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29 de agosto de 2025

Arte y mito del sudeste de Asia II: mantel de altar malayo

En este mantel de altar bordado de Penang, Malasia, llamado tok wie en varios lugares del sudeste asiático, como Vietnam, los ocho inmortales taoístas están representados sobre el recuadro superior de la pieza. Son dos mujeres y seis hombres que ganaron la inmortalidad siguiendo a rajatabla los principios taoístas y teniendo cada uno de ellos coloridas aventuras en sus diversos viajes. Individualmente se identifican por varios atributos iconográficos.

Las tres figuras centrales personifican la longevidad, la prosperidad y la felicidad. Las tres, originalmente chinas, son conocidas en Viernam como Phuc (prosperidad), Loc (felicidad) y Tho (larga vida). La idea de longevidad, central en las ideas taoístas, afectó al arte en Vietnam de dos formas; una en la prevalencia de motivos talismánicos diseñados para repeler la mala fortuna y las enfermedades y así prevenir una muerte prematura; la otra, por medio de símbolos referidos en específico a la larga vida, en especial en las tallas en piedra.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-AEEAO-AHEC-UFM, agosto, 2025.

 


25 de agosto de 2025

Arte y mito del sudeste de Asia: batik indonesio

La imagen que aquí se muestra corresponde a una vestimenta batik de la localidad de Cirebon, en Java occidental, Indonesia. Es un notable ejemplo de sincretismo en el arte del sudeste de Asia. Se representa el motivo de los jardines perfumados, lugar en donde meditaba el sultán. En los jardines se construían paisajes rocosos, pero lo más interesante de todo, fruto de la imaginación (al margen de la presencia de los leones), es el tema o motivo peksinagaliman que deriva de las tradiciones hindúes e islámica.

Se refiere a una bestia mitológica compuesta que fusiona elementos de varias fuentes. Tiene el cuello de una serpiente Naga descrita, a veces, como un dragón chino; el tronco de un elefante, entendido como una referencia al hinduismo; y las alas de un Bouraq, criatura con cabeza de mujer, cuerpo de caballo y alas y cola de pavo real, encargado de llevar al profeta Mahoma al cielo. Esta singular sincretismo religioso e iconográfico es característico del arte de esta zona de Indonesia en el sudeste asiático insular.

Otro motivo interesante en los batik es el diseño en nubes (megamendung), relacionado con el emperador celestial chino y el dios védico Indra, entronizado en sus montañas en las nubes.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-AEEAO-AHEC-UFM, agosto, 2025.

 

16 de junio de 2025

Prehistoria e historia antigua del Sudeste de Asia






Imágenes, de arriba hacia abajo: tambor de la cultura Dong Son, datado en torno a 600 a.e.c., de Vietnam. Museo Guimet de París; ejemplares cerámicos de la cultura Buni, en la costa occidental de Java (400 a.e.c a 100). Museo Nacional de Indonesia, Jakarta; Buda coronado en Abhaya Mudra (postura de disipación del temor), y con la rueda de la Ley en las palmas de las manos. Jemer, en el estilo de Angkor Wat; relieves en el templo de Bayon, Angkor Thom, Camboya; escultura en piedra de Buda en Dhyana Mudra, meditando bajo el árbol Bodhi entre dos estupas, Tailandia; y mapa de las rutas de expansión del hinduismo desde India hasta el sudeste de Asia.

Desde una perspectiva geográfica, se pueden identificar dos sub regiones distintas en el sudeste de Asia. De una parte, el sudeste asiático continental (o Indochina), y de la otra el sudeste asiático marítimo (o insular). El continental comprende Camboya, Laos, Myanmar (antigua Birmania), Malasia peninsular, Tailandia y Vietnam, mientras que el sudeste asiático marítimo comprende Brunei, las islas Cocos (Keeling), la isla Christmas, Malasia oriental, Timor Oriental, Indonesia, Filipinas y Singapur. Existen numerosas designaciones históricas antiguas desde la óptica asiática para la región, aunque ninguna es geográficamente consistente entre sí. Los nombres que hacen referencia al sudeste asiático incluyen Suvarnabhumi o Sovannah Phoum (Tierra Dorada) y Suvarnadvipa (Islas Doradas), en la tradición india, las Tierras bajo los Vientos, en Arabia y Persia, Nanyang (Mares del Sur) para los chinos y Nanyo en Japón. El mapa mundial del siglo II creado por Ptolomeo de Alejandría nombra a la Península Malaya como Avrea Chersonesvs, (Península Dorada).

El término moderno de Sudeste de Asia fue empleado por primera vez en 1839 por el pastor estadounidense Howard Malcolm en su libro Viajes por el sudeste de Asia. Malcolm solo incluyó la sección continental, excluyendo la sección marítima en su definición. El vocablo se usó oficialmente para designar el área de operación (el Comando del Sudeste Asiático, SEAC) para las fuerzas angloamericanas en el Teatro del Pacífico de la Segunda Guerra Mundial, desde 1941 hasta 1945.

Durante el Paleolítico, la región estaba ya habitada por Homo erectus desde hace 1,5 millones de años, durante el Pleistoceno Medio. Distintos grupos de Homo sapiens, ancestros de las poblaciones del este de Eurasia, así como poblaciones del sur de Eurasia, relacionadas con Papúa, llegaron a la zona entre 70000 y 50000 A.P. Estos inmigrantes pudieron haberse fusionado y reproducido, hasta cierto punto, con los miembros de la población arcaica de Homo erectus, tal y como sugieren los descubrimientos de fósiles en la cueva Tam Pa Ling. Análisis de datos de conjuntos de herramientas de piedra y descubrimientos de fósiles de Indonesia, el sur de China, Filipinas, Sri Lanka y, más recientemente, Camboya y Malasia, ha posibilitado el establecimiento de rutas migratorias de Homo erectus, con episodios de presencia desde hace 120000 años. No obstante, ciertos y relevantes hallazgos aislados son mucho más antiguos, datándose en hace 1,8 millones de años. El Hombre de Java (Homo erectus erectus) y el Homo floresiensis atestiguan una presencia regional sostenida así como un aislamiento durante el tiempo suficiente para generar una notable diversificación de las características específicas de la especie. En las cuevas de Borneo se ha descubierto arte rupestre o parietal de hace 40000 años, siendo actualmente uno de los más antiguos del mundo.

