Imágenes,
de arriba hacia abajo: tambor de la cultura Dong Son, datado en torno
a 600 a.e.c., de Vietnam. Museo Guimet de París; ejemplares
cerámicos de la cultura Buni, en la costa occidental de Java (400
a.e.c a 100). Museo Nacional de Indonesia, Jakarta; Buda coronado en
Abhaya Mudra (postura de disipación del temor), y con la rueda de la
Ley en las palmas de las manos. Jemer, en el estilo de Angkor Wat;
relieves en el templo de Bayon, Angkor Thom, Camboya; escultura en
piedra de Buda en Dhyana Mudra, meditando bajo el árbol Bodhi entre
dos estupas, Tailandia; y mapa de las rutas de expansión del
hinduismo desde India hasta el sudeste de Asia.
Desde
una perspectiva geográfica, se pueden identificar dos
sub regiones distintas en
el sudeste de Asia. De una parte, el
sudeste asiático continental (o Indochina), y
de la otra
el sudeste asiático marítimo (o insular). El continental comprende
Camboya, Laos, Myanmar (antigua
Birmania),
Malasia peninsular, Tailandia y Vietnam, mientras que el sudeste
asiático marítimo comprende Brunei, las islas Cocos (Keeling), la
isla Christmas, Malasia oriental, Timor Oriental, Indonesia,
Filipinas y Singapur. Existen
numerosas designaciones históricas antiguas desde
la óptica asiática
para la
región,
aunque
ninguna
es geográficamente consistente entre sí. Los nombres que hacen
referencia al sudeste asiático incluyen Suvarnabhumi
o
Sovannah
Phoum (Tierra
Dorada)
y Suvarnadvipa
(Islas
Doradas),
en la tradición india, las Tierras
bajo los Vientos, en
Arabia y Persia, Nanyang
(Mares
del Sur)
para los chinos y Nanyo
en
Japón. El
mapa mundial del siglo II creado por Ptolomeo de Alejandría nombra a
la Península Malaya como Avrea
Chersonesvs,
(Península Dorada).
El
término moderno
de
Sudeste de Asia fue empleado
por primera vez en 1839 por el pastor estadounidense Howard Malcolm
en su libro Viajes
por el sudeste de Asia.
Malcolm solo incluyó la sección continental, excluyendo
la sección marítima en su definición. El vocablo
se usó oficialmente para designar el área de operación (el Comando
del Sudeste Asiático, SEAC) para las fuerzas angloamericanas en el
Teatro del Pacífico de la Segunda Guerra Mundial, desde 1941 hasta
1945.
Durante
el Paleolítico, la región
estaba ya
habitada por Homo
erectus desde
hace 1,5
millones de años, durante
el Pleistoceno Medio. Distintos grupos de Homo
sapiens,
ancestros
de
las poblaciones del este de Eurasia, así
como
poblaciones del sur de Eurasia, relacionadas con Papúa, llegaron a
la zona
entre
70000
y 50000 A.P.
Estos inmigrantes pudieron
haberse fusionado y reproducido, hasta cierto punto, con los
miembros
de la población arcaica de Homo
erectus,
tal
y como
sugieren los descubrimientos de fósiles en la cueva Tam Pa Ling.
Análisis de datos de conjuntos de herramientas de piedra y
descubrimientos de fósiles de Indonesia, el sur de China, Filipinas,
Sri Lanka y, más recientemente, Camboya y Malasia, ha posibilitado
el
establecimiento
de
rutas migratorias de Homo
erectus, con
episodios
de presencia desde hace 120000 años. No
obstante,
ciertos
y relevantes hallazgos
aislados son
mucho más
antiguos, datándose
en
hace 1,8 millones de años. El Hombre de Java (Homo
erectus erectus)
y el Homo
floresiensis atestiguan
una presencia regional sostenida así
como
un aislamiento durante
el
tiempo suficiente para generar
una
notable diversificación de las características específicas de la
especie. En las cuevas de Borneo se ha descubierto arte rupestre o
parietal
de hace 40000 años, siendo
actualmente uno
de los más
antiguos
del mundo.
