3 de mayo de 2017

La organización del ejército romano: las reformas de Servio Tulio, Marco Camilo y Cayo Mario




Imágenes, de arriba hacia abajo: un casco coolus romano, hecho en bronce, de fines de la República; otro casco romano, esta vez montefortino, de origen celta. Hecho en bronce, fue el casco más usado por el ejército desde el siglo III a.e.c.; y  un fragmento de cota de malla romana, hallada en Northeim, distrito norte de Göttingen.
  
El ejército fue un real instrumento de expansión que Roma empleó para llevar a cabo sus conquistas y para posteriormente mantener el ordenamiento imperial. Fue un evidente vehículo de romanización, que aprovechó el trazado de las vías, así como un  medio de trasmisión entre culturas dispares y los valores de la romanidad.
El más arcaico ejército romano, el de la etapa monárquica, se estructuraba a partir de levas, de ahí el concepto de legión, como reunión de reclutas. Dicha organización arcaica se fundamentaba en la división social romana (patricios y plebeyos) así como en los vínculos clientelares. La organización militar comenzaba en la Curia, cada una de las cuales estaba formada por una decena de caballeros y cien infantes. La leva legionaria estaba compuesta de una treintena de curias, arrojando como resultado un total de tres mil soldados de caballería y un centenar de caballería por cada legión,
Fue el rey Servio Tulio el que estableció una serie de fundamentos, en forma de reformas, que sirvieron de base para ejecutar el reclutamiento y organizar el ejército romano.
La edad para la recluta oscilaba entre los diecisiete y los sesenta años. Los más jóvenes, hasta los cuarenta y seis de edad se denominaban iunores, mientras que los más viejos recibían la denominación de seniores. Los soldados, según sus posibilidades pecuniarias, se encargaban de sufragar sus propias panoplias militares. En esta época el ejército aparecía dividió en clases y centurias. La infantería estaba formada por cinco clases. Tres de esas clases tenían que aportar las tropas de la infantería pesada, mientras que las dos restantes las de la infantería ligera. Además, había que sumar dieciocho centurias ecuestres. Aquellas centurias de componentes menos pudientes configuraban los cuerpos de músicos militares, ingenieros y otra serie de funciones auxiliares.
Servio Tulio organizó la legión con un contingente de cuatro mil quinientos soldados. En la misma,  los infantes con armadura pesada sumaban tres mil, los infantes ligeros unos mil doscientos y los jinetes (celeres) eran trescientos. La organización táctica por excelencia fue la falange (seis filas en línea de combate).
Aunque con la República el ejército mantuvo una organización semejante, sin embargo se produjeron dos novedades relevantes. La primera de ellas es que el mando del ejército pasó del rex a los dos cónsules (cada uno de ellos a cargo de un par de legiones); la segunda, la formalización de un servicio de indemnización (el stipendium) dirigido a los campesinos que debían abandonar sus labores en el campo para participar en el ejército.
Camilo[1] lleva a cabo una nueva reforma, por la cual crea una nueva unidad táctica de infantería pesada, denominada manípulo (ciento veinte hombres divididos en dos centurias de sesenta soldados cada una). Se organizaron veintiún manípulos en cuatro líneas. En la primera de estas líneas había seis manípulos (1200 soldados), llamados hastati, una infantería ligera conformada por jóvenes de pocos recursos económicos. La segunda y tercera líneas eran las de la infantería pesada, conformada por otros seis manípulos (cada una) de Principes. La cuarta y última línea la formaban los Triarii, tres manípulos, con seiscientos legionarios veteranos de infantería, tanto ligera como pesada. Estos últimos solamente entraban en combate en caso de extrema necesidad. La formación se completaba como los velites; esto es, tropas auxiliares con armas ligeras (venablos) y con escasa armadura. Al margen, también había algunos cuerpos más, de exploración y de apoyo logístico. La caballería legionaria estaba compuesta por tres centenas de jinetes, repartidos en una decena de escuadrones, las turmas[2] (turmae).
Cayo Mario, cónsul varias veces entre 105 y 85 a.e.c., llevó a cabo una duradera reforma militar. En esencia, los aspectos destacados de la reforma fueron los siguientes. En primer término, el reclutamiento del legionario se lleva a cabo por  dieciséis años de servicio; en segundo lugar, las legiones ahora no se diferencian entre sí por el origen de las levas o su procedencia, sino por su nombre; en tercer lugar, el legionario obtiene un sueldo y recibe de parte del Estado romano el equipo militar reglamentario: casco, cota de mallas, la espada corta o gladius, scutum, pilum o jabalina, calzado, la túnica, los calzones, las caligae o sandalias hechas en cuero y una manta; en cuarto lugar, el ejército modifica su composición, pues la unidad táctica ahora será la cohorte (seiscientos soldados). Cada cohorte estará conformada por un manípulo de hastati, otro de principes y otro más de triarii. Cada legión se formará, en consecuencia, de diez cohortes a las que se adicionarán mil soldados de caballería mercenaria. En tal sentido, cada legión estará formada por unos siete mil hombres.
En resumidas cuentas, lo principal es que desde Mario el ejército se profesionaliza y depende del Estado. Se pasa de un ejército con participación campesina a otro profesionalizado.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB. FEIAP, Granada. Mayo, 2017



[1] Marco Furio Camilo (hacia 445-365 a.e.c.), quien fue considerado por la tradición como el segundo fundador de Roma.
[2] En la época republicana las unidades de caballería romana recibieron el nombre de Alas, las cuales, a su vez, se dividieron en turmas de treinta y dos hombres cada una. Un ala quingenaria estaba formada por dieciséis turmas (quinientos doce legionarios), mientras que un ala miliaria constaba de veinticuatro turmas con un total de setecientos sesenta y ocho soldados. Cada turma era comandada por un decurión.

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