Homo floresiensis vivió en el área hasta hace al menos 50000 años, después de lo cual se extinguió. Durante gran parte de ese tiempo, las islas actuales del oeste de Indonesia se unieron en una sola masa de tierra conocida como Sundaland debido a niveles más bajos del mar.

Los restos antiguos de cazadores-recolectores en el sudeste marítimo de Asia, como el caso de un ejemplar de cazador-recolector del Holoceno de Sulawesi del Sur, muestran una ascendencia tanto del linaje del sur de Eurasia (representado por papúes y aborígenes australianos) como del linaje de Eurasia oriental, representado por asiáticos orientales. Este individuo cazador-recolector tenía aproximadamente en torno al 50% de ascendencia basal-oriental asiática, siendo ubicado entre los asiáticos orientales modernos y los papúes de Oceanía. Se ha concluido que la ascendencia relacionada con el este asiático se expandió desde el sudeste continental hasta el sudeste asiático marítimo mucho antes de lo que se sugería con anterioridad, ya hacia 25000 A.P., mucho antes de la expansión de los grupos austroasiáticos y austronesios.

Recientemente se descubrió que la ascendencia distintiva de Eurasia oriental se originó en el sudeste asiático continental en torno a 50000 A.P., y se expandió a través de múltiples oleadas de migración hacia el sur y el norte, respectivamente. El flujo genético de la ascendencia de Eurasia oriental hacia el sudeste marítimo de Asia y Oceanía podría estimarse en 25000 (si bien posiblemente antes desde el 50000 A.P). Las poblaciones pre neolíticas del sur de Eurasia del sudeste asiático marítimo fueron reemplazadas en gran medida por la expansión de varias poblaciones del este de Eurasia, comenzando alrededor del 25000 desde el sudeste asiático continental. El sudeste asiático estaba, con seguridad, dominado por ascendencia relacionada con el este de Asia hace 15000 años, antes de la expansión de los pueblos austroasiáticos y austronesios.

Las caídas del océano de hasta 120 metros por debajo del nivel actual durante los períodos glaciales del Pleistoceno revelaron las vastas tierras bajas conocidas como Sundaland, lo que permitió a las poblaciones de cazadores-recolectores acceder libremente al sudeste asiático insular a través de extensos corredores terrestres. La presencia humana moderna en la cueva de Niah, en el este de Malasia, se remonta a 40000 años antes del presente, aunque la documentación arqueológica del período de asentamiento temprano sugiere únicamente breves fases de ocupación. Sin embargo, investigadores y estudiosos como Charles Higham argumentan que, a pesar de los períodos glaciales, los humanos modernos pudieron cruzar la barrera del mar más allá de Java y Timor, quienes hace unos 45000 años dejaron huellas en el valle de Ivane, al este de Nueva Guinea, a una altitud de 2000 metros, explotando productos como ñame y pandanos, cazando y fabricando herramientas de piedra entre hace 49000 y 43000 años.

La vivienda más antigua fue descubierta en Filipinas. Se encuentra en las cuevas de Tabon y se remonta a aproximadamente 50000 años A.P. Los artículos encontrados allí, como tinajas funerarias, loza, adornos de jade y diversas joyas, herramientas de piedra, huesos de animales y fósiles humanos, datan de hace 47000 años antes del presente. Los restos humanos desenterrados tienen, por su parte, aproximadamente 24000 años.

Se pueden discernir signos de una tradición temprana Hoabinhiana, nombre otorgado a una industria y continuidad cultural de herramientas de piedra y artefactos de adoquín en escamas que aparece alrededor de 10000 A.P. en cuevas y refugios rocosos, descritos por primera vez en Hòa Bình, Vietnam. Más tarde también se han documentado en Terengganu, Malasia, Sumatra, Tailandia, Laos, Myanmar, Camboya y Yunnan, en el sur de China. La investigación enfatiza variaciones considerables en la calidad y naturaleza de estos artefactos, influenciadas por las condiciones ambientales específicas de la región y la proximidad y el acceso a los recursos locales. No obstante, es notable que la cultura Hoabinhiana represente los primeros entierros rituales verificados en el sudeste asiático.

El Neolítico, por su parte, se caracterizó por la presencia de varias migraciones hacia el continente y las islas del sudeste asiático desde el sur de China por parte de hablantes de austronesio, austroasiático, kra-dai y hmong-mien. El evento de migración más extendido fue la expansión austronesia, que comenzó alrededor del 5500 a.e.c. desde Taiwán y la costa sur de China. Debido a la temprana invención de los botes estabilizadores oceánicos y de los catamaranes de viaje, los austronesios colonizaron con celeridad las islas del sudeste asiático, antes de extenderse más hacia Micronesia, Melanesia, Polinesia, Madagascar y las Comoras. Dominaron las tierras bajas y las costas de la isla del sudeste asiático, vinculándose en relaciones de parentesco con los pueblos indígenas Negrito y Papua en diversos grados, dando lugar a los isleños modernos del sudeste asiático, micronesios, polinesios, melanesios y malgaches.

