Imágenes
(de arriba hacia abajo): relicario en plata dorada del templo Famen,
que muestra a un bodhisattva arrodillado sobre un trono de loto. El
objeto fue presentado al emperador en el año 871; Buda meditando de
Gandhara, de la Dinastía Kushan (200-400). Victoria and Albert
Museum, Londres.
El
distinguido investigador francés Étienne Lamotte, en su obra
titulada Histoire
du Bouddhisme indien, des origines à l’ére Saka
(Institute Orientaliste, Lovaina, 1958), menciona varias fases en la
evolución de la leyenda del Buda. La primera de estas etapas
incorporaría fragmentos biográficos en los Nikâya,
en tanto que la segunda vería la inclusión de biografías,
incompletas o no, en el Vinaya
o regla monástica de conducta y moral. En una tercera etapa se
incluirían varias vidas autónomas pero incompletas, provenientes de
diferentes escuelas y datables en los primeros siglos de nuestra Era;
entre ellas estaría el Lalitavistara
y el Mahâvastu;
el cuarto período conoce biografías completas escritas por
coetáneos del rey kushán Kaniska, que abarcan desde el descenso del
cielo Tusita
hasta los funerales del Bendito Sâkyamuni. En esta fase destaca por
encima de cualquier otra obra el Buddhacarita
de Asvaghosa, si bien también son relevantes dos textos biográficos
en chino (uno, obra de Samgharaksa, en la región de Gandhâra), y el
otro anónimo.
Finalmente,
una última fase agrupa composiciones cingalesas transmitidas por
textos pâli, con la presencia de los más arcaicos fragmentos
escritos sobre la vida del Buda. Aquí se incluye el Nidânakathâ
(que introduce las jâtaka
pâli), así como un comentario de Buddhadatta al Buddhavamsa,
que refiere las dos primeras décadas de la enseñanza del Despierto.
El
Mahâvastu
o La
gran gesta,
recoge, en sánscrito budista híbrido, diversas fábulas, leyendas,
hagiografías, testimonios búdicos y varios
relatos
en una serie de episodios. El texto compila
antiguas tradiciones orales relativas a los episodios más clásicos
de la leyenda del Buda, así como referentes de la literatura popular
india. Su período de composición abarca desde el siglo II a.e.c. al
siglo IV. Probablemente la obra fue compuesta por los lokottaravâdin,
escuela subsidiaria del mahâsâmghika,
si bien no se puede descartar la participación de otras escuelas.
Esta
obra incorpora jâtaka
y avadâna
(narraciones morales que propician la devoción e instrucción de
laicos, enfatizando las efectivas consecuencias derivadas del karma,
sin entrar en disquisiciones doctrinales), en forma de historias en
sí mismas y al modo de fragmentos falsamente biográficos referentes
a las anteriores vidas del Buda Sâkyamuni. Algunas de tales
jâtaka,
por su parte, poseen sus equivalentes en el Canon Pâli, en tanto que
otras provienen de cuentos populares.
La
obra, como ocurre con el Nidânakathâ,
estructura la vida del Bienaventurado en una triple sección. La
primera comienza en los arcaicos tiempos del Buda Dîpamkara,
relatando sus vidas anteriores; la segunda alude a la estancia en el
cielo o paraíso Tusita,
lugar en donde decide su reencarnación en el seno de la reina Mâyâ,
madre del Buda, además de episodios relevantes como su huída de
palacio o el enfrentamiento victorioso con el demonio de la muerte
Mâra; finalmente, la última habla de las primeras conversiones que
logra Sâkyamuni, el largo proceso de difusión de la doctrina búdica
y la configuración de la comunidad de monjes.
La
edición más antigua de la obra sánscrita en lenguas occidentales
fue la llevada a cabo por Emile Senart en las últimas décadas del
siglo XIX para la Societe
Asiatique
parisina.
El
poema épico llamado Los
Hechos del Buda
(Buddhacarita),
relata la vida del Sâkyamuni desde que nace hasta que se produce el
reparto de sus reliquias después del parinirvana.
Catorce de sus veintiocho capítulos fueron redactados en sánscrito,
mientras que los demás aparecen conservados en traducciones
tibetanas y chinas. La edición clásica del texto en sánscrito es
la que corresponde a E.H. Johnston (editorial Motilal Banarsidass,
Nueva Delhi, 1971).
Es
un texto atribuido al dramaturgo y conocido poeta Asvaghosa
(tradicionalmente considerado un brahmán que se convirtió al
budismo), relacionado directamente con la corte del rey Kaniska, de
la turca dinastía Kusâna (procedente de Bactria e instalada en el
norte y noroeste de India),
en el siglo II. En el Buddhacarita
el Buda es la forma visible del dharma,
pues en el poema Siddhârtha desafía abiertamente la sabiduría
ortodoxa
brahmánica hasta conducirla a su consumación, si bien en ningún
momento se le muestra como un heterodoxo.
Lalitavistara,
una obra anónima en sánscrito, en verso y prosa, cuya compilación
final data del siglo IV, narra la vida del Buda Gautama desde su
estancia en el cielo Tusita
hasta el
famoso primer sermón en el Parque
de los Ciervos
en Sarnath. La tradición mahâyâna acabaría recogiendo la obra,
tal vez sarvâstivâda en su origen, asociándola a los vaipûlya
sûtra;
esto es, los sutras extensos de la corriente mahâyâna. El título
se refiere al entretenimiento, la elegancia y la
práctica deportiva
además de a la exposición en detalle.