Homo
floresiensis
vivió en el área hasta hace al menos 50000 años, después de lo
cual se extinguió. Durante gran parte de ese
tiempo, las islas actuales del oeste de Indonesia se unieron en una
sola masa de tierra conocida como Sundaland debido a niveles más
bajos del mar.
Los
restos antiguos de cazadores-recolectores en el sudeste marítimo de
Asia, como el caso de un ejemplar de cazador-recolector del Holoceno
de Sulawesi del Sur, muestran una ascendencia tanto del linaje del
sur de Eurasia (representado por papúes y aborígenes australianos)
como del linaje de Eurasia oriental, representado por asiáticos
orientales. Este individuo cazador-recolector tenía aproximadamente
en torno al 50% de ascendencia basal-oriental asiática, siendo
ubicado entre los asiáticos orientales modernos y los papúes de
Oceanía. Se ha concluido que la ascendencia relacionada con el este
asiático se expandió desde el sudeste continental hasta el sudeste
asiático marítimo mucho antes de lo que se sugería con
anterioridad, ya hacia 25000 A.P., mucho antes de la expansión de
los grupos austroasiáticos y austronesios.
Recientemente
se descubrió que la ascendencia distintiva de Eurasia oriental se
originó en el sudeste asiático continental en torno a 50000 A.P., y
se expandió a través de múltiples oleadas de migración hacia el
sur y el norte, respectivamente. El flujo genético de la ascendencia
de Eurasia oriental hacia el sudeste marítimo de Asia y Oceanía
podría estimarse en 25000 (si bien posiblemente antes desde el 50000
A.P). Las poblaciones pre neolíticas del sur de Eurasia del sudeste
asiático marítimo fueron reemplazadas en gran medida por la
expansión de varias poblaciones del este de Eurasia, comenzando
alrededor del 25000 desde el sudeste asiático continental. El
sudeste asiático estaba, con seguridad, dominado por ascendencia
relacionada con el este de Asia hace 15000 años, antes de la
expansión de los pueblos austroasiáticos y austronesios.
Las
caídas del océano de hasta 120 metros por debajo del nivel actual
durante los períodos glaciales del Pleistoceno revelaron las vastas
tierras bajas conocidas como Sundaland, lo que permitió a las
poblaciones de cazadores-recolectores acceder libremente al sudeste
asiático insular a través de extensos corredores terrestres. La
presencia humana moderna en la cueva de Niah, en el este de Malasia,
se remonta a 40000 años antes del presente, aunque la documentación
arqueológica del período de asentamiento temprano sugiere
únicamente breves fases de ocupación. Sin embargo, investigadores y
estudiosos como Charles Higham argumentan que, a pesar de los
períodos glaciales, los humanos modernos pudieron cruzar la barrera
del mar más allá de Java y Timor, quienes hace unos 45000 años
dejaron huellas en el valle de Ivane, al este de Nueva Guinea, a una
altitud de 2000 metros, explotando productos como ñame y pandanos,
cazando y fabricando herramientas de piedra entre hace 49000 y 43000
años.
La
vivienda más antigua fue descubierta en Filipinas. Se encuentra en
las cuevas de Tabon y se remonta a aproximadamente 50000 años A.P.
Los artículos encontrados allí, como tinajas funerarias, loza,
adornos de jade y diversas joyas, herramientas de piedra, huesos de
animales y fósiles humanos, datan de hace 47000 años antes del
presente. Los restos humanos desenterrados tienen, por su parte,
aproximadamente 24000 años.
Se
pueden discernir signos de una tradición temprana Hoabinhiana,
nombre otorgado
a una industria y continuidad cultural de herramientas de piedra y
artefactos de adoquín en escamas que aparece alrededor de 10000 A.P.
en cuevas y refugios rocosos, descritos por primera vez en Hòa
Bình,
Vietnam. Más
tarde también se
han documentado
en Terengganu, Malasia, Sumatra, Tailandia, Laos, Myanmar, Camboya y
Yunnan, en
el sur
de China. La investigación enfatiza variaciones considerables en la
calidad y naturaleza de estos
artefactos, influenciadas por las condiciones ambientales específicas
de la región y la proximidad y el acceso a los recursos locales. No
obstante, es notable que la cultura Hoabinhiana
represente los primeros entierros rituales verificados en el sudeste
asiático.
