotep III, o en los primeros años del reinado de Ajenatón, durante la era de el-Amarna, momento en gobernaba el rey Nikmed.

*En esta serie se incluyen reinos cuyos territorios están geográficamente al margen de la región o provincia mesopotámica, pero cuya influencia fue notable, caso de Anatolia o todo el corredor levantino.

Prof. Dr. Julio López Saco

26 de abril del 2010




22 de abril de 2010

Peculiaridades de la historia japonesa

Japón nunca constituyó una civilización clásica propia, sino que fue modelado a partir de varias influencias externas, concretamente chinas: la escritura, las técnicas de gobierno, en especial la idea de imperio y la burocracia, la arquitectura y los sistemas religioso-filosóficos, en particular el confucianismo y el budismo chan chino. La historia de Japón se vio influenciada por la insularidad, lo que provocó una tendencia hacia la homogeneidad y la uniformidad. El aislamiento ralentizó su evolución político-social. En la historia nipona no ha habido revoluciones significativas ni invasiones extranjeras. Se desarrolló un proceso de transformación y reemplazo más que un proceso destructivo, lo que implica un continuismo histórico. Además, Japón siempre estuvo unificado bajo una autoridad política única, hecho favorecido por la topografía abrupta, que favoreció la división administrativa[1]. La base económica ha sido, tradicionalmente, la agricultura, dominada por una minoría de familias que constituyeron una poderosa clase dirigente (terratenientes, aristocracia guerrera, sacerdotes y funcionarios). El escaso desarrollo comercial y artesanal trajo como consecuencia que la relación entre la clase dirigente y los campesinos fuese muy autoritaria. El gobierno se hacía despótico porque no tenía oposición de la Iglesia o las normas del derecho, como si ocurrió en Occidente, hasta las reformas Taika de 645. En términos generales, la historia japonesa suele dividirse en etapas en función del tipo de sociedad constituido: una sociedad tribal, desde los comienzos (cultura Yayoi-Kofún), hasta el siglo VI; una aristocrática, de influencia china, entre los siglos VII y XII (períodos Nara e Heian, este último con predominio de la familia Fujiwara), una sociedad feudal, aristocrático-militar, desde el siglo XII al XIX (sogueados Kamakura, Muromachi-Ashikaga y Tokugawa) y; finalmente, una sociedad moderna, industrializada, tecnificada y occidentalizada.
[1] A partir de la institución de los sogunados, existía una autoridad fáctica, de carácter militar, y aquella del emperador en Kyoto, cuyo poder sería sólo de carácter ritual y prestigioso.
Prof. Dr. Julio López Saco

21 de abril de 2010

Arqueología y arte elamita*


LAS IMÁGENES QUE SE MUESTRAN CORRESPONDEN A UNA COPA DE PLATA DE MARVDASHT, FARS, CON INSCRIPCIÓN ELAMITA, DATADA EN EL TERCER MILENIO A.N.E., Y HOY EN EL MUSEO NACIONAL DE IRÁN; Y A UN VASO CON PÁJAROS CON SUS ALAS ABIERTAS, EN TERRACOTA, DE SUSA, CON UNA DATACIÓN ENTRE 4200-3800 A.N.E., RESPECTIVAMENTE.
*Con estas ilustraciones completamos las mostradas en la segunda parte de la serie que estamos llamando Reinos de Mesopotamia.
Prof. Dr. Julio López Saco
21-4-2010

20 de abril de 2010

Reinos de Mesopotamia III: Mitanni*







LAS IMÁGENES CORRESPONDEN A: 1. UN SELLO-CARTA EN CUNEIFORME DE TELL BRAK, DEL GOBERNANTE DE NUZI LLAMADO SHAUSTATAR, QUIEN SEÑALA QUE DESDE ESE MOMENTO EL SELLO SERÁ USADO POR EL REY TUSHRATTA DE MITANNI. MUSEO DE DEIR ES-ZOR, SIRIA; 2. A UN TEXTO HURRITA DEL PALACIO DE MITANNI, CON LISTA DE TRABAJADORES; 3. AUN PISO PAVIMENTADO EN UN PALACIO MITANIO. SEGUNDO MILENIO A.N.E.; Y A UN ORTOSTATO DEL REY YARIRIS, DE LA CIUDAD DE KARKEMISH, 800 A.N.E.

