Imágenes, de arriba
hacia abajo: el dios Visnú con su esposa Laksmi, en un relieve de Khajuraho; y escultura
de la deidad-mono Hanuman bhairava, Bhaktapur.
El
texto conocido como Vastu-Sutra Upanisad,
elaborado en Orissa y probablemente datado en el siglo X, enumera una serie de
elementos, nueve en concreto, que definen y facilitan el reconocimiento de las
deidades en los repertorios escultóricos. Se trata de los ornamentos, los
gestos, la postura, las armas, las divinidades secundarias que acompañan a la
principal, la montura, la composición de los elementos en el conjunto, los
enemigos o anti dioses y los devotos. Las medidas y las proporciones de las
imágenes son de especial relevancia, en virtud de que el escultor tiene como
misión principal proporcionar a la deidad una forma particular (rupa) en la que se pueda materializar.
La significación de tal acción estriba en el hecho de que los devotos creen que
la divinidad reside en realidad en la estatua.
En
los tratados de prescriben tres posiciones, que se ven claramente reflejadas en
la iconografía. La primera de ellas es de pie. En este caso destaca la
frontalidad, si bien las caderas se suelen curvar, sobre todo en las figuras
divinas femeninas, y las piernas pueden adoptar posiciones diversas; la segunda
es la sedente, con dos modalidades imperantes y frecuentes, la postura del loto
y la postura del héroe; y la tercera es la acostada o tumbada, como son los
casos del Visnú Narayana, la posición cadáver de Siva y la célebre posición del
Buda en paranirvana. Las
gesticulaciones, por otro lado (denominadas mudras)
de una mano o de ambas, acostumbran expresar una actividad de la deidad, como
la enseñanza o la meditación, además de un signo o una palabra que dirige al
fiel en una suerte de conversación velada y simbólica. La reconocible
multiplicación de diversos miembros del cuerpo, especialmente las piernas, los
brazos o el rostro, tiene como significación precisa la ubicuidad de la deidad
así como su omnipotencia.
Los
atributos, siempre destacados, plasman los mitos que rodean a cada dios. En el
caso de las dos de las deidades habituales de bhakti: para Siva la serpiente, el tambor, el creciente lunar y,
especialmente, el lingam, así como la
flor de loto, la concha, el disco y la maza para Visnú. Las monturas animales,
vehículos divinos, también son visibles, caso del águila Garuda para Visnú, el elefante
para el védico Indra, el pavo para Skanda, el león para la diosa Durga, o el
toro Nandi para Siva.
La
frecuente atomización política en India provocó el surgimiento de diferentes
estilos escultóricos regionales, si bien en torno a la décima centuria de
nuestra era se logró una forma más o menos uniformizada que permanecerá
realmente esclerotizada hasta la actualidad. La forma, en un sentido genérico,
posee un carácter lineal, y no tanto un sentido de plenitud volumétrica. Tal es
así que la figura es concebida por su perfil, resultando grácil, delgada y muy
flexible en todos sus miembros. Las formas de las esculturas femeninas son
redondeadas, más rellenas, pero al mismo tiempo, muy lineales, con voluminosos
miembros y poses suavemente angulares, en las que destacan sobremanera las
contorsiones corporales. Las caras, por su lado, presentan ojos almendrados,
las piernas se muestran rígidas y dobladas ligeramente hacia atrás, mientras
que las narices se observan afiladas.
Ya
desde el siglo X la escultura desarrollará una tendencia a generar imágenes de
pequeño tamaño, específicamente en materiales como el bronce y la madera, que
sustituyen a la piedra y la terracota, materiales más clásicos. La escultura de
deidades, con sus convencionales y rígidos códigos, hará que la estatuaria se
emparente con la danza y el teatro, al igual que pasará con la pintura.
Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, agosto, 2019.