La ola de migración austroasiática centrada en los mon y los jemeres, que se originan, a su vez, en el noreste de la India, llegan alrededor del año 5000 a.e.c. y se identifican con el asentamiento en las amplias llanuras aluviales ribereñas de Myammar, Indochina y Malasia.

Las primeras sociedades agrícolas en la región corresponden a una suerte de principados territoriales, tanto en el sudeste asiático insular como continental, que han sido caracterizados como reinos agrarios que, alrededor del 500 a.e.c., habían desarrollado una economía centrada en el cultivo excedente y el comercio costero moderado de productos naturales domésticos. Diversos estados de la zona malaya-indonesia compartían estas características con entidades políticas indochinas como las ciudades-estado de Pyu, en el valle del río Irrawaddy, Van Lang, en el delta del río Rojo y Funan alrededor del bajo Mekong. Văn Lang, fundada en el siglo VII a.e.c. perduró hasta 258 a.e.c. bajo el gobierno de la dinastía Hồng Bàng, como parte de la cultura Đông Sơn, que sostuvo una población densa y organizada, capaz de producir una elaborada industria de la Edad del Bronce.

El cultivo intensivo de arroz húmedo en un clima realmente ideal, permitió a estas comunidades agrícolas producir un excedente de cosecha regular, que fue utilizado por la élite gobernante para reunir, comandar y pagar la fuerza laboral necesaria para llevar a cabo proyectos públicos de construcción y mantenimiento, como es el caso de fortificaciones y canales.

Aunque el cultivo de mijo y arroz se introdujo en torno a 2000 a.e.c., la caza y la recolección siguieron siendo un aspecto relevante del suministro de alimentos, en especial en las zonas boscosas y montañosas del interior. Un buen número de comunidades tribales de los colonos aborígenes australo-melanesios continuaron con un estilo de vida de sustento mixto hasta bien entrado el período moderno. Muchas áreas en el sudeste asiático participaron, además, en la Ruta Marítima de Jade, una diversificada red comercial orientada en el mar, que funcionó durante tres milenios, específicamente entre 2000 a.e.c. y 1000.

La producción de cobre y bronce más antigua conocida en el sudeste asiático se encontró en el sitio de Ban Chiang, en el noreste de Tailandia y entre la cultura Phung Nguyen, del norte de Vietnam, datadas alrededor de 2000 a.e.c.

La cultura Dong Son estableció una tradición de producción de bronce y la fabricación de objetos de bronce y hierro cada vez más refinados, como hachas, hoces y arados, así como flechas y puntas de lanza encastradas además de pequeños artículos ornamentales. Hacia la mitad del primer milenio a.e.c., se produjeron tambores de bronce grandes, de gran calidad y y minuciosamente decorados. Es una industria de procesamiento de metales sofisticada, desarrollada localmente, sin ninguna influencia china o india.

Por su parte, entre 1000 a.e.c. y 100, la cultura Sa Huỳnh floreció a lo largo de la costa centro y sur de Vietnam. Se han descubierto entierros de vasijas cerámicas, que incluían ajuar funerario, en varios lugares a lo largo de todo el territorio. En la costa o en las proximidades de ríos, se depositaron aretes hechos de jade, artículos de vidrio y objetos de metal entre voluminosas tinajas de terracota de paredes delgadas, ollas ornamentadas y coloreadas.

La cultura Buni es la denominación de otro de los primeros centros independientes de producción de cerámica refinada bien documentado, a partir de la presencia de obsequios funerarios, depositados entre 400 a.e.c. y 100, sobre todo en lugares en la costa noroeste de Java. Los objetos y artefactos de esta tradición son conocidos por su originalidad y su notable calidad en las decoraciones incisas y geométricas.

La primera y genuina red comercial marítima en el Océano Índico fue la red austronesia de los pueblos austronesios de la isla del sudeste asiático, quienes construyeron los primeros barcos oceánicos. Organizaron rutas comerciales con el sur de la India y Sri Lanka ya en 1500 a.e.c., dando paso a un intercambio de cultura material (catamaranes, botes con balancines, botes de tablones cosidos) y cultivos (plátanos, cocos, caña de azúcar y sándalo). Además conectaron las culturas materiales de India y China. Conformaban la mayor parte del componente del Océano Índico de la red de comercio de especias. Los indonesios, en particular, comerciaban especias, como la canela y la casia, con África Oriental utilizando catamaranes y botes estabilizadores y navegando con la ayuda de los vientos del oeste. Esta red comercial se expandió para llegar hasta África y la Península Arábiga, lo que dio como resultado la colonización austronesia de Madagascar en la primera mitad del primer milenio. La red comercial también incluía rutas comerciales más pequeñas dentro de la islas del sudeste asiático.

En el este de Austronesia, existían asimismo varias redes comerciales marítimas tradicionales. Entre ellas estaba la antigua red de comercio Lapita de la isla Melanesia, el ciclo comercial de Hiri, el intercambio de la costa de Sepik y el anillo de Kula de Papúa Nueva Guinea, los viajes comerciales en Micronesia, entre las Islas Marianas y las Islas Carolinas (y tal vez también Nueva Guinea y Filipinas), y las extendidas redes de comercio entre las islas de Polinesia.

Desde mediado el primer milenio antes de la Era, el comercio terrestre y marítimo en expansión de Asia había propiciado una interacción socioeconómica y había estimulado la cultura y la difusión de creencias, principalmente hindúes, en el seno de la cosmología regional del sudeste asiático. La expansión comercial de la Edad del Hierro provocó una remodelación geo estratégica regional. El sudeste asiático estaba ahora situado en el área central de convergencia de las rutas comerciales marítimas de la India y el este de Asia, por tanto en la base del crecimiento económico y cultural. Los mencionados reinos indianizados, término acuñado por George Coedès, principados del sudeste asiático, habían establecido una prolongada interacción e incorporado aspectos centrales de las instituciones indias, como el arte de gobernar, la religiosidad, la escritura, la epigrafía, la administración, o la arquitectura.

