Rig Veda*
Julio López Saco
El Veda (sabiduría, revelación, aquello que es percibido de forma sobrenatural), es para el hindú, en términos generales, una revelación atemporal, de autoría no humana, eterna, y que porta, en sí, todos los conocimientos. Es la verdad revelada, no nace en un momento concreto de la historia, sino que es obra divina.[1] Para cualquier creyente el Veda es una revelación eterna, pero para los investigadores occidentales, que aplican el rigor filológico e histórico a los textos, es una colección de himnos y oraciones, de tradición oral y secreta, transmitidos por los sabios arios, llamados rishis, y compilados a lo largo de un amplio período temporal, que reflejan e ilustran acontecimientos sociales y religiosos. Únicamente los brahmanes son los guardianes de esta tradición y los capacitados para transmitirla, siendo los responsables de la preservación ritual oral de los textos.
La función principal del Veda es el ritual sacrificatorio, entendido como un culto esotérico y un acto social, que busca favorecer las ambiciones de los socialmente más poderosos, ofreciéndole a la cultura india un doble carácter, teocrático y aristocrático. En la práctica ritual, la comida sacrificial se compartía con los miembros del grupo y con numerosos seres sobrenaturales o devas. A través del sacrificio los dioses pueden ser aplacados, se pueden recibir sus beneficios, en forma de cabezas de ganado o descendencia, o se puede realzar la posición social o la pureza religiosa del que lo efectúa[2]. Las escuelas teológicas o ramas que se especializan en el aprendizaje de ciertos textos del Veda conforman el mecanismo principal para su clasificación, pues un Veda puede tener varias escuelas que se relacionen con él. Estas escuelas aseguran la transmisión precisa de generación en generación gracias a la ayuda de reglas para su recitación, aunque el significado de los textos se fuese perdiendo para los recitadores a medida que la lengua se alejaba de sus orígenes védicos más arcaicos[3]. Los himnos del Veda, aquellos que los sabios escucharon y posteriormente recitaron a sus discípulos, quedaron bajo la custodia de las familias brahmines. Transmitirlos de padres a hijos se convirtió en su tarea y fin, de modo que quedaron directamente vinculados, en el contexto de la sociedad védica, con el lenguaje, la comunicación y el recitado de los himnos, así como con el manejo de fórmulas de culto (mantra).
El Veda incluye cuatro tradiciones: Rig, Yajur, Sama y Atharva que, a su vez, se dividen en varias categorías de texto: Samhita, Brhmana, Aranyaka y Upanisad. El Veda, como sustrato más arcaico de la literatura védica, se refiere a la parte samhita. El Rig Veda es una colección de diez libros ( mandala ), con 1028 himnos dedicados a varias divinidades, compuestos en sánscrito védico y que pueden datarse hacia el año 1200 a.C. Contiene himnos para lograr el favor divino, y en él el sacrificio, o sus elementos constitutivos, se emplean como divinidades, particularmente en el caso de Agni y Soma[4]. Los himnos, generalmente, por consiguiente, de carácter propiciatorio, fueron compuestos por rishis, hombres inspirados por lo divino, cuyos nombres perviven en la tradición brahmánica, por más que hayan sido figuras semimíticas, como Kanva o Pippalada. Se compusieron oralmente y fueron transmitidos de padres a hijos en el seno de familias brahmánicas especializadas. Pero hubo un momento en que la tradición dejó de ser productiva y dejaron de componerse nuevos poemas, estableciéndose, paulatinamente, un canon fijo de himnos, aunque ligeramente variable según las escuelas surgidas de aquella tradición familiar. En el Rig Veda encontramos verificada la homología cósmica, fundamento de la religión india, que implica la vinculación entre el cuerpo, el Universo y el sacrificio, manifestado en la idea del hombre cosmológico de cuyas partes constitutivas se forma el Universo y que explica el surgimiento de la sociedad y de las diferencias sociales: Purusa Sukta. El Rig Veda es el texto más antiguo de los cuatro mencionados y el más relevante, sin duda, para comprender la sociedad y las creencias de los primeros indoarios. En los últimos mandalas los dioses, presentes en el texto como potencias exteriores a los que es oportuno propiciar, como Indra o Surya, o como formas imprecisas, caso de Prajapati o señor de la creación, y Visvakarman o creador de todo lo que existe, comienzan a esfumarse ante la importancia del sacrificio, que empieza y acaba en sí mismo, observándose una incipiente tendencia hacia el monoteísmo que luego protagonizará Brahma. En definitiva, el Rig Veda presenta, fundamentalmente, una religión politeísta de grandes dioses, más o menos personalizados y antropomorfizados, yuxtaponiendo concepciones mágicas y supersticiones a un comienzo de especulación filosófica un tanto sutil.
