IMÁGENES, DE ARRIBA HACIA ABAJO: URNA CINERARIA CON ULISES Y LAS SIRENAS. VOLTERRA, SIGLO II A.E.C.; URNA CINERARIA DE CHIUSI. SIGLO III A.E.C.; URNA CINERARIA DE LA FAMILIA CEICNA FETIU. VOLTERRA, SIGLO II A.E.C.
La mitología griega está muy
presente en la cultura material etrusca. Uno de los ejemplos más notables lo
constituyen las urnas cinerarias. Se verán tres casos concretos. El primero
corresponde a una urna cineraria del siglo III a.e.c., de Chiusi, hecha en
mármol, un producto característico del periodo helenístico. En la misma se
presenta al muerto en un banquete, recostado sobre la tapa de la urna-sarcófago,
en tanto que uno de los lados frontales más largos del sarcófago aparece
decorado con una escena mitológica en alto relieve, que puede ser el
reconocimiento de Orestes por su hermana Ifigenia en Tauris[1]
o el mito etrusco del adivino Caco capturado por los hermanos Vibenna.
El segundo se refiere a la urna
cineraria de la familia Ceicna Fetiu, datada en la primera mitad del siglo II
a.e.c. En ella se encuentra, sobre la tapa, al difunto, que es retratado semi
reclinado participando en un banquete. Está apenas vestido con una túnica y un
manto. En la base de la tapa aparece la inscripción Arnth Fethiu Larisal. Por
tal motivo, se ha atribuido la urna a una poderosa familia de Volterra
denominada de Ceicna Fethiu. En el lateral frontal del sarcófago se representa
la escena de la muerte de Mirtilo en muy alto relieve[2];
tanto, que las figuras parecen moverse en un escenario enmarcado por dos
columnas estriadas. El conductor de carros, responsable de la muerte de Enómao,
se refugia en un templo, representado por otras dos columnas coronadas por
urnas. Mirtilo, hipnotizado por la presencia de Pélope con una espada, busca
refugio junto a un altar. Mientras, Hipodamía, intenta rescatar de las manos de
Mirtilo la rueda recortada del carro en el que su padre murió. A la derecha, un
sacerdote huye horrorizado ante la visión del sacrilegio. El artesano de la
urna, conocido como el Maestro de Mirtilo, encabezaba un taller que introdujo
en Volterra el estilo barroquizante propio de los reinos helenísticos de Asia
Menor. De aquí derivan los coloristas efectos y los movimientos dramáticos de
las figuras.
El tercero se trata de otra urna
cineraria fechada en la segunda mitad del siglo II a.e.c. Hecha en alabastro,
fue hallada en Volterra. Es obra de un taller especializado en temáticas
vinculadas a los mitos de Odiseo-Ulises. En el frontal de la urna se representa
el conocido episodio de Ulises y las sirenas, enmarcado en un rico armazón
decorativo. El héroe aparece atado al mástil de la nave, y se encuentra
escuchando las canciones de tres sirenas, representadas a la izquierda,
retratadas como mujeres suntuosamente vestidas. Las sirenas están sentadas
sobre unos escollos, y están tocando la flauta de pan, la cítara y una flauta
doble, conformando entre las tres algo semejante a una pequeña orquesta. Se
consideraba en la antigüedad que este episodio mítico de Ulises era
especialmente apropiado para las mujeres.
Prof. Dr. Julio López Saco
Doctorado en Historia, UCV-Caracas
[1] Ifigenia, tras salvarse de ser
sacrificada por mano de su propio padre, Agamenón, vivió mucho tiempo en Tauris
al servicio de la diosa Ártemis. Se encargaba de sacrificar a los náufragos
extranjeros que recalaban en la costa. En una ocasión, reconoció a Orestes
entre los extranjeros, que habían sido enviados por el oráculo de Delfos a
buscar la estatua de diosa Artemisa. Ifigenia entregó la imagen y huyó con su
hermano.
[2] Mirtilo, hijo de Hermes, era el
cochero de Enómao, a su vez, hijo de Ares, y rey de Pisa, en Élide. Enómao
impuso como condición a los pretendientes de su hija Hipodamía que debían de
vencerle en una carrera, pero los retadores corriendo a pie y él en su carro.
Uno de los pretendientes, Pélope, compró a Mirtilo para que traicionase a su amo
quitando la clavija de una rueda del carro. Tal maniobra provocó que volcase el
carruaje, lo cual hizo perder la carrera, y su propia vida, a Enómao.
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