Los primeros reinos hindúes habían surgido en Sumatra y Java, seguidos por estados del continente como Funan y Champa. La adopción selectiva de elementos de la civilización india y su adecuada adaptación , estimularon el surgimiento de estados centralizados y el desarrollo de sociedades fuertemente organizadas. Los ambiciosos líderes locales entendieron los beneficios del culto hindú. Gobernar de acuerdo con los principios morales universales representados en el concepto de devaraja resultaba ser más atractivo que el concepto chino de intermediarios.

Todavía hoy en día se debate si la influencia india fue propiciada por comerciantes indios o por los brahmanes, o si los propios comerciantes marinos del sudeste asiático desempeñaron un rol central en llevar las concepciones indias al sudeste. Se debate también la profundidad de la influencia de las tradiciones En unos casos se ha enfatizado una completa indianización del sudeste asiático, mientras que en otros se estima que fue limitada y que afectó únicamente a una pequeña parte de la élite. Lo cierto, en cualquier caso, es que numerosas comunidades costeras en el sudeste asiático marítimo adoptaron elementos culturales y religiosos hindúes y budistas de India, desarrollando complejas políticas gobernadas por dinastías nativas.

Los primeros contactos comerciales atestiguados entre el sudeste asiático y China se fechan en la época de la dinastía china Shang, momento en que conchas de cauri servían como moneda. Diversos productos naturales, como los caparazones de tortuga, el marfil, las perlas, el cuerno de rinoceronte y las plumas de aves llegaron a asimismo a Luoyang, capital de la dinastía Zhou desde mediado el siglo XI hasta 771 a.e.c. Se ha supuesto que la mayor parte de este intercambio tuvo lugar en rutas terrestres y únicamente un pequeño porcentaje se envió en embarcaciones costeras tripuladas por comerciantes malayos y yue. Las conquistas militares durante la dinastía Han llevarían, por su parte, a varios pueblos extranjeros dentro del imperio chino.

Entre el siglo II a.e.c. y el XV, floreció la Ruta Marítima de la Seda, conectando China, el sudeste asiático, el subcontinente indio, la península arábiga, Somalia y todo el trayecto hasta Egipto y, finalmente, Europa. Esta Ruta Marítima de la Seda fue establecida y operada esencialmente por marineros austronesios en el sudeste asiático, así como por comerciantes persas y árabes en el Mar Arábigo. La Ruta se desarrolló a partir de las previas redes de comercio de especias austronesias de los isleños del sudeste asiático con Sri Lanka y el sur de la India (establecidas entre 1000 y 600 a.e.c.), así como del comercio de artefactos propios de la industria del jade en el Mar de China Meridional, hacia 500 a.e.c. Durante mucho tiempo, las talasocracias austronesias controlaron el flujo de la Ruta Marítima de la Seda, especialmente las entidades políticas alrededor del Estrecho de Malaca y Bangka, la península malaya y el delta del Mekong. La ruta influyó en la expansión temprana del hinduismo y el budismo hacia el este. Posteriormente, a partir de la dinastía Song, China construyó sus propias flotas, participando directamente en la ruta comercial hasta el colapso de la dinastía Qing.

Los gobernantes locales, al principio, se beneficiaron de la introducción del hinduismo porque mejoraba enormemente la legitimidad de su reinado. El proceso de difusión religiosa hindú tal vez deba atribuirse a iniciativas de jefes locales. Por su parte, las enseñanzas budistas, que llegaron casi simultáneamente al sudeste asiático, llegaron a ser más atractivas para las demandas de la población en general, en tanto que abordan asuntos humanos concretos. El emperador Asoka iniciaría los proyectos misioneros con la intención de enviar monjes, diplomáticos y peregrinos capacitados al extranjero para propagar el budismo, incluyendo un considerable corpus de tradiciones orales, literatura e iconografía.

Entre los siglos V y XIII, el budismo floreció en el sudeste asiático. En el siglo VIII, el reino budista de Srivijaya emergió como una potencia comercial en el sudeste asiático marítimo central y, hacia el mismo período, la dinastía Shailendra de Java promovió el arte budista, que encontró su expresión más sobresaliente en la fastuosa estupa de Borobudur. Las ideas del budismo Mahayana indio, pues el budismo Theravada original ya había sido reemplazado en India, se afianzaron en el sudeste asiático. Sin embargo, una forma pura de las enseñanzas del budismo Theravada se conservaría en Sri Lanka desde el siglo III. Serían precisamente peregrinos y monjes errantes de Sri Lanka los que introducirían el budismo Theravada en el Imperio Birmano, en el Reino siamés de Sukhothai, en Laos, así como en Vietnam y el sudeste asiático insular.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-AEEAO-AHEC-UFM, junio, 2025.

 

4 de julio de 2022

Cultura Dong Son-Lac Viêt: Edad del Bronce en Vietnam








Imágenes: diversas figurillas humanas, alguna en labores agrarias, un búfalo de agua con un granjero encima, del 500 a.e.c., animal imprescindible en el cultivo del arroz, además de hachas, espadas y tambores hechos en bronce. Una de las más relevantes es la figura (la tercera, de arriba hacia abajo), que configura una lámpara que se conoce con el nombre del "hombre arrodillado".