La función principal del Veda es el ritual sacrificatorio, entendido como un culto esotérico y un acto social, que busca favorecer las ambiciones de los socialmente más poderosos, ofreciéndole a la cultura india un doble carácter, teocrático y aristocrático. En la práctica ritual, la comida sacrificial se compartía con los miembros del grupo y con numerosos seres sobrenaturales o devas. A través del sacrificio los dioses pueden ser aplacados, se pueden recibir sus beneficios, en forma de cabezas de ganado o descendencia, o se puede realzar la posición social o la pureza religiosa del que lo efectúa[2]. Las escuelas teológicas o ramas que se especializan en el aprendizaje de ciertos textos del Veda conforman el mecanismo principal para su clasificación, pues un Veda puede tener varias escuelas que se relacionen con él. Estas escuelas aseguran la transmisión precisa de generación en generación gracias a la ayuda de reglas para su recitación, aunque el significado de los textos se fuese perdiendo para los recitadores a medida que la lengua se alejaba de sus orígenes védicos más arcaicos[3]. Los himnos del Veda, aquellos que los sabios escucharon y posteriormente recitaron a sus discípulos, quedaron bajo la custodia de las familias brahmines. Transmitirlos de padres a hijos se convirtió en su tarea y fin, de modo que quedaron directamente vinculados, en el contexto de la sociedad védica, con el lenguaje, la comunicación y el recitado de los himnos, así como con el manejo de fórmulas de culto (mantra).
El Veda incluye cuatro tradiciones: Rig, Yajur, Sama y Atharva que, a su vez, se dividen en varias categorías de texto: Samhita, Brhmana, Aranyaka y Upanisad. El Veda, como sustrato más arcaico de la literatura védica, se refiere a la parte samhita. El Rig Veda es una colección de diez libros ( mandala ), con 1028 himnos dedicados a varias divinidades, compuestos en sánscrito védico y que pueden datarse hacia el año 1200 a.C. Contiene himnos para lograr el favor divino, y en él el sacrificio, o sus elementos constitutivos, se emplean como divinidades, particularmente en el caso de Agni y Soma[4]. Los himnos, generalmente, por consiguiente, de carácter propiciatorio, fueron compuestos por rishis, hombres inspirados por lo divino, cuyos nombres perviven en la tradición brahmánica, por más que hayan sido figuras semimíticas, como Kanva o Pippalada. Se compusieron oralmente y fueron transmitidos de padres a hijos en el seno de familias brahmánicas especializadas. Pero hubo un momento en que la tradición dejó de ser productiva y dejaron de componerse nuevos poemas, estableciéndose, paulatinamente, un canon fijo de himnos, aunque ligeramente variable según las escuelas surgidas de aquella tradición familiar. En el Rig Veda encontramos verificada la homología cósmica, fundamento de la religión india, que implica la vinculación entre el cuerpo, el Universo y el sacrificio, manifestado en la idea del hombre cosmológico de cuyas partes constitutivas se forma el Universo y que explica el surgimiento de la sociedad y de las diferencias sociales: Purusa Sukta. El Rig Veda es el texto más antiguo de los cuatro mencionados y el más relevante, sin duda, para comprender la sociedad y las creencias de los primeros indoarios. En los últimos mandalas los dioses, presentes en el texto como potencias exteriores a los que es oportuno propiciar, como Indra o Surya, o como formas imprecisas, caso de Prajapati o señor de la creación, y Visvakarman o creador de todo lo que existe, comienzan a esfumarse ante la importancia del sacrificio, que empieza y acaba en sí mismo, observándose una incipiente tendencia hacia el monoteísmo que luego protagonizará Brahma. En definitiva, el Rig Veda presenta, fundamentalmente, una religión politeísta de grandes dioses, más o menos personalizados y antropomorfizados, yuxtaponiendo concepciones mágicas y supersticiones a un comienzo de especulación filosófica un tanto sutil.
[1] Los Vedas y las Upanisads constituyen la tradición shruti de la literatura védica. El término, traducible como revelación, hace referencia a la manifestación de lo divino en el mundo, en concreto, las verdades reveladas a los sabios o rishis en épocas arcaicas y recogidas en forma escrita. La otra categoría de escritura sagrada se denomina smriti (lo recordado o transmitido), a la que pertenecen los poemas épicos, los Puranas y los sutras.
[2] El sacrifico (homa, yajna), no está vinculado, únicamente, a la inmolación de animales, sino que incluye cualquier ofrenda al fuego sagrado, generalmente, leche, mantequilla clarificada, cereales y algunos animales domésticos, como cabras, caballos y ovejas. El fuego, es, por consiguiente, el eje del ritual védico, pues es, además de sustancia, elemento, deva, lo que supone la existencia de un vínculo transformador entre los reinos humano y divino.
[3] Sobre el sistema llamado de doble verificación, aprender los textos como recitación continua y como recitación de palabras sin reglas de combinación eufónica, lo cual ha permitido la transmisión de los textos védicos con mínimos cambios de contenido, puede verse, Flood, G., El Hinduismo, Cambridge University Press, Madrid, 1998, p. 54 y ss.
[4] Existen algunas traducciones del Rig Veda en lenguas occidentales. En alemán, es destacable la de Geldner, K.F., Der Rigveda: Aus dem Sanskrit ins Deutsche übersetzt und mit einem laufenden Comentar verseben, 3 vols., Harvard Oriental Series, 33 a 35, Harvard University Press, Cambridge, 1951; en inglés, debemos reseñar las de Müller, M. / Oldemberg, H., Vedic Hymns, 2 vols., SBE, 32, 46, MLBD, Delhi, 1973, y la parcial de O’Flaherty, W.D., The Rig Veda, Penguin Books, Harmondsworth, 1981. En español existe una selección antológica traducida por parte de F. Villar (Himnos Védicos, edit. Nacional, Madrid, 1975).
*Este texto, aumentado con las Leyes de Manu y el Budhacharita, se encuentra publicado en este mismo blog.
No hay comentarios:
Publicar un comentario