Mitanni es el nombre otorgado a un antiguo reino ubicado en el norte de Siria. Con tal denominación se designaba la región comprendida entre el río Khabur, gran centro de la ruta del cobre y la plata que desde Anatolia fluía hacia Sumer y Acadia, y el Éufrates, en la época neoasiria. Sus capitales fueron Taidu y, sobre todo, Washshukanni, (Ushshukana en las fuentes asirias), que sigue sin ser hallada en la actualidad. Mitanni fue, en esencia, un estado feudal dirigido por una nobleza guerrera. Se le menciona en los textos encontrados en Nuzi, en Ugarit y en los archivos hititas de la capital Hatussas. Los hurritas conformaron el elemento poblacional en el que se basó este reino. Probablemente aparecieron en la región a partir de la segunda mitad del II milenio, procedentes de Armenia y del noreste del Cáucaso. Su idioma, ni semítico ni indoeuropeo, ha sido relacionado con el urarteo, aunque ciertas palabras y nombres de mandatarios señalan en la dirección de las lenguas indoarias. En este sentido, para algunos historiadores existió una rama de arios invasores del valle del Indo que se desvió y, cruzando Mesopotamia, sumida en la anarquía provocada por la invasión casita, llegó hasta el valle del río Khabur, dominando a las poblaciones hurritas allí asentadas. Es una tendencia actual de la crítica moderna creer que varias tribus hurritas y algunas ciudades-estado se unieron bajo una sola dinastía tras el colapso de Babilonia debido al saqueo hitita del rey Mursili I en 1595 a.n.e. y a la invasión de los casitas. En cualquier caso, en el siglo XVI a.C. varios pequeños estados hurritas situados al oeste de la ciudad de Assur y en el norte de Siria se unificaron bajo un mismo gobierno. La conquista hitita de Aleppo, la debilidad de algunos reyes asirios y las contiendas internas de los hititas, son las causas fundamentales que crearon un vacío de poder en el norte de Mesopotamia, que conducirían a la creación del reino de Mitanni. Con el paso de algún tiempo, este reino hurrita de Mitanni estuvo en disposición de competir con Asiria, que se encontraba en decadencia, así como con el debilitado Imperio hitita. A mediados del siglo XV a.n.e., el rey mitanio Shaushtatar extendió su poder hacia el este, saqueando Asur. Pero los hititas comenzaron a salir de su etapa decadente y, desde Anatolia, presionaron hacia el sur. La irrupción de este estado hizo que Egipto y el reino de Mitanni optaran por un pacto estratégico, que incluyó intercambios comerciales, repartos territoriales y alianzas matrimoniales, comprometiéndose a combatir a los hititas. Los hititas arrebataron a Mitanni el control de las ciudades sirias, como Carquemish, Alalah y Aleppo, de manera que mediado el siglo XIV a.n.e., Mitanni quedó aislada de Egipto. Además, Asiria comenzó a despuntar, hecho que traería como consecuencia la venganza por el previo saqueo de Assur. Tras una prolongada guerra, el rey asirio Assur-Uballit capturó la capital Washshukanni en 1328 a.n.e., provocando la desaparición del reino de Mitanni, ahora controlado por hititas y asirios.
El efímero poderío de Mitanni se fundamentó, esencialmente, en la creación de un guerrero-tipo, denominado mariyannu, “joven guerrero”, en el domino de los ligeros carros de guerra, en el empleo de las armaduras de bronce y, sobre todo, en sus notables conocimientos metalúrgicos.

*En esta serie se incluyen reinos cuyos territorios están geográficamente al margen de la región o provincia mesopotámica, pero cuya influencia fue notable, caso de Anatolia o todo el corredor levantino.

Prof. Dr. Julio López Saco

20 de abril del 2010





16 de abril de 2010

Reinos de Mesopotamia II: Elam y la meseta irania*







LAS IMÁGENES QUE SE MUESTRAN CORRESPONDEN A: 1. LA APADANA DE SUSA; 2. VASO ELAMITA DE LA REGIÓN DE JIROFT, CON DOS FIGURAS DE LUCHADORES CON CUERNOS Y SIERPES; 3. RELIEVE DE LA DESTRUCCIÓN DE SUSA POR ASSURBANIPAL, 647 A.N.E.; Y 4. CARNEROS EN UN DEPÓSITO RITUAL, SIMBOLIZANDO EL ABISMO ACUOSO ORIGINAL, DOMINIO DEL DIOS EA. SUSA, PERÍODO ELAMITA MEDIO, 1500-1100 A.N.E.