La cultura Dong Son, mencionada por vez primera por el estudioso R. Heine-Geldern en los años treinta del pasado siglo XX, se desarrolló en el entorno del valle del Río Rojo (Hông Ha) del norte de Vietnam, desde aproximadamente el año 1000 hasta el primer siglo de nuestra era. Última cultura de Van Lang, su influencia se expandió por el sudeste de Asia. Muchas trazas de la cultura se encuentran en las provincias chinas de Guangxi, Yunnan, la isla de Hainan, así como en Tailandia y Laos.

Lac Viêt (Luoyue en chino), se refiere a un grupo multilingüístico conformado por tribus que habitaban el norte de Vietnam a partir del siglo VIII a.e.c. Estas gentes, conocidas por sus tambores en bronce Heger, del tipo I, por cultivar el arroz húmedo, elaborar sistemas de control de aguas e irrigación y construir diques, se denominan, desde la óptica arqueológica, como Dongsonianos, esto es, pertenecientes a la cultura Dong Son. En la mitología de Vietnam, Lac era un gigante, con el cráneo semejante al de un ave, que se les apareció a las tribus del sur de China sirviéndoles de guía en su peregrinar hasta el norte de Vietnam. El ave aparece como decoración en algunos tambores. Según la tradición legendaria, Lac Viêt fundaría un estado llamado Van Lang en el III milenio a.e.c., en un territorio dividido en feudos que serían gobernados por jefes de carácter hereditario. Los señores Lac serían, así, aristócratas hereditarios. El Lüshi Chunqiu menciona Yueluo, como sinónimo de Viêt Lac, probablemente entendido como el nombre de un específico país.

Las mujeres disfrutarían de un elevado estatus en esta sociedad, de carácter matrilocal, en tanto que la pareja casada residiría cerca, o directamente con, los parientes de la esposa. Lac Viêt y Luoyue se han relacionado, como distintos antiguos grupos étnicos, tanto a las modernas gentes Kinh vietnamitas como al pueblo Zhuang del sur de China. No obstante, hay que señalar que los escritores de época Han usaron la denominación como un xenónimo para referirse a una confederación tribal de la antigua Guangxi y el norte de Viernam, gentes a las que consideraban como una variante de los Yue. Sin embargo, Yue y Luoyue son grupos distintos con lenguas diferentes, aunque con prácticas culturales algo parecidas.

Se trata, en esencia, de gentes que pescaban y cultivaban el arroz, criaban cerdos y búfalos de agua, navegando en largas canoas por el río. Pero sobre todo, fueron grandes broncistas, como se ejemplifica en los tambores que abundan en el norte de Vietnam y el sur de China. Es probable que estas gentes hablasen lenguajes austro asiáticos. La cultura, de origen viético, llegó a convertirse, desde una perspectiva lingüística, en el ancestro principal del moderno pueblo vietnamita.

Aunque el trabajo del bronce tuvo sus primeros desarrollos en el sudeste de Asia, la industria del bronce Dong Son tuvo un origen local, equivalente a la cultura Go Mun (entre 700 y 500 a.e.c.), presentando notables piezas como hachas, cuchillos y puntas de lanzas. Los tambores en bronce, arriba mencionados, decorados con músicos, guerreros, aves, escenas del cultivo del arroz, ciervos o diseños geométricos, se empleaban fundamentalmente para la guerra.

Debido a la abundancia de alimentos debido a los propicios recursos agrarios, una parte de la población de esta cultura se dedicaba a la producción cerámica, los textiles, la metalurgia o la construcción. Las creencias tradicionales incluían el culto a la naturaleza, la adoración a la vitalidad masculina y femenina así como a los comportamientos de apareamiento. Se adoraban los árboles, a los antepasados, así como los principales granos cultivados. Muchos pasteles hechos con frutos, hoy habituales, se han hecho legendarios gracias a la cultura oral que proviene de estas épocas.

Las tumbas con presencia de ataúdes con forma de barco son propias de esta cultura. Una de las más famosas apareció en 2004 en la aldea de Dong Xa, provincia de Hung Yen. Probablemente, la peculiar forma del sepulcro simbolice el traslado del fallecido hacia el otro mundo. En el ataúd, con el cadáver completamente vestido, aparecieron algunos artefactos, como piezas de cerámica, además de semillas de plantas.

Prof. Dr. Julio López Saco

UM-AEEAO-UFM, julio, 2022. 

 

21 de mayo de 2018

Escultura budista vietnamita: diosa Quan Am



En la imagen, Quan Am la versión vietnamita del bodhisattva Avalokiteshvara, conocido en China como Guanyin, en donde es una figura femenina desde la época de la dinastía Song (Kannon en Japón). Se trata de una personalidad muy popular debido a sus universales poderes para ayudar a aliviar toda clase de sufrimientos, aquí expresados en los múltiples brazos. La figura posee, en efecto, veinticuatro brazos (con dos de sus manos en el gesto dhyanamudra). Cada uno de ellos tiene diferentes atributos, que incluyen una flor de loto, un disco (chakra), una concha de molusco, un rayo (vajra), un vaso, una campana y varias cuentas de oración. Sus ojos están cerrados, en meditación, en tanto que su serena expresión se refleja en la simetría del cuerpo. La figura está cubierta de laca. La cara, partes del cuerpo y las manos mantienen restos de pintura de oro, mientras que otras zonas se decoraron con hojas de oro de tonos naranja. En el siglo II, Hanoi era ya un centro budista reconocido. El ideal del Bodhisattva proporcionaba una imagen compasiva a los gobernantes que se asociaban al budismo Mahayana. En Vietnam, durante la dinastía Ly (siglos XI-XIII), el budismo se convirtió en una religión de estado, de modo que tanto templos como monasterios recibieron patrocinio estatal. Sin embargo, el auge del confucianismo en la elite provocó su posterior declive. La pieza se encuentra a resguardo en el Museo de Civilizaciones Asiáticas de Singapur.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB. FEIAP-UGR. 

