Imágenes,
de arriba hacia abajo: estatua votiva en bronce de un joven, de
Chiusi, datada entre 530 y 480 a.e.c.; escultura en bronce del dios
Tinia, datada en el siglo V a.e.c.; estatua de bronce del Dios
bifronte Culsans; estatuilla de Apolo, hoy en el Metropolitan
Museum of Art;
figura en bronce de arúspice etrusco, datada en el siglo IV a.e.c.;
figurilla en bronce de un joven o un sacerdote ofreciendo una
libación, fechada en el siglo II a.e.c.; Tumba
de la Cuadriga Infernal,
decorada con pinturas murales y con un sarcófago de alabastro;
fresco de la Tumba
de los Augures,
en la necrópolis de Monterozzi, Tarquinia, del siglo VI a.e.c.;
danzantes de la Tumba
del Triclinio,
en Tarquinia, hacia 480 a.e.c.; y pintura mural en una cámara
funeraria de la Tumba
de los Leopardos,
también en Tarquinia, y fechada entre 480 y 450 a.e.c.
Destacan
también en la escultura etrusca en piedra las urnas de alabastro,
labradas en distintos talleres artesanales de Volterra. Los relieves
que las decoran están focalizados conflictos de temática griega,
(así las series de Filoctetes, Troilo, Ifigenia, Télefo, Agamenón
o Helena). Es probable que tales decoraciones respondan a las luchas
que agitaban a las ciudades etruscas.
De
finales del siglo III a.e.c., son la urna de Larth Pumi Curce y la de
su hijo Arnth Purni Curcesa. En el frontal del primero se aprecia un
combate troyano o tal vez céltico, mientras que en sus lados
laterales se observan dos motivos poco habituales en el repertorio
iconográfico etrusco; se trata del suicidio de un guerrero hoplita,
que introduce su espada en el vientre, y el intento de un pájaro de
cegar a otro guerrero picoteándole los ojos, una escena interpretada
como la llegada de la muerte. Se ha dicho que la escena aludía al
histórico duelo entre Marco Valerio Corvino y un galo, descrito por
Tito Livio (VII, 25-26). En el momento del combate, un cuervo se posó
sobre el casco del romano señalando la derrota del galo, a quien
picotearía ojos y rostro, ocasionándole la derrota y la muerte. El
romano en recuero de tal incidente adoptaría el sobrenombre de
Corvus-Corvinus.
El inconveniente aquí es que el personaje atacado por el pájaro
representado en la urna va tocado con un casco corintio, por tanto no
es un galo. La segunda urna muestra el motivo de Caco y de los
hermanos Vibenna.
Las
estelas funerarias presentan influencias iconográficas
orientalizantes, especialmente sirias, dóricas y jonias. Entre ellas
destaca la de Avele Feluske de Vetulonia, fechada en el 630 a.e.c.,
en la que se observa al personaje como un guerrero armado, con yelmo
corintio crestado y un escudo redondo, blandiendo un hacha bipennis,
un signo de mando. La estela, con la más antigua inscripción
funeraria de Etruria, le fue dedicada por Hirumina Phersnachs, un
compañero de armas. Otras estelas de relevancia son la de Avile
Tite, de Volterra, del 530 a.e.c.; la de Larth Tharnie, en torno a
550 a.e.c.; y aquella de Larth Ninie (525 a.e.c.). En las Estelas de
Felsina, de los siglos V y IV a.e.c., suele aparece el difunto en su
viaje al Más Allá (a veces en carro), al lado de representaciones
de banquetes, celtomaquias, combates funerarios y danzas variadas.
Una de las más renombradas muestra la escena de amamantamiento de un
niño por una loba, en alusión a la infancia de Ocno, el mítico
fundador de Felsina y de Mantua. Algunas presentan, además,
inscripciones, como la Estela Giardini Margherita, que perteneció a
una mujer, de nombre Rakvi Satlnei, descendiente de alguien de nombre
Aivas Talmuns.
En
la conocida como Estela Malvasi
Tortorelli
se representan dos terneras rampantes en torno a un Árbol de la
Vida, un tema presente en los relieves neo asirios y que estará
presente en Etruria desde el siglo VIII a.e.c. Entre los relieves, si
bien no es realmente etrusco, sino romano imperial del siglo I,
sobresale la lastra fragmentaria de Caere, que formaba parte del
Trono de Claudio, sobre la cual, fueron personificados, identificados
con nombres, tres pueblos etruscos, los tarquinienses, simbolizados
por su héroe epónimo, Tarconte, velado como un arúspice; los de
Vulci, mediante una mujer o deidad sedente, con una flor o un pájaro
en su mano; y los vetulonenses, con un hombre (o deidad marina) de
pie con un timón sobre el hombro, y al lado de un árbol. La obra
recogería todos los quince populi de la Liga etrusca de tiempo
imperial, pudiendo hacer las veces de pedestal para una imagen del
emperador Claudio.