Irán y Persia son dos acepciones diferentes para una misma área geográfica, aunque responden a conceptos diferentes: Irán procede de Aryanam o tierra de los arios. Aryan es el nombre colectivo de pueblos indoeuropeos asentados entre el segundo y el primer milenio a.n.e. entre el Éufrates y el Ganges; Persia corresponde al SO. de la meseta iraní, la región de Parsa (conocida por los griegos como Parsis y Fars por los árabes). De esta zona procedieron los Aqueménidas, la dinastía persa que crea el imperio, de ahí el uso del nombre. En la llanura de Khuzistán, desde el III Milenio a.n.e. conocida como Elam, se desarrollará la primera organización estatal, con capital en Susa. El interior de la meseta tendrá dos funciones: servirá de cuenca receptora de pueblos invasores, y será una zona de paso obligado para los contactos entre Oriente y Occidente.
En el IV Milenio a.n.e. se desarrolló una comunidad calcolítica con asiduos contactos con Mesopotamia. Los progresos tecnológicos y los contactos mercantiles con Mesopotamia provocarán que el hábitat en aldeas dé paso a las ciudades, en especial Susa, que se convertirá en el centro de la comunidad elamita, extendida por el Golfo Pérsico, Anshan, en el actual Fars, Elam (forma babilonia Elamtu, denominada por los elamitas Haltamti) la prolongación de la baja Mesopotamia (Khuzistán y parte del Luristán). Aunque ensombrecida por las actividades de las urbes sumerias, lo que supone una deuda respecto a los progresos en Uruk, Susa desarrolla, hacia 3300 a.n.e. un sistema de escritura denominada protoelamita, así como una glíptica, adoptada de la sumeria, con una temática cotidiana y con presencia de animales fantásticos. Las tablillas con esta escritura aparecen en yacimientos como Tepe Sialk o Godin Tepe. En el III Milenio a.n.e. Irán manifiesta ya características culturales propias, que sólo serán difuminadas con las posteriores invasiones de los indo-iranios. El desarrollo urbano y cultural se fortalece gracias a contactos con otras culturas: con el país de Meluhha (cultura del Indo), o con Sumer, quizá a través de Magán (localizada a ambos lados del estrecho de Ormuz) y Dilmún (la isla de Bahrein, en el Golfo Pérsico).
Tras encontrarse sometida a la I Dinastía de Kish, Elam recupera su independencia bajo la dinastía de la ciudad de Awan. Esta dinastía (2425-2150 a.n.e.) habría estado compuesta por unos doce reyes. A partir del reinado del octavo rey, Elam cae bajo el poder acadio, pues es conquistada por Sargón de Akad. Bajo el rey Kutik-In Shushinak, sucumbe la dinastía, al tiempo que también la acadia. Tal coincidencia pudo deberse a un mismo motivo: la invasión de las poblaciones montañesas de los Guti. No obstante, quizá el fin de la dinastía de Awan se debió a la toma de la ciudad de Anshan por Gudea, de Lagash, hacia 2200 a.n.e.
Elam es una suerte de federación, con un jefe supremo que gobierna sobre un conjunto de príncipes vasallos. La trasmisión hereditaria se haría a través de la madre. La titulatura oficial de la monarquía elamita era sukkal-mah o Gran Regente; un hermano del rey, que ejercería una suerte de virreinato, era el sukkal, regente de Shimashki. Un tercer personaje era el sukkal de Susiana. La influencia acadia, no obstante, afecta la escritura (se adopta el cuneiforme), así como el ámbito religioso. El panteón elamita aparece encabezado por diosas, como Pimikir, Kiririsha (Gran Diosa), y Parti. Sólo desde el II Milenio a.n.e. empiezan a cobrar importancia los dioses masculinos (Humban, Hutran, Nahhunte, dios sol, o In-Shushinak, Señor de Susa).
La etnia de los elamitas es dudosa. Pudieron haber sido gentes de piel oscura o negra, de acuerdo con las representaciones en las tumbas vidriadas de Susa y en los bronces encontrados en Luristán. No obstante, una carta de los archivos reales de Mari, datada a principios del II milenio, dice de ellos que eran negros. Según la tradición bíblica se diría que se trata de una etnia semita, pues según el Génesis, Elam es un hijo de Sem y hermano de Asur, Arfaxad, Lud, Aram y Cainam. En consecuencia, elamitas, asirios, arameos y cananeos tendrían un origen común.
Tras desaparecer la dinastía de Awan, los escribas elamitas mencionan la de Shimashki, quizá seis principados reunidos, con el núcleo en la región de Isfahán. Durante bastante tiempo, la dinastía será dependiente de los dinastas de la III Dinastía de Ur, hasta 2025 a.n.e., cuando Susa es arrebatada al rey Ibbi-Sin de Ur. La dinastía de Larsa, hacia 1925 a.n.e. establece un dominio efectivo sobre Susa, que será el principio del fin de este período dinástico, en realidad poco conocido. Aunque es posible que la invasión de los casitas hubiese afectado Elam, parece más probable que se hubiera producido una reorientación elamita hacia el Irán anterior y las regiones vecinas del Golfo Pérsico, incluyendo algunos conflictos con el País del mar, en el mismo Golfo. Aunque en el III Milenio a.n.e. la urbanización ya había arraigado en Irán, a finales del mismo se evidencia un proceso de abandono masivo de asentamientos, fruto de dos motivos: la invasión de poblaciones extranjeras, o rigores climáticos que generaron colapso económico. Respecto al primer postulado, se ha hablado de que comenzaría la llegada de indoeuropeos, a la par que se instalaban en Anatolia, si bien la arqueología no demuestra vestigios de destrucción. Quizá la llegada de pobladores indoeuropeos sea más una consecuencia del abandono urbano que una causa. En relación a la segunda hipótesis se menciona que la desecación pudo haber provocado una disminución de tierras cultivables y, por lo tanto, hambrunas, pero lo cierto es que el urbanismo iranio estaba estrechamente relacionado con la explotación minera. El fenómeno afecta, en cualquier caso, a la cultura del Indo, cuya vida urbana también declina. En todo caso, el vacío demográfico del interior de Irán es aprovechado por poblaciones nómadas que encuentran aquí lugares adecuados para la sedentarización. Tales poblaciones portan una cerámica de color gris, que se difundirá por todo Irán, salvo en las montañas del Luristán. El grupo étnico de estas poblaciones es indo-ario, rama escindida, ya en el IV Milenio a.n.e., en torno al Volga, de otro grupo indoeuropeo (iranios), que dos milenios después aparecerán en estos territorios. Esta separación tan arcaica se constata porque los Kafirs de Afganistán y los mitanios, herederos de estas penetraciones, no presentan rasgos iranios. Los indo-arios, asentados en torno al Caspio, en la llanura de Gorgan, se caracterizaban por haber domesticado el caballo y por su pericia comercial. Decididos a movilizarse (sin razones aparentes), se dividen en dos grupos: uno occidental, hacia Mesopotamia y luego el Mediterráneo, desarrollando una poderosa estructura estatal (Imperio de Mitanni); y el otro oriental, en ocasiones mezclados con nómadas del norte de Asia central, con los que a través del paso de Khaiber entrarían en India.
La indoeuropeización de la meseta irania empezó mucho antes de la instalación de medos, persas y otros grupos iranios. La llegada de los iranios, hacia el siglo XIV a.n.e., está documentada, arqueológicamente, por la aparición de una cerámica gris, armas arrojadizas de bronce y ciertos objetos de los ajuares funerarios. La expansión subsiguiente coincide con el declive de Mitanni y el colapso de la dinastía casita en Babilonia. Los iranios se habían dividió en dos grupos: el primero se estableció en Irán occidental, donde daría lugar a dos territorios, uno medo y el otro persa; el segundo se asienta en la orilla oriental del Mar Caspio, pero luego siguen curso hacia el este, entrando en contacto con los indo-arios instalados en India. Estos iranios orientales son los Turanios del Avesta. Tenemos así, una oposición entre medos-persas, por un lado, y turanios, por el otro. Los primeros, en contacto cultural con Mesopotamia crean las estructuras estatales que darán lugar al imperio; los segundos, crean aspectos religiosos básicos de la cultura irania, como el zoroastrismo y la poesía épica. Con la entrada de ambos grupos, hacia fines del II Milenio a.n.e., desaparece la Edad del Bronce y comienza la Edad del Hierro. Estas tribus migratorias eran de carácter ganadero y pastoril, aunque practicaban una agricultura subsidiaria. A su paso es muy probable que se fueran mestizando, lo que complica su realidad histórica. Parece seguro que estos recién llegados potencian la jerarquización social y la actividad artesanal (los bronces de Luristán y los vasos de oro y plata). La nueva segregación social es detectable por medio de los espacios de habitación, pues la presencia de fortalezas, palacios y aldeas fortificadas tendría como función el control del ámbito rural, así como en las tumbas reales.