Es
probable que este texto hubiera estado al alcance de los artistas que
decoraron la gran estupa de Borobudur, datada en el siglo IX, pues en
ella aparecen relieves que refieren
algunos episodios de esta obra. Algunos de tales episodios del
Lalitavistara,
dicho sea de paso, se encuentran asimismo en los evangelios apócrifos
relacionados con Jesús, como acontece con el caso en que las
estatuas de los templos cobran vida, postrándose a sus pies, con el
desmayo del maestro al recitar el alfabeto o con la inclinación que
llevan a cabo los árboles a su paso.
La
narración se desplaza en tres niveles específicos. El Buda, ser
eterno, inmutable y universal, completamente liberado, de un lado; el
Buda como un ser en evolución y, finalmente, como simple humano, que
después de un duro y difícil aprendizaje logra el despertar,
falleciendo a la edad de ochenta años. En este último caso, el Buda
es un ser aparente, en tanto que un Buda eterno adquiere la forma de
un ser humano con la finalidad de instruir a los seres conscientes.
Los
distintos capítulos finalizan alabando de manera alegórica la
figura del Buda, lo que proporciona un tono devocional al conjunto.
Hay una evidente preferencia de lo mitológico sobre lo filosófico,
un probable indicio de que la obra estaba originalmente destinada a
personas laicas y no a monjes.
La
primera traducción a lenguas europeas, desde el sánscrito y el
tibetano, se llevó a cabo en París a mediados del siglo XIX, por
obra de Edouard Foucaux (ediciones del Museo Guimet parisino).
Otro
texto referencial de la vida legendaria del Buda es Udâna,
obra de ocho capìtulos con una decena de episodios en cada uno de
ellos vinculados con su vida. Cada sección culmina con un colofón
en verso que, según la tradición, pronunció el propio
Bienaventurado (el Bhagavant).
Unos pocos episodios, en los que abundan los prodigios, centran su
interés en reivindicar la relevancia del budismo frente al
brahmanismo.
La
Crónica
del Linaje,
Nidânakathâ,
es un texto estructurado en tres momentos esenciales. El primero de
ellos es la llamada época remota, cuando Sumedha, a la postre
convertido en Sîddhârtha, promete el voto de alcanzar el despertar
delante del Buda Dîpamkara. Imágenes de este Buda Dîpamkara
aparecen en Gandhâra,
lo cual evidencia que la historia que se cuenta es septentrional en
su origen. Esta sección es, en realidad, un comentario al
Buddhavamsa
o Saga
de los Budas.
Esta época remota o dûrenidâna
se acerca, por tanto, al Cariyâpitaka
y al Buddhavamsa.
Este último texto narra la historia de los veinticuatro budas que
anteceden a Sâkyamuni a lo largo de las doce últimas eras mundanas,
empezando, naturalmente, con Dîpamkara. El mismo Siddhârtha cuenta
en primera persona la historia, señalando quién era él en el
momento de la presencia de cada uno de los budas.
La
época media elabora un relato desde el abandono del cielo Tusita
hasta el momento de lograr el despertar. Esta época (avidûrenidâna)
comienza cuando los dioses solicitan que renazca el Buda una vez más
para el beneficio de los seres humanos. Posteriormente, sigue las
leyendas clásicas en el episodio del elefante blanco que se
introduce en el seno materno de Mâya, en el nacimiento mítico del
Buda en el parque de Lumbini, en lo tocante a las cuatro señales y
la huida del palacio, en lo referente a los varios años de ascetismo
errante, en la batalla contra Mâra y en el definitivo logro del
despertar.
En
la época reciente se habla desde los largos años del ministerio
búdico hasta la donación del parque o bosque de Jeta a la comunidad
de monjes por parte de un rico mercader de nombre Anâthapindika. El
texto se centra en las conversiones, comenzando con la de algunos
mercaderes laicos.
Jâtaka
fue empleado con la intención de incorporar, por parte de la
tradición budista, un buen número de fábulas, cuentos y leyendas
conocidas en India, utilizándose como medio de transmisión,
preservación y también difusión de esta serie de relatos. Muchos
de ellos existían, por consiguiente, antes de la aparición del
budismo. En estas historias el protagonista se identifica con un
nacimiento anterior de Siddhârtha. Tales nacimientos acontecieron en
la forma de animales, deidades y seres humanos.
El
principal, y más largo comentario sobre las jâtaka
en pâli (al margen de la antología Cariyâpitaka
que ilustra sobre las virtudes), es el Jâtakatthakathâ,
en el que se comentan más de quinientos jâtaka
en prosa, cuyos contenidos se encuentran al margen de la tradición
budista. Se trata de relatos costumbristas, narraciones tradicionales
indias, cuentos sobre encantamientos y fábulas. En cada vida narrada
en los jâtaka,
el bodhisattva
surge para perfeccionar y controlar las diez virtudes (pâramitâ)
consideradas supremas, entiéndase la generosidad, el discernimiento,
la bondad, la paciencia, la firmeza, el desprendimiento, la
veracidad, ecuanimidad, consideración y la resolución. Son un grupo
de virtudes que encuentran cobijo en el corazón del ser consciente.
Aparecen en la vida y crecen durante el desarrollo de la misma, si
bien un único tiempo vital es insuficiente para lograr
perfeccionarlas todas.
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