Esta
vasija, una crátera de columnas ática de figuras rojas, atribuida al Pintor de
Orfeo (440 a.e.c.), que fue encontrada en una tumba en Gela, en Sicilia,
muestra al cantante mítico Orfeo sentado sobre una roca y tocando la lira.
Tiene su cabeza ligeramente levantada, como si estuviera en trance, y su boca
entreabierta, lo cual indica que está cantando. Su cabeza aparece coronada con hiedra.
Según las píticas de Píndaro, Orfeo era hijo de Apolo, dios del arte de la
escritura y el canto, y de la musa Calíope. Esta conexión con Apolo resulta ser
figurativa y tangencial, ya que otras fuentes aseguran que su padre es Eagro,
el rey tracio.
Orfeo
habría nacido, por tanto, en Tracia. En la crátera, las figuras que rodean al
cantante llevan adornos tracios y unas capas hechas de piel de zorro. Sin
embargo, Orfeo es representado con cabellos y vestimentas griegas. Su juventud,
belleza y el instrumento musical lo convierten en una reminiscencia de Apolo,
en tanto que la corona de hiedra lo asocia con Dioniso, cuyo culto se supone
que el mismo Orfeo habría iniciado. De acuerdo a Esquilo, citado en el
Pseudo-Eratóstenes, el dios Dioniso sería también responsable de su muerte,
quien lo habría castigado con una terrible muerte: sus seguidoras femeninas le
despedazan, y únicamente su cabeza llega a la isla de Lesbos, en donde se
erigiría un templo y se fundaría un oráculo en su honor.
En
el kylix ático de figuras rojas, de
Vulci, datado entre 440-430 a.e.c. y atribuido al Pintor de Codro, se observa
un templo en el centro de la composición, representado por una columna dórica
con un arquitrabe y un friso que presenta triglifos. A la izquierda se sienta
una mujer vestida con túnica sobre un alto trípode. La hallamos mirando absorta
una vasija de libación que mantiene sujeta con su mano izquierda, en tanto que
en la derecha tiene una pequeña rama de laurel. A su derecha, un hombre
barbado, en digna pose, permanece de pie, con una corona de laurel y una tainia alrededor de su cabeza. Mira con
expectación a la mujer sentada. Las inscripciones señalan que se trata de Temis
y de Egeo, rey de Atenas y padre del héroe Teseo.
Se
nos muestra el oráculo délfico, ya que la rama de laurel se refiere
simbólicamente al dios Apolo. Debe recordarse que según el mito, la Pitia se
sentaba sobre una fisura en el suelo de la que emanaban vapores, gracias a los
cuales recibía alucinatorios mensajes, luego escritos como pronunciamientos
oraculares por el oficiante o sacerdote. Las más antiguas tradiciones señalaban
que la Pitia debía de ser virgen, aunque con posterioridad el cargo fue
desempeñado por mujeres ancianas. El nombre de la Pitia aquí, Temis, se
relaciona a la titán que conocía el futuro y que Hesíodo menciona como uno de
los doce titanes de la primera generación. Como señora de la ley divina
(también de la justicia), había recibido el oráculo de su madre, Gea, que luego
cede a Apolo. La pregunta que se supone le hace Egeo a la Pitia probablemente
tendría que ver con el deseo de tener un hijo (debemos inferir, Teseo).
Además
de la gente que buscaba consejo acerca de asuntos privados, también comandantes
del ejército y reyes planteaban cuestionamientos políticos a la Pitia, quien
requería suntuosas ofrendas sacrificiales (para la cuales se construían
casas-tesoro). Tal hecho muestra el relevante carácter de este oráculo
panhelénico.
Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, septiembre del 2020.
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