*En esta serie se incluyen reinos cuyos territorios están geográficamente al margen de la región o provincia mesopotámica, pero cuya influencia fue notable, caso de Anatolia o todo el corredor levantino.

Prof. Dr. Julio López Saco





15 de abril de 2010

Reinos de Mesopotamia I: Urartu*




ILUSTRACIONES: FRAGMENTO DE PLACA CON EL NOMBRE REAL URARTEO DE ARGISHTI, SIGLOS VIII-VII A.N.E.; DOS PERSONAJES, QUIZÁ SACERDOTES, ANTE UN ARBOL DE LA VIDA; Y UNA IMAGEN DE LA ANTIGUA CAPITAL DE URARTU TUSHPA (VAN).

La monarquía armenia más relevante es la denominada Urartu por los asirios y Ararat por los hebreos, aunque ellos mismos se denominaban Khaldianos o Haldianos, descendientes de una deidad de nombre Khaldis-Haldi. Esto significa que Urartu fue gobernado por monarcas que portaban el título de sacerdotes o representante de esa divinidad. Entre los siglos IX y VI a.n.e., época de apogeo, disputó a Asiria el dominio del Asia occidental. Aunque se ha debatido si su origen estuvo en Asia Menor o en Georgia, parece que los urarteos serían originarios de Nairi, en la misma Armenia. Este nombre revela un parentesco con hurri, namrri y kirruri, palabras sin conexión con lenguas semíticas. El centro neurálgico de esta monarquía teocrática estuvo en Tushpa, capital del territorio llamado Biaina (otro modo, corrupto, de nombrar Van). En ciertas inscripciones se habla del rey de Biaina. Tiglatpileser I de Asiria asegura haber conquistador 23 reinos de Nairi hacia 1114 a.n.e., reinos que, en cualquier caso, no debieron ocupar un territorio muy grande. Los reinos Nairi pueden haber sido una confederación que suplantó a la población de Biaina inicial. El primer monarca de Urartu fue Arame, aunque uno de los principales se llamó Sardur I (832-825 a.n.e.), autotitulado como Rey del País de Nairi.