La
pintura etrusca se puede estudiar desde ciertas placas de terracota,
a partir de las cámaras sepulcrales y la cerámica. Es más que
probable, además, que la pintura decorase los muros palaciales, los
de los templos y aquellos de las majestuosas mansiones de los nobles.
Su significado sería mitológico, simbólico y escatológico.
Se
pueden organizar cuatro ciclos en la evolución pictórica, en cada
una de las cuales es cada vez mayor la influencia griega. En primer
lugar, el ciclo de los maestros arcaicos (siglo VI a.e.c.), con
influencias jonias; el segundo, el de los maestros del estilo severo,
del siglo V a.e.c., quienes son los autores de la mayoría de las
series pictóricas de Chiusi y Tarquinia; un tercero, con influencias
clásicas, en la siguiente centuria, que implica la adaptación al
arte ático; y el cuarto, ciclo del helenismo, ente lo siglos III al
I a.e.c., caracterizado por adaptar nuevas experiencias artísticas
helenísticas y romanas.
De
la etapa orientalizante, previa a estos ciclos, son las pinturas que
ornamentan la Tomba dei Leoni Ruggenti, con cuatro leones rugientes,
figurados debajo de unas aves acuáticas. Datadas entre 690 y 680
a.e.c. son las más arcaicas pinturas etruscas conocidas hasta hoy en
día. Se ha especulado con que las aves, al ser migratorias,
aludirían al paso de la vida a la muerte, en tanto que los agresivos
felinos simbolizarían el mundo infernal. Con una temática de gusto
oriental están las pinturas de la Tomba degli Animali Dipinti y las
de la Tomba dei Leoni Dipinti, las dos en Caere, con presencia de
héroes, fieras y palmetas. Ya en las pinturas de la Tomba Campana de
Veyes, del 600 a.e.c., hay rasgos inspirados en Creta, con figuras
zoomorfas y humanas, además de plantas y monstruos componiendo
escenas.
En
el primer ciclo el medio pictórico fue aplicado como una decoración
funeraria directa, con centro en Tarquinia, así como en la
decoración de ambientes religiosos, funerarios y civiles, hechas
sobre paneles de terracota (los pinakes)
que se fijaban en las paredes. Tal técnica se difundió
especialmente en Caere, y posteriormente en Veyes. En la mencionada
Tarquinia, la Tomba dei Tori, de mediado el siglo V a.e.c., es un
referente esencial. En un estilo jónico, muestra el tema mítico del
héroe Aquiles acechando a Troilo detrás de una fuente. Encima de
tal tema aparecen un toro echado y otro embistiendo, al lado de un
par de escenas de contenido erótico.
Por
su parte, en la Tomba
degli Auguri,
se encierra un mundo de creencias etruscas, pues se figura la
despedida del difunto, el tema de la puerta cerrada, tal vez la
Puerta del Más Allá, el tema del Phersu y un concurso de lucha. En
la Tomba delle Leonesse, aparece el tema del banquete. En la pared
del fondo se muestran músicos y danzantes en torno a una crátera.
La Tomba della Caccia e della Pesca, sobresale por sus pinturas
naturalistas. Sus dos cámaras recogen un festivo banquete familiar
en el que los personajes bailan y juegan entre árboles cargados de
coronas ornamentales o regresan de cazar o incluso se hallan
pescando.
En
las pinturas de segundo ciclo debe comentarse la Tomba della Scimmia,
en Chiusi, en cuyas paredes se ve a la propietaria con parasol y
tocada con el tutulus,
y ante la cual se desarrollan juegos que la homenajean. Se observan
danzantes, músicos, guerreros y pugilistas, bufones, hombres a
caballo y una mona ligada a un árbol, además de una carrera de
bigas. En Tarquinia, en varias tumbas, la del Triclinio, Letto
Funebre, Scofra Nera y Leopardi, se verán los nuevos planteamientos
pictóricos del ciclo, pues en todas ellas aparece el banquete
figurado en las paredes del fondo, con danzas en las laterales. Ya
desde la mitad del siglo V a.e.c..se empobrece la escala cromática
y se reduce la ornamentación, comenzando a introducirse la temática
del viaje de Ultratumba, genios y demonios alados, amén de distintos
símbolos ctónicos.
En
el tercer ciclo, varios centros de la Etruria interior aceptan y
adoptan el arte ático, llegado desde la Grecia continental y desde
las colonias de la Magna Grecia. Se aceptan temáticas del helenismo
clásico, además de novedosas fórmulas pictóricas, como la
perspectiva, el retrato o el sombreado. En Tarquinia, en la
necrópolis de Monterozzi, destaca ahora la Tomba del Orco (I, II y
III), propiedad de los Churinas o Murinas, mientras que en Volsinii,
las tumbas Golini I y II. En sus escenas ya se observa la presencia
del demonio Charun, además de la pareja infernal Aita (Hades) y
Phersipnei (Perséfone), junto al conocido y previo tema del
banquete. Los personajes representados se referencian con sus
nombres. En la tumba de Golini I (o de los Velii) se figura al
difunto llegando all Más Allá en un carro tirado por caballos.