29 de mayo de 2017

Influencias religiosas, literarias y artísticas de la antigua India en Tailandia (II)


  
Imágenes: arriba, el gran Buda sentado del templo del Wat Si Chum; abajo, una perspectiva general del Templo de Phimai.


Un gran porcentaje de la población tailandesa, en torno al noventa por ciento del total, es budista. Fueron los comerciantes y misioneros los que jugaron un papel relevante en la diseminación del mensaje del Buda. Al margen de algunas creencias, que sitúan el enraizamiento del budismo en Tailandia en la época del Buda mismo, lo cierto es que su penetración de produjo durante el predominio de la dinastía maurya del rey Asoka en India (273-235 a.e.c.).
El contacto de India con Tailandia puede retrotraerse al siglo IV a.e.c., como se ha evidenciado en las excavaciones del sitio de enterramiento de la Edad del Hierro de Ban Don Ta Phet. En sitios antiguos como Ban Chieng, Ban Na Di, Non Muang y Ban Tha Kea, han aparecido rosarios de vidrio.
Las primeras evidencias del budismo en Tailandia se encuentran en los peines de marfil que contienen motivos iconográficos budistas del arte de la escuela de Amaravati. El reino Mon de Dvaravati, por su parte, presenta sitios budistas en los que se han descubierto imágenes del Iluminado. 
En los siglos III y IV los misioneros búdicos Theras Sona y Uttara llegaron a Suvarnabhumi, cuya capital estaba ubicada en Nakon Pathom, para difundir la fe budista. Este evento primordial fue conmemorado con la construcción de la gran estupa de Pathom Chedi. En el siglo VII se constata una segunda fase en relación a la presencia del budismo en Tailandia, cuando se verifica la presencia del budismo del Mahayana en el sur del país. Una fase posterior, la tercera, se conoce como la del budismo Theravada Pukam (Pagan). Esta escuela o corriente fue introducida en el siglo XI procedente de Thaton, la capital Mon, aunque algunos historiadores creen que pudo proceder de Nakon Pathom. Bajo el reinado del rey Rama Kamhaeng (1239–1298), comienza a predominar una cuarta etapa, conocida como Lankavong, que supone un budismo que proviene de Sri Lanka. La isla, hay que recordarlo, había llegado a ser un destacado centro de budismo Theravada hacia el siglo XII.  
Los gobernantes locales legitimaban su posición de privilegio recurriendo a los dharmasastras hindúes y a los rituales brahmánicos. Los brahmanes (phrams in Thai), realizaban diversos rituales que se conectaban con la realeza.
Existe, en cualquier caso, una coexistencia de elementos indígenas con otros que no lo son en el budismo Thai[1]. Así, la creencia animista en phi (espíritus) es común en Tailandia. Se trata de espíritus de la casa, de la ciudad, de las cuevas y de otros lugares, que se vinculan con lo mundano, con problemas como la salud o la prosperidad. Algunos modelos de casas fueron construidos para servir como hogares de dichas entidades espirituales. Se produjo una combinación entre phi, un concepto autóctono, y thewada (es decir, Devata, deidad), una idea propia de la cosmología budista e hinduista. Además, en conjunción con las prácticas animísticas, el budismo también interactuó con patrones culturales hindúes, un hecho que se concretó en dos niveles, uno de ellos operando en el seno de la realeza, mientras que el otro presente en el sistema social, las costumbres, las artes y otros aspectos de la cultura.
En relación a las festividades, celebraciones y cultos, se puede destacar el Festival de las Flores de Chiang Mai, en febrero, es llevado a cabo en recuerdo de la predicación del Buda hacia los monjes. Por su parte, el Festival Songkran, que se celebra a mediados del mes de abril, marca el comienzo del Año Nuevo budista. Durante este festival, los participantes thai se arrojan agua unos a otros como símbolo de limpieza y renovación. Las ofrendas se hacen en los templos (denominados wat en Tailandia) y los monjes reciben alimentos y nuevas vestimentas. Un polvo blanco, además, es arrojado sobre los rostros como una señal de protección frente al mal. A lo largo del mes de mayo se celebran el día de la coronación y el Visakha Puja en memoria de la vida del Buda.
El célebre festival de la Ceremonia de la Real Arada se inició en el período de la dinastía Sukhothai, y marcaba el comienzo de la estación del crecimiento del arroz. Se observaba dos veces al año a través de dos ceremonias, la del cultivo del cereal y la del arado de la tierra. Las ceremonias en Sanam Luang, las de los Suelos Reales, contaban con brahmanes que entonaban una serie de cánticos.  Por su parte, el Asalha Puja, que se celebraba en el mes de Julio, conmemoraba el primer sermón del  Despierto. Los budistas chinos en Tailandia observaban una festividad de nueve días de duración (entre septiembre y octubre), durante la cual solamente comían vegetales. En noviembre, se celebra el Festival Loi Krathong, en particular en las noches de luna llena. La gente se mete en un canal o en un río en pequeños botes con flores, incienso y velas con la esperanza de propiciar la buena fortuna.