*En esta serie se incluyen reinos cuyos territorios están geográficamente al margen de la región o provincia mesopotámica, pero cuya influencia fue notable, caso de Anatolia o todo el corredor levantino.

Prof. Dr. Julio López Saco

15 de marzo del 2010




14 de abril de 2010

Fósiles Humanos: parántropo boisei

El paleoantropólogo Louis Leakey, reportó el hallazgo, en 1959, de una nueva especie, denominada Zinjanthropus, en la garganta de Olduvai, en Tanzania. Este espécimen fue datado en 1,8 millones de años. Se trataba de un cráneo casi completo que fue bautizado como Dear Boy, debido a que correspondía a un individuo juvenil al que los terceros molares aún no le habían salido por completo. Otros hallazgos posteriores de esta especie se produjeron en el norte de Tanzania, en el norte de Kenia y en el sur de Etiopía. Convivieron con algunos Homo durante 1,5 millones de años. Descendiente de Paranthropus aethiopicus, su capacidad craneal no sobrepasaba los 500 cm3. Su cara estaba muy reforzada, con pequeños incisivos, pero con unos enormes molares y una cresta sagital a la que se unían grandes músculos masticadores. Su foramen magnum se encontraba más adelantado que en los Australopitecos. El desarrollo de unas poderosas mandíbulas trajo como consecuencia su acceso a raíces y tallos gruesos, así como una especialización en ese tipo de alimento. No obstante, el resto de su estructura corporal no varió prácticamente nada con respecto a sus antecesores Australopitecos.
Prof. Dr. Julio López Saco

13 de abril de 2010

Mitología griega: mosaico de Poseidón y Anfitrite

Poseidón y Anfitrite cruzando el mar en un carro tirado por cuatro hipocampos, que tiene la parte posterior del cuerpo en forma de pez, acompañados por erotes. El dios Poseidón mantiene un tridente y ambos portan aureolas. Este mosaico de suelo se encuentra hoy en el Museo del Louvre, en París, reseñado bajo la nomenclatura Ma 1880. Fue encontrado en Constantina (o Qusantina), en Argelia, y se data ente 315 y 325.
Prof. Dr. Julio López Saco

12 de abril de 2010

Antigua literatura japonesa


GENJI MONOGATARI, CAPÍTULO SUZUMUSHI. ROLLO HORIZONTAL, TINTA SOBRE PAPEL, MUSEO GOTOH, TOKYO. HEIJI MONOGATARI. GRUPO DE GUERREROS A CABALLO. ROLLO HORIZONTAL, TINTA Y COLOR SOBRE PAPEL. MUSEUM OF FINE ARTS, BOSTON

