Son
varias las piezas artísticas, así como los lugares, que se pueden destacar de
esta época histórica. Se hará hincapié en algunos ejemplos de entre otros
varios que podrían tratarse. Uno de los que más sobresale es el estandarte de
seda pintado hallado en una tumba en Mawangdui a comienzos de los años setenta
del pasado siglo. Datada en 168 a.e.c. se encuentra ubicada en Changsha, en la
provincia de Hunan. Esta prenda simbólica puedo tener diversas funciones. Se
pudo usar en el ritual de invocación del alma tras la muerte, o ser empleada
como prenda llevada en procesión como parte de los ritos funerarios, antes de
su definitiva instalación en la tumba. Pero también pudo ser un estandarte o
bandera de nombre, foco de veneración por parte de los deudos durante la
ceremonia fúnebre. Presenta cuatro niveles, empezando desde la cima con los
cielos, en donde el sol y la luna están representados con sus respectivos
símbolos, un cuervo y un sapo, mientras que seres inmortales y dragones pululan
cabriolando por los cielos.
Más
abajo se encuentran dos niveles de la esfera terrestre, en donde el ocupante de
la tumba es mostrado como una anciana mujer, con su séquito y rodeada de sus
sirvientes. Una serie de vasijas sacrificiales se hallan ante su cadáver. Hacia
el fondo se encuentra el mundo subterráneo. Este estandarte ni fue un trabajo
aislado, sino que debió formar parte de los elaborados rituales de
enterramiento aristocrático, rituales en los que la tumba misma, su espacio
físico, así como su contenido, eran únicamente la parte visible de los mismos.
Otro
notable ejemplo digno de señalarse es el incensario en plata del palacio de la
princesa Yangxin, hermana del conocido emperador Han Wudi, quien reinó entre
140 y 87 a.e.c. Con la forma de una rama de bambú, soporta un modelo en
miniatura de montaña con unas oquedades para permitir que salga el humo. No es
una montaña real, sino un paraíso en el que debe habitar el alma de la princesa
después de su muerte, en compañía de bestias mágicas e inmortales.
Estas
compañías se muestran a través de objetos de tumbas imperiales Han como un
jinete inmortal realizado en jade blanco, aparecido en la tumba del emperador
Zhaodi, datada en torno al año 70 a.e.c. A menudo vestidos con plumas, estos
inmortales pululan con libertad al margen de la mundanidad, tal y como aparecen
en los
textiles de Mashan o en los sarcófagos de Mawangdui. Tales objetos, fabricados
para formar parte de las ceremonias fúnebres, contienen imágenes que inflaman
la cultura de las clases superiores. Es bastante probable que las
representaciones de escenas paradisíacas hayan influido en el ulterior interés
chino en las representaciones paisajísticas.
Un
monumento esencial del arte funerario del período Han más arcaico lo conforman
los diferentes bajorrelieves hallados en diversos asentamientos
septentrionales, en especial, el grupo de esculturas en bajorrelieve del
santuario de Wu Liang que fue erigido en 151 a.e.c. para un personaje de clase
alta con ese nombre, denominación que podría vincularse con el rey Wu
Ding, el cuarto monarca Shang, que gobernó desde la ciudad de Anyang, que aquí
haría el papel de ancestro. En realidad, se trata de un complejo de santuarios
en los que se llevaban a cabo ofrendas en honor de los hombres muertos de la
familia Wu, en Jiaxing, provincia de Shandong. Los miembros de
esta familia ejercieron como oficiales o funcionarios de grado medio en las
instituciones de gobierno. En definitiva, por lo tanto, no se trata de un
recinto funerario, esto es, de una tumba.
A
lo largo de la primera centuria de nuestra era se produjeron cambios tanto en
las prácticas de inhumación como en las creencias religiosas. La adoración,
enfocada en la casa imperial y en la elite cortesana se modificó desde los
templos de los ancestros, relevantes en los períodos de la Edad del Bronce,
Shang y Zhou, a la tumba misma. Ahora son los recintos funerarios o los santuarios
cercanos, los lugares en donde se realizan los sacrificios. Esos santuarios, es
relevante comentar, se concibieron como lugares públicos, abiertos a todo aquel
que deseasen visitarlos.
Entre
las escenas individuales en bajorrelieve esculpidas en los muros del santuario,
destacan escenas, como la denominada Batalla del Puente. Muchos de los paneles
aparecen acompañados de cortos textos que identifican personajes referidos a
los textos clásicos, en buen número personalidades míticas. Se trata de personajes
propios de la tradición filosófica y espiritual de la antigüedad china. Esta
decoración del santuario vincula ideas ultramundanas y del alma con el orden
social sobre la esfera terrenal empleando elementos de la historia humana y
también cósmica. La temática representada, de gran valor y
relevancia iconográfica y simbólica, comprende varios temas asociados con la
mitología taoísta y la historia confuciana. Se distinguen cuatro grupos
temáticos: el de los emperadores legendarios, en pequeñas losas individuales,
en una posición semi-perfilada, y con inscripciones explicativas en su margen
izquierdo; las escenas que ilustran célebres cuentos confucianos, sobre todo
aquellos en los que se destaca el valor de la piedad filial; una serie de
escenas de la historia previa a la dinastía Han y finalmente; varias escenas
relativas a personajes o a relatos característicos de la mitología taoísta.
El
uso de la piedra, poco usada en fases previas pero ahora relevante en el
santuario, refleja ideas acerca de la permanente conmemoración asociada a ideas
cambiantes referidas al otro mundo así como al lugar que el individuo ocupa en
él.
Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP-UFM, junio, 2021.