Otros festivales thai, como el de Loh Chingecha (Ceremonia de la Oscilación), Loi Krathong (Festival de las Luces), o el Baruna Satra (Festival de la Lluvia), también mantienen tradiciones hindúes y budistas muy claras. 
La lengua oficial de Tailandia es el Thai, cuyo alfabeto deriva de la escritura india Devanagari. Se originó durante el reinado del rey Rama Khamheng de Sukhothai, en el siglo XII. La lengua thai absorbió palabras del jemer, el pali y del sánscrito. Algunos de los antiguos nombres de lugar en Tailandia tienen su origen en el sánscrito. Es el caso de Sukhothai, Ayuthia, Haripunjaya, Lopburi, Dvaravati o Sajjanalaya. La influencia india es notablemente marcada, también, en los nombres de los reyes (así, Indraditya, Rama, Ananda, Suryavamsa, Cakrapat o Trailok). Innumerables palabras en la lengua Thai se originaron en sánscrito. Entre ellas se incluyen Akas (Akas), Maha (Maha), Sthani (Sthan), Racha (Raja), Sabadi (Svasti), Pratehet (Prades) o Tepa (Deva), además de Thatu (Dhatu), Phram (Brahmana), Nakhon (Nagara) y Sakhon (Sagara), entre otras muchas.
La literatura clásica en Tailandia se fundamenta sobre las leyendas, la historia y la tradición. Los textos clásicos indios han tenido una gran influencia sobre la literatura thai. En tal sentido, las historias de Sakuntala o Madanabodha Savitri, forman parte inextricable de la misma. Las historias narradas en el Ramayana se incorporaron en la literatura thai. El rey Rama I fue el que autorizó la versión thai de la antigua epopeya en sánscrito, en este caso con el nombre de Ramakien. La obra ha influenciado la literatura pero también en gran medida, la danza, el drama o la pintura. No obstante, el Ramakien difiere, en varios aspectos, del Ramayana original de Valmiki.
La arquitectura, como también será el caso de la escultura, de Tailandia, estuvo muy influenciada por los estilos jemer e indios. Al préstamo de diversos conceptos se une, sin embargo, un toque indígena en los diseños arquitectónicos y artísticos en general. Los sitios históricos, así como las estructuras, incluyen el Templo del Buda Esmeralda, el Gran Palacio, el Wat Suthat, el Wat Arun y el Wat Benchamabophit. El tejado escalonado de la arquitectura thai estuvo claramente influenciado por la forma del sikhara de los templos hindúes.
Las diversas escenas del Ramakien se han hallado en los templos tailandeses. Así, por ejemplo, en los bajorrelieves del Templo de Phimai se pueden observar escenas que representan la batalla de Rama con Ravana; las pinturas de la galería externa del Templo del Buda Esmeralda representan escenas del Ramakien tales como la que muestra a una arrepentida Sita durante su estancia en Lanka o la más común de la batalla entre el demonio Ravana y el héroe Rama.
La escultura comprende iconos de los dioses hindúes así como imágenes de Buda. Las imágenes de Visnú se pueden contemplar en  el Si Thep (Sri Deva), en el área de la cuenca del Chao Praya, que se datan a fines del siglo VI. Grandes estatuas en bronce de Siva y Visnú se erigieron, así mismo, en Kampen Phet. En Tailandia, el budismo y el hinduismo pueden encontrarse, a menudo, fusionados, sin que exista una real diferenciación.
En Sukhothai, el Wat Pra Pai Luang y el Wat Sisawai fueron construidos para la adoración brahmánica, tal y como se desprende de la presencia de esculturas de dioses y diosas hindúes. Los iconos de Hanumán, Parvati, Indra, Ganesha o Brahma, entre otros, se encuentran con relativa frecuencia en los wats tailandeses. Por su parte, las imágenes de Buda en distintas poses (sentado, de pie o en posición reclinada), adornan numerosos monumentos. En este sentido, una obra emblemática es el enorme Buda sentado del Wat Si Chum.
Las pinturas sobre los muros de los templos, en los interiores de los palacios, sobre estandartes de tela o en manuscritos, son muy abundantes. Los murales en el Wat Suthat de Bangkok y en el Wat Suwannaram de Thon Buri, presentan ejemplos muy notables con representaciones de los episodios de la vida del Buda, las historias Jataka, así como diversas escenas del Ramakien.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB. FEIAP- Ugr. Mayo, 2017.