En los inicios de la literatura japonesa predomina la poesía. La gran antología poética denominada Man’yoshu o Colección de las diez mil hojas, del año 759, y compilada por Otomo no Yakamochi, es la antología poética más antigua escrita en japonés aunque con los caracteres chinos. La obra está compuesta por veinte secciones que contienen unos cuatro mil quinientos poemas, algunos largos (chôka), otros breves (tanka), así como elegías o banka, misceláneas (zôka) y poesías de amor (sômonka). En época Heian (794-1185), etapa en la que el poder clerical es sustituido por el de la aristocracia, en especial el de las familias Fujiwara y Sugawara, el refinamiento cortesano alcanza cotas elevadas. La composición de waka (poesía japonesa, con versos de treinta y una sílabas), se convierte ahora en una actividad prestigiosa de la corte, asociada a la vida cotidiana. El Kokinshû o Kokinwakashû (colección de poemas antiguos y modernos), del año 905, es la primera antología de poesía japonesa. Fue encargada por el emperador Daigo a cuatro grandes poetas de esta época. La temática de sus waka se refieren a las relaciones humanas, al amor y al paso de las estaciones. La primera obra narrativa es el Taketori monogatari, es decir, El cuento del cortador de bambúes, una obra anónima de principios del siglo X. El Ise monogatari (Cuentos de Ise), también es de esta época. Se atribuye a Ariwara no Narihira. Esta obra reúne más de ciento veinte cuentos, a los que se suman varios poemas, narrando una serie de aventuras galantes y de corte con bastante desenfado, sin la presencia de algún tipo de censura moral sintoísta, budista o confuciana. A principios del siglo XI aparece el Genji monogatari, Historia de Genji, considerada la primera novela moderna japonesa. Fue escrita por una mujer perteneciente a la nobleza, llamada Murasaki Shikibu. Junto a otras damas de la corte, como Sei Shônagon e Izumi Shikibu, elevó la prosa japonesa a estándares insuperables en la forma de nikki, diarios basados en historias reales pero que, en ocasiones, contenían relatos ficticios. Estos diarios eran escritos por las damas japonesas que, aunque vivían en la corte, estaban excluidas del poder, que era eminentemente masculino y se expresaba en chino clásico. En su ambiente privado, estas mujeres anotaban, muchas veces fechándolos, los acontecimientos de su vida cotidiana, incluyendo los cotilleos, pensamientos, sentimientos y emociones relativos a las pequeñas e insignificantes cosas. En esta obra se narran las aventuras del príncipe Hikaru, un genji (descendiente del emperador pero sin la prerrogativa real propia de la sucesión dinástica). El relato aparece tejido como una serie de intrigas palaciegas y aventuras amorosas, sin dejar de lado los usos y costumbres del momento, así como algunas evocaciones naturales. En cincuenta y cuatro capítulos se narra la vida sentimental del protagonista, quizá una idealización del señor Fujiwara no Michinaga. Abundan las alusiones poéticas y los personajes son presentados a través de sus rasgos psicológicos, lo que permite al lector identificarse con ellos. De esta misma época es Makura no Soshi (El libro de la almohada), de Sei Shônagon, conformado por varios ensayos cortos acerca de diversos asuntos de la vida cortesana, en los que predominan la frivolidad, la crítica y las escenas divertidas. Se trata de un retrato de los gustos de la época y del fasto imperial.
Con el inicio del gobierno militar en Japón a través del predominio de los grandes jefes militares, especialmente con la instalación del bakufu de Kamakura, la poesía y la narrativa reflejarán el espíritu de unos tiempos marcados por las intrigas y la violencia. Una de las recopilaciones poéticas del siglo XIII es el Shinkokinshû o Nuevo Kokinshû, de 1205, un trabajo ordenado por el emperador Gotota. A la vez, los letrados y las damas de la corte siguieron con la tradicional redacción de diarios, destacándose Towazugatari, de comienzos del siglo XIV, escrito por una concubina, luego monja, llamada Nijô, en la que se hace referencia a lo precario y fugaz de la existencia humana. Entre los relatos históricos, que recogen las disputas entre clanes rivales, se destaca sobremanera Heike monogatari emaki (Cantar de Heike), que cuenta las batallas por el poder entre el clan Minamoto (genji) y el clan Taira (heike)
[1]. Se narra el ascenso de los Taira o Heike, y la caída y muerte del líder del clan Taira no Kiyomori. En un ambiente propio de los guerreros, se analizan introspectivamente los grandes generales, y también se les critica por su carácter o comportamiento. Este trabajo épico adquiere su forma definitiva hacia 1371, atribuyéndosele a un monje de nombre Kakuichi, si bien siempre circularon diversas tradiciones y variantes orales. En este ambiente bélico se ilustran también los vaivenes de la fortuna de los protagonistas y sus respectivas familias en el marco de una visión budista del mundo, caracterizada por lo impermanente y efímero de la vida. El rollo ilustrado Heiji monogatari emaki describe, frenética y convulsivamente, el ataque de los Minamoto al palacio imperial de Sanjô.
[1] A fines del siglo XII, el poder aristocrático de los Fujiwara pasa a manos de los militares después de varias batallas. Entre 1156 y 1158 ocurre la insurrección Hôgen; al año siguiente, la insurrección Heiji, a partir de la cual los Taira se convierten en terratenientes en el sur de Japón. En 1185 los Taira sufren una derrota a manos de los Minamoto, clan apoyado por los monjes guerreros de los templos de Nara, en especial Tôdaiji y Kôfukuji, lo que trajo como consecuencia la instauración del gobierno militar de Minamoto no Yoritomo en Kamakura.