Allí, en presencia de llas deidades infernales, se lleva a cabo un
fastuoso banquete.
En
Orco I, sobresale la figura de la joven Velia, esposa de Arnth
Velcha, que participa a su lado en el banquete. Su perfil muestra una
cabeza, de enigmático rostro, tocada con una guirnalda. En una de
las paredes aparecen representados, sobre otro lecho, Ravnthu
Thefrinai junto a su esposo, Velthur Churina (o Murina), que fuera un
alto magistrado (zilath
mechl rasnal),
rodeados de algunos de sus vástagos. En la magnífica Tomba
del Orco II
se figura el mundo de la Ultratumba (Nékya) representado al modo de
la imaginería de la mitología griega. Se vea a Gerión ante Aita y
Phersipnei, que están sentados en sus tronos; la sombra, (hinthial
o alma) del adivino Tiresias entre Áyax y Agamenón; el suplicio de
Sísifo; y finalmente, Teseo.
El
alma, fantasma o sombra del adivino, entre dos héroes griegos, se
encuentra en el paisaje de un cañaveral. La figura, vacía de
rostro, es identificada por el nombre del mítico adivino, quien
medita acerca de la suerte de las almas, representadas por unas
diminutas figuras negras antropomorfas (animulae). Como si de
insectos se tratase, revolotean entre las cañas, esperando, según
reza la doctrina pitagórica, reencarnarse y volver a ser de nuevo
personas. También resulta factible que las esquemáticas pequeñas
figuras simbolicen las sombras de los muertos (eidola), evocadas por
Tiresias, quien a pesar de su fallecimiento, mantenía el don de
profetizar.
En
la Tomba
degli Scudi,
en Tarquinia, aparece el episodio de despedida del difunto, el
cortejo y un banquete, en el que participan los miembros de la
familia Velcha. Sus rostros configuran una galería de retratos, que
destacan por la meditación y la tristeza. El nombre de los dos
personajes principales, Larth Velcha y su mujer Velia Seitithi,
aparecen escritos detrás de sus cabezas. El orgullo nobiliario se
aprecia en un texto que alaba la personalidad del titular del
sepulcro.
De
especial relevancia e interés son las pinturas de la Tomba della
Quadriga Infemale, datas a fines del siglo IV a.e.c., muy novedosas
por su iconografía, por la vivacidad de su colorido y la
articulación de sus cuatro campos pictóricos. En ellos aparecen una
cuadriga de animales fantásticos, con dos leones y dos grifos sin
alas, conducida por un demonio, tal vez Charun o Nathum, a la que
precede una figura alada; una pareja masculina que se acaricia sobre
una klíne,
asistida por un joven portador de un colum;
una gran serpiente de triple cabeza, todas ellas con crestas y
barbudas, sobre un cuerpo en espiral y, finalmente, un hipocampo
figurado sobre el frontón.
En
el cuarto ciclo, en coincidencia con la conquista de Italia por los
romanos, ciertas ciudades etruscas, Caere, Tarquinia y Vulci en
especial, conocieron un impulso pictórico a partir de lo
planteamientos artísticos del helenismo, de Roma y de los pueblos
itálicos. Se imitaron modelos clásicos, sobre todo en el
tratamiento de los tipos aislados, ahora auténticos retratos. La
temática dominante se focalizó en la suerte de la persona en el Más
Allá, como puede verse en la referida, y célebre, Tomba Francois de
Vulci. Aquí, las pinturas, del siglo III a.e.c., rompen con las
tradiciones pretéritas al evocar hechos históricos con el uso de
personajes de la leyenda homérica y etrusca, al lado de los miembros
de la familia Saties, la titular del sepulcro. Vel Saties, coronado
de laurel y vestido con la toga picta, en pie se dispone a
interpretar el vuelo de un pájaro. Este es uno de los más logrados
retratos del arte etrusco. Está presente, asimismo, la diosa Vanth,
con sus alas desplegadas, y el demonio Charun, de color azul y armado
con un martillo.
De
finales del siglo II a.e.c. es la Tomba
del Tifone,
en Tarquinia, propiedad de la familia Pumpu. Su pared derecha está
decorada con ciertos miembros del linaje que son conducidos al Más
Allá por varios demonios monstruosos. Los personajes aparecen
togados, en una disposición análoga a la de algunos bajorrelieves
romanos. En la pilastra central un par de gigantes alados con pies
anguiformes (Tifones), sostienen la comisa y a una figura femenina.
Prof. Dr. Julio López Saco
UM-AEEAO-UFM, marzo, 2024.