[1] El grupo étnico thai constituye la gran mayoría de la población de Tailandia. Los Khon Thai emigraron a Tailandia en diferentes momentos históricos, pero principalmente tras la conquista del reino de Nanzhao (de mayoría de población Bai, en la región de Yunnan en China, con capítal en Taihe) por parte de los mongoles en el siglo XIII. Otros diversos grupos tribales son los Hmong (Meo), los Akha, Karen, Lahu, Mien y Lisu.

19 de mayo de 2017

Influencias religiosas, literarias y artísticas de la antigua India en Tailandia (I)



Imágenes: arriba, una perspectiva del yacimiento arqueológico de Oc Eo, provincia de An Giang; abajo, una estatua de Visnú. Cultura de Oc Eo. Museo de Dong Thap.


La influencia cultural de India en Tailandia y, en general, en todo el sudeste de Asia, fue pacífica y sin el uso de métodos políticos. El denominado proceso de “indianización”, en su sentido de influencia cultural, no implicó una migración india que colonizase el sureste de Asia. Incluso no parece que hubiese habido un esfuerzo consciente de parte de India en lo tocante a la expansión de su cultura.
En relación a los motivos que impulsaron tal influencia, se barajan varias teorías o hipótesis, todas ellas discutibles en sí mismas. La primera señala que la influencia de la cultura india llegó por mediación de un gran número de guerreros y conquistadores que emigraron hacia el área. Estos ksatriyas se habrían emparentado con familias gobernantes locales a través del matrimonio. Posteriormente, habrían servido como brahmanes para justificar su autoridad política. Estaríamos hablando de un gran número de refugiados que habría migrado en busca de nuevos lugares de asentamiento. No obstante, no existen evidencias de migraciones a gran escala después de la conquista de Kalinga por Asoka en 262 a.e.c. Tampoco las invasiones kushanas del siglo I ni las campañas de Samudragupta dieron como resultado éxodos en masa de gentes. Según esta teoría, en fin, la introducción de la cultura india sería el resultado de las actividades de guerreros que se emparentarían localmente dando lugar a una sociedad de sangre mixta.
La segunda hipótesis apunta que la influencia india provino de los vaisya o clase de los mercaderes, quienes habrían traspasado sus bienes y también su cultura a la población indígena e, incluso, se habrían casado con mujeres locales en ciertos casos. La cultura se difundiría, por tanto, a través del establecimiento de puestos mercantiles. Los indios, entonces, habrían venido a Tailandia, y al sureste de Asia como comerciantes en busca de especies y oro y, además, se habrían emparentado con familias locales. En determinados casos, un indio pudo haberse impuesto como jefe sobre las poblaciones autóctonas, estableciendo de tal manera reinos de estilo indio. Por otra parte, los brahmanes convertirían a los gobernantes locales en encarnaciones de las deidades.
Varios aspectos se han apuntado a la hora de desbancar esta teoría. En primer término, se ha dicho que los mercaderes no parecieran estar especialmente preparados para transmitir una elevada cultura o para mantener contactos con la realeza; en segundo lugar, que estarían versados en el lenguaje vernacular y no en sánscrito; en tercer término, que el carácter escolástico de la cultura india en el sudeste de Asia habría sido aprendido por la gente y no traído por los indios; y en cuarto lugar, se ha comentado que si los mercaderes hubieran jugado un papel relevante en la expansión de la cultura india, los más antiguos centros de civilización india deberían haberse encontrado en las regiones costeras.
A pesar de estas objeciones a la hipótesis vaisía, la misma contiene algunas verdades. Podría ser erróneo asumir que los comerciantes no tuvieron competencia a la hora de transmitir la cultura. Al margen del sistema de castas indio, hubo cierta movilidad social entre las diferentes categorías. Los brahmanes funcionaron no solamente  como sacerdotes. Del mismo modo, también los ksatriyas no actuaron únicamente como guerreros, y hubo numerosos ejemplos de reyes y príncipes muy versados en la literatura. No es convincente advertir que el carácter de la cultura india fue escolástico, ni tampoco decir que solamente las áreas interiores fueron centros de influencia india. En tal sentido, Palembang, Oc eo, Trang y Kedah fueron puertos con trazas evidentes de influencia india. Se desempeñaron como núcleos de actividades mercantiles pero también como centros de interacción cultural.
En Oc eo, sin ir más lejos, las excavaciones arqueológicas han probado la existencia de antiguos contactos. En Kedah se han hallado inscripciones en sánscrito de períodos antiguos, mientras que las esculturas de Amaravati se han encontrado a lo largo de la ruta marina que une Kedah, Palembang, la costa oriental de Java, y las islas Célebes occidentales.
Por otra parte, se todos es sabido que la práctica del budismo entre los grupos de mercaderes fue muy pronunciada. Las historias Jataka mencionan actividades marítimas de los comerciantes. Además, las imágenes del Buda, pertenecientes a la escuela de Amaravati, han aparecido en una buena cantidad en todo el ámbito del sudeste de Asia. Los marineros fueron muy devotos del Buda Dipankara (El que calma las aguas). La “indianización”, por tanto, puede verse revelada a través de esas imágenes de Buda.
Una tercera teoría, conocida como la teoría brahmana, propone que en los puertos locales las clases elevadas y los gobernantes habrían empleado el servicio de los brahmanes, por mediación de las ceremonias y rituales hindúes, como soporte de su autoridad política. En esta hipótesis se otorga una especial relevancia a la iniciativa local.  Emanando desde la corte, la influencia cultural india se habría focalizado en las fórmulas de consagración y en las proclamaciones reales llevadas a cabo en el lenguaje de los brahmanes. Los sacerdotes llegarían a ser consejeros en los asuntos de corte y proveerían soporte ideológico a los gobernantes, ofreciéndoles una suerte de investidura y listas genealógicas que elevarían su posición social y política. Habría habido, entonces, una iniciativa de parte de las elites, de las aristocracias locales. Aunque una pequeña parte de la población de la región se pudo ver afectada por la cultura india de modo directo, habría sido la aristocracia la encargada de transmitir, de legar, a la gente la herencia cultural india en la forma de literatura, iconos y monumentos diversos.
Probablemente las tres hipótesis arriba expuestas contengan retazos de verdad histórica en su seno. Tal vez las tres tengan, de hecho, algo de cierto. El entero proceso de “indianización” cultural de Tailandia fue el producto del esfuerzo hecho por guerreros, comerciantes y sacerdotes, conjuntamente con algunas iniciativas indígenas. 
La sociedad local produjo nuevas formas culturales a partir de aquellas foráneas que recibía. Muy a menudo los tres tipos de categorías sociales, ksatriya, vaisya y brahmanes, no se diferenciaban en el contexto del sudeste asiático. Un ksatriya pudo haber sido un comerciante o un vaisya haberse inmiscuido en las pugnas de poder en la corte. Todas las clases buscarían, además, apoyo local que sirviese sus intereses.
Las poblaciones del sudeste de Asia se apropiaron de las costumbres culturales con presencia de elementos indios y las adaptaron para que encajasen con sus propias tradiciones indígenas. No se debe olvidar que la propia cultura india consiste en una pluralidad de tradiciones que evolucionaron a partir de la interacción entre la cultura sánscrita aria y el sustrato vernáculo de los grupos dominantes previos, en esencia aquellos de la cultura de Harappa y Mohenjo Daro.
Sea como fuese, la expansión cultural india dio como resultado la adopción de la religiosidad, las ideas de parentesco, las leyes, aspectos de la administración y las tradiciones literarias y artísticas de la antigüedad india.

Prof. Dr. Julio López Saco
UCV-UCAB. FEIAP-UGR. Mayo del 2017.