El
Neolítico, por su parte, se caracterizó por la presencia de varias
migraciones hacia el continente y las islas del sudeste asiático
desde el sur de China por parte de hablantes de austronesio,
austroasiático, kra-dai y hmong-mien. El evento de migración más
extendido fue la expansión austronesia, que comenzó alrededor del
5500 a.e.c. desde Taiwán y la costa sur de China. Debido a la
temprana invención de los botes estabilizadores oceánicos y de los
catamaranes de viaje, los austronesios colonizaron con celeridad las
islas del sudeste asiático, antes de extenderse más hacia
Micronesia, Melanesia, Polinesia, Madagascar y las Comoras. Dominaron
las tierras bajas y las costas de la isla del sudeste asiático,
vinculándose en relaciones de parentesco con los pueblos indígenas
Negrito y Papua en diversos grados, dando lugar a los isleños
modernos del sudeste asiático, micronesios, polinesios, melanesios y
malgaches.
La
ola de migración austroasiática centrada en los mon y los jemeres,
que se originan, a su vez, en el noreste de la India, llegan
alrededor del año 5000 a.e.c. y se identifican con el asentamiento
en las amplias llanuras aluviales ribereñas de Myammar, Indochina y
Malasia.
Las
primeras sociedades agrícolas en
la región corresponden a una suerte de principados
territoriales, tanto en el sudeste asiático insular como
continental, que
han sido caracterizados
como reinos
agrarios que,
alrededor del 500 a.e.c.,
habían desarrollado una economía centrada
en el cultivo excedente y el comercio costero moderado de
productos naturales domésticos. Diversos
estados de la zona malaya-indonesia compartían estas
características con entidades políticas indochinas como las
ciudades-estado de Pyu, en el valle del río Irrawaddy, Van Lang,
en el delta del río Rojo y Funan alrededor del bajo Mekong. Văn
Lang, fundada en el siglo VII a.e.c.
perduró hasta 258 a.e.c.
bajo el gobierno de la dinastía Hồng Bàng, como parte de la
cultura Đông Sơn, que sostuvo una población densa y
organizada, capaz
de producir
una elaborada
industria
de la Edad del Bronce.
El
cultivo intensivo de arroz húmedo en un clima realmente ideal,
permitió a estas comunidades agrícolas producir un excedente de
cosecha regular, que fue utilizado por la élite gobernante para
reunir, comandar y pagar la fuerza laboral necesaria para llevar a
cabo proyectos públicos de construcción y mantenimiento, como es el
caso de fortificaciones y canales.
Aunque
el cultivo de mijo y arroz se introdujo en torno a 2000 a.e.c., la
caza y la recolección siguieron siendo un aspecto relevante del
suministro de alimentos, en especial en las zonas boscosas y
montañosas del interior. Un buen número de comunidades tribales de
los colonos aborígenes australo-melanesios continuaron con un estilo
de vida de sustento mixto hasta bien entrado el período moderno.
Muchas áreas en el sudeste asiático participaron, además, en la
Ruta Marítima de Jade, una diversificada red comercial orientada en
el mar, que funcionó durante tres milenios, específicamente entre
2000 a.e.c. y 1000.
La
producción de cobre y bronce más antigua conocida en el sudeste
asiático se encontró en el sitio de Ban Chiang, en el noreste de
Tailandia y entre la cultura Phung Nguyen, del norte de Vietnam,
datadas alrededor de 2000 a.e.c.
La
cultura Dong Son estableció una tradición de producción de bronce
y la fabricación de objetos de bronce y hierro cada vez más
refinados, como hachas, hoces y arados, así como flechas y puntas de
lanza encastradas además de pequeños artículos ornamentales. Hacia
la mitad del primer milenio a.e.c., se produjeron tambores de bronce
grandes, de gran calidad y y minuciosamente decorados. Es una
industria de procesamiento de metales sofisticada, desarrollada
localmente, sin ninguna influencia china o india.
