La Cultura de Cazadores y Recolectores se configura en torno a cambios climáticos y ecológicos que impusieron un cambio cultural con incidencia en la recolección. Ahora se hace relevante la explotación de recursos marinos. Dichos cambios climáticos provocaron una progresiva aridez del terreno y la desaparición de cierta fauna.
Tenemos ahora la emergencia de una nueva forma de vida caracterizada por la producción agrícola, la vida aldeana y la consolidación de las creencias religiosas formalizadas. Esto supone el paso de las sociedades nómadas, con economía de caza de grandes animales, a las sociedades sedentarias agropecuarias. El período cronológico abarcaría desde 7000 a 2500 a.n.E. En las zonas costeras, que aprovechan recursos marinos, los asentamientos arcaicos son aldeas sedentarias, mientras que en regiones del interior, con mayor abundancia de vegetales, predominan campamentos temporales y estacionales. En las primeras abunda ya una arquitectura de centros comunales, quizá ceremoniales, y de viviendas familiares, construidas principalmente con adobe y piedra.
El tipo de sociedad predominante parecer ser la banda, cuyo tamaño se relaciona con el ciclo económico estacional. En la estación seca, con escaso alimento, los pobladores se dividirían en microbandas nómadas; en la estación de abundancia, por el contrario, se impondría el sedentarismo del grupo. En esta organización parece consolidada la figura del chamán como especialista mágico-religioso y de la medicina. Solo en Perú el sedentarismo temprano muestra vestigios de un avance hacia la jerarquización y la centralización.
El inicio de la práctica agrícola en este período no fue súbito ni revolucionario; tampoco una explosión a partir de la cual el hombre cambió repentinamente su forma de vivir. Es un proceso lento, gradual y acumulativo, con múltiples centros de domesticación de plantas, interconectados entre sí o evolucionando en paralelo, en torno al maíz (mesoamérica), la patata (hábitat andino) y la mandioca (zona tropical amazónica). Esto significa, al menos, la ubicación y definición de tres centros domesticadores de plantas: las tierras altas en Mesoamérica, en torno al maíz; el altiplano de los Andes centrales, en función de la patata; y las tierras bajas del Caribe, alrededor de la mandioca.
Las probables causas de este desarrollo agropecuario se pueden condensar del siguiente modo. En primer término la presencia de ciertas condiciones biológicas y ecológicas, lo que supondría que los ciclos estacionales y las mutaciones genéticas de las plantas, fruto de una simbiosis hombre-planta, serían condicionantes del cultivo y la selección; en segundo lugar, un progresivo aumento de la población, que provocaría que el exceso de personas experimentasen con plantas cultivadas en entornos reducidos o debido a presiones en aumento sobre el suelo; en tercer término, dicho aumento demográfico, vinculado a la aparición de estaciones invernales pobres en recursos y con fluctuaciones pluviométricas, que desarrollarían la recolección y el almacenamiento, así como el esencial cultivo.
Tenemos ahora la emergencia de una nueva forma de vida caracterizada por la producción agrícola, la vida aldeana y la consolidación de las creencias religiosas formalizadas. Esto supone el paso de las sociedades nómadas, con economía de caza de grandes animales, a las sociedades sedentarias agropecuarias. El período cronológico abarcaría desde 7000 a 2500 a.n.E. En las zonas costeras, que aprovechan recursos marinos, los asentamientos arcaicos son aldeas sedentarias, mientras que en regiones del interior, con mayor abundancia de vegetales, predominan campamentos temporales y estacionales. En las primeras abunda ya una arquitectura de centros comunales, quizá ceremoniales, y de viviendas familiares, construidas principalmente con adobe y piedra.
El tipo de sociedad predominante parecer ser la banda, cuyo tamaño se relaciona con el ciclo económico estacional. En la estación seca, con escaso alimento, los pobladores se dividirían en microbandas nómadas; en la estación de abundancia, por el contrario, se impondría el sedentarismo del grupo. En esta organización parece consolidada la figura del chamán como especialista mágico-religioso y de la medicina. Solo en Perú el sedentarismo temprano muestra vestigios de un avance hacia la jerarquización y la centralización.
El inicio de la práctica agrícola en este período no fue súbito ni revolucionario; tampoco una explosión a partir de la cual el hombre cambió repentinamente su forma de vivir. Es un proceso lento, gradual y acumulativo, con múltiples centros de domesticación de plantas, interconectados entre sí o evolucionando en paralelo, en torno al maíz (mesoamérica), la patata (hábitat andino) y la mandioca (zona tropical amazónica). Esto significa, al menos, la ubicación y definición de tres centros domesticadores de plantas: las tierras altas en Mesoamérica, en torno al maíz; el altiplano de los Andes centrales, en función de la patata; y las tierras bajas del Caribe, alrededor de la mandioca.
Las probables causas de este desarrollo agropecuario se pueden condensar del siguiente modo. En primer término la presencia de ciertas condiciones biológicas y ecológicas, lo que supondría que los ciclos estacionales y las mutaciones genéticas de las plantas, fruto de una simbiosis hombre-planta, serían condicionantes del cultivo y la selección; en segundo lugar, un progresivo aumento de la población, que provocaría que el exceso de personas experimentasen con plantas cultivadas en entornos reducidos o debido a presiones en aumento sobre el suelo; en tercer término, dicho aumento demográfico, vinculado a la aparición de estaciones invernales pobres en recursos y con fluctuaciones pluviométricas, que desarrollarían la recolección y el almacenamiento, así como el esencial cultivo.
Prof. Dr. Julio López Saco
Escuela de Historia, UCV
Maestría en Historia de las Américas, UCAB