Estos
denominados “ídolos” de Perdigões (sur de Portugal), conforman cerca de veinte
pequeñas estatuillas zoomorfas y antropomorfas hechas en marfil, cuya datación
se establece entre los estadios culturales del Neolítico y la Edad del Bronce.
El contexto de su hallazgo parece implicar que pudieron tener una función
funeraria, pues fueron hallados en un contexto de deposición de restos de
cremaciones humanas. El relevante hecho de que hayan sido elaboradas en un material
como el marfil parece demostrar que a mediados del III Milenio a.e.c. ya
existían rutas comerciales de productos exóticos que se conectaban con la
Península Ibérica. Entre las diferentes piezas destaca un báculo, interpretado
como una suerte de bastón ultramundano, un diminuto elefante, un ave y un
significativo conjunto de ídolos antropomorfos muy estilizados. La figurilla
del elefante muestra que tales piezas probablemente fueron, al igual que la
materia prima, de importación.
Los
ídolos antropomórficos podrían suponer una representación simbólica relacionada
con la aparición de elites, lo cual es un indicio de jerarquización. También es
posible que estos ídolos o rostros prehistóricos se relacionasen con la
representación de ancestros colectivos. En algunos de los ejemplos presentan
líneas en zigzag, que pueden interpretase como tatuajes. En otros casos,
mantienen un objeto, de difícil interpretación. Unos pocos indican el sexo.
Como en el caso de las figuras en hueso o cerámica de contextos neolíticos y
calcolíticos del sur de España, en general se trata de representaciones
naturalistas del cuerpo humano, en el que destacan unos grandes ojos.
Un
aspecto que pudiera tener especial valor es el de su pose. La postura de las
figuras es formal, con los brazos cerca del torso o sobre el abdomen, y con las
piernas bastante juntas. No se sugiere movimiento ni posiciones relajadas. Su
postura parece que sigue un patrón canónico. Estos cuerpos pueden haber sido
medios para construir una ideológica realidad de similitud a la que las
personas responderían restringiendo la diversidad. Podrían estar subrayando una
nueva realidad; una versión de la realidad sugerida y aceptada como alternativa
no real, como parece inferirse de las posturas, los gestos y la ausencia de
movimiento. La pose estricta, rígida y normalizada pudo contribuir a una
específica apropiación de prácticas sociales y expresiones de autoridad en un
escenario concreto. Las proporciones corporales no siempre fueron respetadas.
Es
el caso específico de las cabezas, muy alargadas, en cuerpos bien
proporcionados. Su carácter no fragmentado puede ser una referencia a la
necesidad de la integridad del cuerpo como requisito imprescindible para llevar
a cabo una activa función social, siendo esto una metáfora de durabilidad y
estabilidad, a diferencia de la figuración fragmentada de muchas otras
figurillas del Neolítica europeo, cuya fracturación simbolizaría la
materialidad transformable y efímera.
En
el tránsito del Neolítico al Bronce, que supone la emergencia de un nuevo orden
social e ideológico, la aparición de representaciones realistas del cuerpo
humano en posturas canónicas, pudo ser debida a la necesidad de reproducir
afirmaciones ideológicas de probable naturaleza socio-política (el tono realista
incrementa la sensación de poderío). Combinando naturalismo con posturas
emblemáticas se establecería, en consecuencia, un canal comunicativo de
probables significados convencionales. Serían, pues, representaciones que
materializarían un conjunto de prácticas normalizadas que crearían determinadas
referencias de comportamiento.
Prof. Dr. Julio López Saco
UM-FEIAP, mayo, 2019.
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