Por
su parte, entre 1000 a.e.c. y 100, la cultura Sa Huỳnh floreció a
lo largo de la costa centro y sur de Vietnam. Se han descubierto
entierros de vasijas cerámicas, que incluían ajuar funerario, en
varios lugares a lo largo de todo el territorio. En la costa o en las
proximidades de ríos, se depositaron aretes hechos de jade,
artículos de vidrio y objetos de metal entre voluminosas tinajas de
terracota de paredes delgadas, ollas ornamentadas y coloreadas.
La
cultura Buni es la denominación de otro de los primeros centros
independientes de producción de cerámica refinada bien documentado,
a partir de la presencia de obsequios funerarios, depositados entre
400 a.e.c. y 100, sobre todo en lugares en la costa noroeste de Java.
Los objetos y artefactos de esta tradición son conocidos por su
originalidad y su notable calidad en las decoraciones incisas y
geométricas.
La
primera y genuina red comercial marítima en el Océano Índico fue
la red austronesia de los pueblos austronesios de la isla del sudeste
asiático, quienes construyeron los primeros barcos oceánicos.
Organizaron rutas comerciales con el sur de la India y Sri Lanka ya
en 1500 a.e.c., dando paso a un intercambio de cultura material
(catamaranes, botes con balancines, botes de tablones cosidos) y
cultivos (plátanos, cocos, caña de azúcar y sándalo). Además
conectaron las culturas materiales de India y China. Conformaban la
mayor parte del componente del Océano Índico de la red de comercio
de especias. Los indonesios, en particular, comerciaban especias,
como la canela y la casia, con África Oriental utilizando
catamaranes y botes estabilizadores y navegando con la ayuda de los
vientos del oeste. Esta red comercial se expandió para llegar hasta
África y la Península Arábiga, lo que dio como resultado la
colonización austronesia de Madagascar en la primera mitad del
primer milenio. La red comercial también incluía rutas comerciales
más pequeñas dentro de la islas del sudeste asiático.
En
el este de Austronesia, existían asimismo varias redes comerciales
marítimas tradicionales. Entre ellas estaba la antigua red de
comercio Lapita de la isla Melanesia, el ciclo comercial de Hiri, el
intercambio de la costa de Sepik y el anillo de Kula de Papúa Nueva
Guinea, los viajes comerciales en Micronesia, entre las Islas
Marianas y las Islas Carolinas (y tal vez también Nueva Guinea y
Filipinas), y las extendidas redes de comercio entre las islas de
Polinesia.
Desde
mediado
el primer milenio antes de la Era, el
comercio terrestre y marítimo en expansión de Asia había
propiciado
una interacción
socioeconómica y había
estimulado la
cultura y la difusión de creencias, principalmente hindúes, en el
seno de la
cosmología regional del sudeste asiático. La expansión comercial
de la Edad del Hierro provocó una remodelación geo estratégica
regional. El sudeste asiático estaba ahora situado en el área
central de convergencia de las rutas comerciales marítimas de la
India y el este de Asia, por
tanto en la
base del crecimiento económico y cultural. Los
mencionados reinos
indianizados,
término acuñado por George Coedès, principados del sudeste
asiático, habían
establecido una prolongada interacción
e
incorporado
aspectos centrales de las instituciones indias, como
el arte de gobernar, la
religiosidad,
la escritura, la epigrafía, la administración,
o
la arquitectura.
Los
primeros reinos hindúes habían
surgido
en Sumatra y Java, seguidos por estados del continente como Funan y
Champa. La adopción selectiva de elementos de la civilización india
y su
adecuada
adaptación , estimularon el surgimiento de estados centralizados y
el desarrollo de sociedades fuertemente
organizadas. Los ambiciosos
líderes locales entendieron
los
beneficios del culto hindú. Gobernar de acuerdo con los principios
morales universales representados en el concepto de devaraja
resultaba
ser más
atractivo que el concepto chino de intermediarios.