Prof. Dr. Julio López Saco

12-marzo del 2010



8 de abril de 2010

Los ritos y la música: dos disciplinas de las Seis Artes de la antigua China

Ritos y Música en la China antigua
Prof. Dr. Julio López Saco
La práctica de las Seis Artes fue una codificación antigua tradicional de China para cultivar las virtudes humanas. Se establecieron como tres pares de disciplinas, la escritura y la ciencia numérica (en concreto la adivinación), el tiro con arco y la conducción de carros y, finalmente, los ritos y la música. Estas Seis Artes no conformaban un saber aislado, eran la esencia del saber ser, pues preparaban la sabiduría que capacitaba al gobernante; como partícipes del dao, se establecen como norma absoluta en la conducta humana. Los ritos, congregados en cinco clases, abarcaban la totalidad de la experiencia humana, tanto familiar como social y política. Los ritos faustos y las liturgias sacrificiales se celebraban en honor de las divinidades y de los espíritus de los antepasados familiares, en tanto que los rituales nefastos se referían a la muerte[1]. Los ritos de hospitalidad se asociaban con los protocolos para las audiencias y para las visitas; los ritos marciales comprendían aquellos actos relacionados con la guerra o la caza o, incluso, con todo lo que se hiciera con un arma en la mano; los rituales de felicidad, al fin, regulaban las fiestas familiares, los nacimientos y los matrimonios. Con los ritos se garantizaba la armonía, que se hacía plena en la comunión con lo divino y en las relaciones con los demás. La música, entendida en el sentido amplio de danza orquestada a través de cantos, himnos y los sonidos de los instrumentos, también garantizaba la armonía y el equilibrio cósmico. La música desempeñó un papel primordial en la cultura aristocrática china antigua, en tanto que se consideraba como un arte integrado en una sociedad en la que los actos políticos se ritualizaban, otorgándoseles la misma significación que aquellos litúrgicos dedicados a las divinidades y a los ancestros. Los banquetes ofrecidos a los antepasados y las ceremonias que los seguían se acompañaban de música interpretada con instrumentos de percusión, que enfatizaba los movimientos del rito, los gestos, las entradas y salidas de los participantes, y que, además, ritmaba los cánticos invocatorios, los himnos y las danzas. La piedra y el metal conformaban una pareja que hacía resonar, en función de su materialidad, los ecos de Tierra y Cielo; la tierra se asociaba con la piedra, mientras que el bronce evocaba al cielo, pues aseguraba una comunión con el mundo espiritual, de los antepasados y de las demás potencias de las alturas. La ideología política confirió, así mismo, a la música una misión moral: ayudaba al perfeccionamiento del individuo, simbolizando la armonía formal de los grupos y las realizaciones de los hombres nobles.
[1] El ser humano se consideraba un sofisticado ensamblaje de soplos groseros o terrestres y de soplos anímicos, de diversas cualidades, que pertenecían a la tierra y al cielo. Cuando un hombre moría, sus soplos y sus espíritus se separaban. Los soplos terrestres o gui, unidos a las funciones internas del cuerpo y a las materias sólidas (huesos, carne), tendían a unirse a la tierra. Si no eran nutridos adecuadamente podían convertirse en fantasmas, muy hambrientos y de conductas demoníacas. Los soplos celestiales o shen, mucho más sutiles, animaban la sangre y las funciones superiores del corazón y el pensamiento. Al fallecimiento de la persona, alcanzaban el cielo y el éter. Durante los banquetes funerarios, las libaciones que se vertían sobre la tierra contribuían a mantener los soplos gui, mientras que los aromas y el humo de las ofrendas a alimentar los soplos shen. En el hombre todavía vivo, los soplos terrenales, que representan el aspecto material e instintivo de la vida, se denominan almas po, en tanto que los celestes, afines a los espíritus, se llaman almas hun. Únicamente tras el deceso se denominan, respectivamente, gui y shen.
8 de abril del 2010

7 de abril de 2010

Arqueología de la Grecia antigua II: cerámica de Kamares



CRÁTERA CON FLORES MOLDEADAS ESTILO KAMARES. MUSEO DE HERAKLEION; VASO CON DECORACIÓN ESTILO KAMARES, DE KNOSSOS, EN CRETA. MUSEO ARQUEOLÓGICO DE HERAKLEION (4390); CERÁMICA MINOICA DE KAMARES CON MOTIVO MARINO, EN ESTE CASO UN PULPO.

La cerámica de Kamares, de rica policromía, se encuadra en el período Minoico Medio (del IA al IIIB, 2050-1675 a.n.e.). Recibe su nombre de un santuario en gruta localizado cerca del monte Ida, en la isla de Creta. El gran número de sus piezas pudo haberse debido a que fue una cerámica muy empleada como ofrenda funeraria. Con presencia de panzas abultadas, esta cerámica presenta finas paredes de cáscara de huevo. Tipológicamente, encontramos jarras, ánforas, cráteras, copas y grandes vasijas para contener vino, aceite y granos. La decoración, con la presencia de varios colores, especialmente blanco, rojo, naranja y amarillo, es predominantemente geométrica, con abundancia de espirales, curvas y contracurvas, pero también cuenta con motivos naturalistas, vegetales y de animales marinos, en especial pulpos y crustáceos. El estilo clásico de esta cerámica, en el Minoico Medio II, se relaciona con el palacio de Faistos. En general, las piezas cerámicas de Kamares siempre tendrán un fondo oscuro, negro o azul, sobre el que se resaltan otros colores. En cualquier caso, los diseños suelen ser repetitivos y, habitualmente, simétricamente compuestos. Es frecuente que estas vasijas tengan unas formas muy características, con la boca muy estrecha, imitando el pico de un ave, y con dos piezas salientes redondas, imitando los ojos, a ambos lados del comienzo de la boca.

