Los primeros hallazgos de homininos
anatómicamente modernos se produjeron en Europa. Se trata del esqueleto de la
Dama Roja, en una caverna en la península Gower, al oeste de Swansea, en Gales
(1822-1823) y del Cromagnon de Les
Eyzies, en la Dordogne francesa (1868). A estos hallazgos siguieron otros fuera
del continente europeo: los restos en las cuevas del Monte Carmelo, en
Palestina y las herramientas de piedra asociadas a humanos, en Kenia y en
Egipto, descubiertas por los esposos Leakey y Gertrude C. Thompson,
respectivamente. Sin embargo, los hallazgos de vestigios más antiguos se
produjeron en África, en Sudáfrica y Etiopía. El más famoso es el del río
Klasies, en Sudáfrica, y en 1968, donde se encontraron fragmentos de cráneo de
unos 120 mil años de antigüedad. Otros relevantes fueron los de la localidad
etíope de Kibish en la región de Omo, cuya datación (por medio de la
biocronología) fue también de 120 mil años (aunque dataciones recientes del
cráneo Omo I usando isótopos ha
arrojado una datación más arcaica, en torno a 200 mil años), y la colección de
fósiles de Herto, también en Etiopía.
El estudio pionero que aplicó los
métodos biológicos moleculares fue el conformado en 1987 por Rebecca Cann, Mark
Stoneking y Allan Wilson, biólogos moleculares de la Universidad de Berkeley,
quienes se focalizaron en el ADN mitocondrial porque en él las mutaciones
ocurren de manera mucho más rápida que en el ADN nuclear. El estudio comparó el
ADN mitocondrial de casi ciento cincuenta humanos modernos (46 de Europa,
África del norte y Próximo Oriente; 20 del África subsahariana; 34 asiáticos,
26 de Nueva Guinea y 21 australianos), encontrando ciento treinta y tres
diferentes versiones de ADN mitocondrial. Con esos datos conformaron un árbol
que presentaba un muy profunda rama africana y una segunda que contenía las
variantes del ADN mitocondrial encontradas en las personas fuera del África
subsahariana. Las variaciones son muchas más dentro de la rama del árbol en
África subsahariana que en el resto del mundo junto. Esto significa que la
mayoría de las variantes de ADN mitocondrial pudieron haber sido de origen
africano. Con estos resultados, llegaron a las siguientes conclusiones:
1º los humanos modernos han estado
en África más tiempo que en cualquier otra parte del mundo, y el tamaño de las
poblaciones de humanos modernos en ese continente fue mucho mayor que en el
resto de los continentes combinados;
2º las diferencias entre las
poblaciones modernas subsaharianas y no sub saharianas tomaron unos 200 mil
años en acumularse. En consecuencia, predijeron que los humanos modernos se
originaron en África en torno a 200 mil antes del presente;
3º la distribución de las variantes
de ADN mitocondrial sugiere que cuando los humanos modernos abandonaron África,
no se hibridaron con ninguna población arcaica, sino que debieron “encontrarse”
al trasladarse a otras regiones del mundo. En consecuencia, los homininos
arcaicos en otras partes del mundo no contribuyeron al moderno genoma humano.
Otros estudiosos intentaron repetir
los resultados de esta investigación usando métodos moleculares de vanguardia y
técnicas estadísticas muy rigurosas. Lograron ciertos diferentes resultados que
han modificado un tanto las conclusiones previas. Siguieron apuntando a África
como el origen de un sustancial conjunto de las variaciones del ADN
mitocondrial de los humanos modernos, si bien diversos de sus estudios
sugirieron que hubo evidencia de que el hombre pre moderno fuera de África
contribuyó al genoma de ADN mitocondrial humano moderno. Los estudios se
galvanizaron en torno al cromosoma Y masculino. Parte de este cromosoma del ADN
es como el mitocondrial, excepto en que se transmite de una generación a la
siguiente a través de los varones y no las hembras. Los resultados fueron como
los del estudio del ADN mitocondrial: 21 de 27 variantes del cromosoma Y se
originaron en África y hubo más variaciones en el cromosoma Y de los africanos
que en los de las demás personas de las otras partes del mundo. Los estudios de
los genes nucleares, no obstante, probaron evidencia de cierta mezcla entre
genotipos humanos arcaicos y modernos.
El mensaje primordial de estas
investigaciones de ADN, sea mitocondrial, el cromosoma Y o el genoma nuclear
regular, es que la mayoría, aunque no todos, los genes humanos modernos se
originaron en el continente africano, y que en los dos últimos millones de años
parece haber habido un conjunto de pulsiones de evolucionismo humano novedoso.
El primero fue la emigración de Homo
ergaster, luego la de Homo
heidelbergensis, y en tercer lugar, quizás, diversas olas migratorias de
humanos modernos con diferentes capacidades y habilidades culturales. Hoy en
día se está generalmente de acuerdo en afirmar que los humanos modernos derivan
de una relativamente reciente (50-45 mil años) migración desde el este de
África.
Ahora bien, los nuevos genes
pudieron alcanzar el resto de los continentes de dos modos distintos: a través
de la gente que emigra, o ser transmitidos por hibridación o mestizaje. Este
último mecanismo incluiría a africanos biológicamente mestizados con personas
en regiones adyacentes. Dicho tipo de transmisión de genes, que modifica un
tanto las hipótesis establecidas por el equipo de Berkeley a fines de los años
ochenta, se denomina hipótesis de la onda de difusión. Actualmente, hay casi un
consenso en relación a tal planteamiento.
Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia y en Ciencias Sociales, UCV