Todavía
hoy en día se debate si la influencia india fue propiciada por
comerciantes indios o por los brahmanes, o si los propios
comerciantes marinos del sudeste asiático desempeñaron un rol
central en llevar las concepciones indias al sudeste. Se debate
también la profundidad de la influencia de las tradiciones En unos
casos se ha enfatizado una completa indianización del sudeste
asiático, mientras que en otros se estima que fue limitada y que
afectó únicamente a una pequeña parte de la élite. Lo cierto, en
cualquier caso, es que numerosas comunidades costeras en el sudeste
asiático marítimo adoptaron elementos culturales y religiosos
hindúes y budistas de India, desarrollando complejas políticas
gobernadas por dinastías nativas.
Los
primeros contactos comerciales atestiguados entre el sudeste asiático
y China se fechan en la época de la dinastía china Shang, momento
en que conchas de cauri servían como moneda. Diversos productos
naturales, como los caparazones de tortuga, el marfil, las perlas, el
cuerno de rinoceronte y las plumas de aves llegaron a asimismo a
Luoyang, capital de la dinastía Zhou desde mediado el siglo XI hasta
771 a.e.c. Se ha supuesto que la mayor parte de este intercambio tuvo
lugar en rutas terrestres y únicamente un pequeño porcentaje se
envió en embarcaciones costeras tripuladas por comerciantes malayos
y yue. Las conquistas militares durante la dinastía Han llevarían,
por su parte, a varios pueblos extranjeros dentro del imperio chino.
Entre
el siglo II a.e.c. y el XV, floreció la Ruta Marítima de la Seda,
conectando China, el sudeste asiático, el subcontinente indio, la
península arábiga, Somalia y todo el trayecto hasta Egipto y,
finalmente, Europa. Esta Ruta Marítima de la Seda fue establecida y
operada esencialmente por marineros austronesios en el sudeste
asiático, así como por comerciantes persas y árabes en el Mar
Arábigo. La Ruta se desarrolló a partir de las previas redes de
comercio de especias austronesias de los isleños del sudeste
asiático con Sri Lanka y el sur de la India (establecidas entre 1000
y 600 a.e.c.), así como del comercio de artefactos propios de la
industria del jade en el Mar de China Meridional, hacia 500 a.e.c.
Durante mucho tiempo, las talasocracias austronesias controlaron el
flujo de la Ruta Marítima de la Seda, especialmente las entidades
políticas alrededor del Estrecho de Malaca y Bangka, la península
malaya y el delta del Mekong. La ruta influyó en la expansión
temprana del hinduismo y el budismo hacia el este. Posteriormente, a
partir de la dinastía Song, China construyó sus propias flotas,
participando directamente en la ruta comercial hasta el colapso de la
dinastía Qing.
Los
gobernantes locales, al principio, se beneficiaron de la introducción
del hinduismo porque mejoraba enormemente la legitimidad de su
reinado. El proceso de difusión religiosa hindú tal vez deba
atribuirse a iniciativas de jefes locales. Por su parte, las
enseñanzas budistas, que llegaron casi simultáneamente al sudeste
asiático, llegaron a ser más atractivas para las demandas de la
población en general, en tanto que abordan asuntos humanos
concretos. El emperador Asoka iniciaría los proyectos misioneros con
la intención de enviar monjes, diplomáticos y peregrinos
capacitados al extranjero para propagar el budismo, incluyendo un
considerable corpus de tradiciones orales, literatura e
iconografía.
Entre
los siglos V y XIII, el budismo floreció en el sudeste asiático. En
el siglo VIII, el reino budista de Srivijaya emergió como una
potencia comercial en el sudeste asiático marítimo central y, hacia
el mismo período, la
dinastía Shailendra de Java promovió el arte budista, que encontró
su expresión más sobresaliente
en la fastuosa estupa de
Borobudur. Las ideas del
budismo Mahayana indio,
pues
el budismo Theravada original ya había sido reemplazado en
India, se afianzaron en el
sudeste asiático. Sin embargo, una forma pura de las enseñanzas del
budismo Theravada se conservaría
en Sri Lanka desde el siglo
III. Serían precisamente
peregrinos y monjes errantes
de Sri Lanka los que
introducirían
el budismo Theravada en el Imperio Birmano,
en el
Reino siamés de Sukhothai, en Laos, así
como en Vietnam y el sudeste
asiático insular.
Prof. Dr. Julio López Saco
UM-AEEAO-AHEC-UFM, junio, 2025.