Prof. Dr. Julio López Saco

7 de marzo del 2010




6 de abril de 2010

Arte coreano de la dinastía Choson (1392-1910)







Las imágenes con las siguientes: pintura con una pareja de carpas de la dinastía Choson; un tigre como un poder protector, también de la misma Dinastía Joseon o Choson (1392-1910). Museo Guimet de París; jarrón con dragón y perla flameante, de los siglos XVII y XVIII y; máscara coreana de monstruo o Kwimyon, del período Silla (668-918) cuya finalidad era espantar los malos espíritus. Se colocaba en los remates de las vigas.
Además de las pantallas o biombos pintados, los chaekkori, para la figuración humana, y los munjado, empleados en las habitaciones infantiles, el refinado mundo de la pintura coreana estuvo poblado por una muy extensa tipología de animales, entendidos como coloridos símbolos. El tigre, en particular, llamado horang-i, era considerado un guardián compasivo que protegía a los seres humanos y propiciaba su bondad. Aunque se solía representar como una criatura dócil y gentil, se creía que era un fiero, indomable y valiente animal que prevenía el infortunio (incendios, sequías, inundaciones o tormentas), y alejaba los malos espíritus. Cuando se le representaba en la puerta de una casa el día del Año Nuevo se suponía que habría un año venturoso.
Prof. Dr. Julio López Saco



5 de abril de 2010

Arqueología de la Grecia antigua I: cerámica Geométrica




Los ejemplos corresponden a una crátera de dípylon con escena de prothesis; a una cerámica ática geométrica inicial (crátera), que está hoy en el Museo Nacional de Atenas, y a una cerámica ática dípylon del período final geométrico. Se trata de vasos funerarios hallados en una necrópolis datada entre los siglos IX-VIII a.n.e., junto a las antiguas dobles puertas o Dípylon, en Atenas. En este tipo de vasijas se depositaban las ofrendas al difunto. En ocasiones, esquemáticas exequias, en forma de carros fúnebres, caballos, plañideras y un catafalco, se distribuyen en ciertas zonas cortadas por líneas paralelas.

El estilo cerámico geométrico en Grecia se desarrolla entre el año 1000 y el 700 a.n.e. En su período inicial se caracteriza por un predominio del negro, con motivos decorativos en estrechas franjas, y por la presencia de ejes verticales y horizontales; en el período medio, se observa una ampliación del espacio decorativo, con motivos circulares pequeños y ornamentos que enmarcan las bandas. Comienzan a verse como motivos principales aquellos en forma de meandros y otros triangulares y angulares. Aparecen ya animales y figuración humana, aunque sin formar escenas. En el período final, por el contrario, encontramos motivos de mayor tamaño en el cuerpo de la vasija y escenas figuradas, especialmente de carácter funerario. Ahora las piezas son de gran tamaño. La figura humana tiene el torso en forma de triángulo, y es difícil distinguir varones de mujeres. Las personas representadas suelen aparecer lamentándose con los brazos en alto o mesándose los cabellos. Se pintan tres tipos de escenas, la prothesis, es decir, la exposición del cadáver sobre una suerte de catafalco; la ekphora, el traslado del difunto sobre un carro, y el thapsos, esto es, los juegos fúnebres celebrados en honor del fallecido. No obstante, es común también la presencia de escenas de combate. En general, se dejan de lado los recursos geométricos y se confiere mayor importancia a la figura humana, que lo cubre todo. Los vasos, algunas veces enormes, tienen cubierto su gran vientre con combinaciones geométricas, y se dividen, además, las fajas en zonas verticales como metopas. Si se representan animales, figuras humanas o escenas, todos estos elementos figurativos se hacen estilizados, de contornos rectilíneos, marcando siluetas geométricas, como formadas por triángulos. Los cuerpos están recortados, con cinturas estrechas, y son vistos de frente, de un único tono negro sobre un fondo claro. Esta cerámica es llamada también de estilo del Dípylon, porque la casi totalidad de las vasijas de este género se encontraron en el mencionado cementerio ateniense, situado al exterior de la puerta doble. Casi todos los vasos del Dípylon servían para contener las cenizas de un cadáver, de modo que no es extraño ver que las pinturas que los decoran representen escenas de funeral. La cerámica de Corinto y de las islas del Egeo no tiene, por el contrario, representaciones figuradas con escenas de funerales; son decoradas con esfinges, leones, cérvidos y palmetas, frecuentes en el repertorio tradicional oriental. Además, el uso de los vasos de las islas y de Corinto es diferente del de la cerámica dórica. En su mayoría son alabastrones y aríbalos, receptáculos para afeites femeninos de tocador. En algunos de ellos, sin embargo, están figurados el cadáver en su lecho mortuorio, con la esposa en la cabecera y los amigos cantando con gesto trágico, mientras las plañideras se mesan los cabellos.

Prof. Dr. Julio López Saco
5 de abril del 2010